Sincretismo religioso
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Ahora bien, ¿de dónde heredamos la convicción de que rezarle a un puro una oración que menciona al mismo Satanás es magnífico para atraer a un hombre escurridizo?
La respuesta está en el sincretismo religioso, en la mezcla de religiones que se dio en América –en cuenta El Salvador– con la llegada de los europeos y los africanos (ver el cuadro).
Según Rivas, el cristianismo europeo se había mezclado con el paganismo de ese continente, que incluía elementos de magia, brujería y alquimia, entre otras cosas.
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Estos elementos entraron al continente con la imposición de la religión europea en tierras americanas. La de los indígenas también sobrevivió camuflada y mezclada con la simbología cristiana.
Así, la cruz, por ejemplo, símbolo de la unión energética de los indígenas con los cuatro puntos cardinales, encontró su representación en la cruz de Jesús.
El último ingrediente de esta mezcla fue el animismo africano, que llegó a las costas americanas con el comercio de esclavos negros.
De esta manera, cuando Georgina invoque a Belcebú con la “oración del puro”, estará realizando su versión de la brujería europea, por medio de la práctica de la oración, costumbre muy cristiana.
Con la convicción de que el puro tiene ciertos poderes, Georgina estará reviviendo las creencias del animismo africano, que le concede la cualidad de tener espíritu a todas las cosas.
Y por último, al fijarse en las formas que toman las volutas de humo, estará dando vida a una versión que nada tiene que ver ya con las prácticas indígenas.
Y también se irá a la cama con su dosis de consuelo y esperanza: “¿Que por qué creo en esto? Mire, fíjese que más que creer es que por lo menos siento que estoy haciendo algo por aliviar las penas, niña. A ver si hoy sí sale”.