U.G.Krishnamurti: Una vida
Biografía, por Mahesh Bhatt
7. ¿Qué es ese estado?
'Se llama Douglas Rosenstein. Estaba en Saanen cuando sucedió la calamidad, y me conocía de antes,' contestó U.G. mientras viajábamos en el automóvil hacia Carmel, California. Yo le había preguntado si podía reunirme con alguien que lo hubiera conocido desde antes de los eventos de 1967, para poder así averiguar por mí mismo si había habido algún cambio significativo en él con motivo del evento. 'No te preocupes, lo conocerás durante tu estadía aquí...'
La casa en la que vivimos aquí en Carmel parece un palacio, quizás demasiado silencioso para mi gusto. La tranquilidad mata la creatividad. El trabajo comienza mañana. Una sensación de aprehensión se apodera de mí. No puedo dormir, trato de combatir esta sensación de ser inadecuado. ¿Estaré a la altura de la situación?
Encontrar a otro que sufre puede resultar consolador. La visita de Scott Eckersby me trajo el alivio que tanto necesitaba. Su visita funcionó como un bálsamo. Scott y yo habíamos pasado mucho tiempo juntos en 1978-79 en Mahabaleshwar, India, con U.G. Fue en aquella época cuando me contó sobre su primer encuentro con él.
Scott, ahora artesano y constructor, fue una vez el director de la escuela "Live Oak" de Ojai, California. La filosofía educacional de la escuela está basada en las enseñanzas de J. Krishnamurti. En junio de 1969, al final del año académico, la junta de directores de la escuela envió a Scott y todo su staff a Suiza para mantener conversaciones diarias sobre educación con Krishnamurti. Krishnamurti y Scott cruzaban lanzas la mayoría de las veces, y no estaban llegando a ninguna parte. Scott dejó de asistir. Unos pocos días después lo despidieron de su trabajo como director. Eso comenzó un período de profunda soledad en la vida de Scott. Fue aislado de sus amigos y fue abandonado por la comunidad Krishnamurti. Quebrado y solo, se refugió en una pequeña carpa en un campamento inundado cerca de Saanen. Allí lo encontró un amigo y le dijo que quería que Scott conociera a otro Krishnamurti:
No puedo describir ni recuerdo nada de lo que hablamos en nuestro primer encuentro. Sin embargo, poco después de dejar su chalet, me di cuenta que las cosas eran muy diferentes. Mi desesperanza se había ido. En su lugar una extraña sensación de paz y calma descendieron sobre mí al cabo de unas pocas horas. Me sentí feliz y seguro.
Scott no tenía idea, sin embargo, del terrible dolor que lo estaba por visitar poco tiempo después. A la mañana siguiente se despertó con una molestia en la columna y un espantoso dolor de cabeza. Su condición se fue deteriorando durante los días siguientes, y pronto ni siquiera podía arrastrarse fuera de su tienda. Una tarde casi sobre la hora de la puesta del sol, tuvo la sensación muy real de que iba a morir esa noche. Le pidió a su amiga si podía tratar de arrastrarlo fuera de la tienda para que pudiera ver el atardecer 'una última vez'. Desesperado, al día siguiente le pidió a la persona que le había presentado a U.G., que le preguntara si alguna vez había realizado alguna curación. U.G. le mandó un mensaje de vuelta diciendo que él no podría hacer algo así. Mas tarde ese mismo día, sin embargo, U.G. se apareció en la tienda.
U.G. estaba solo. Y estaba lloviendo. Esa era apenas la segunda vez que lo veía. Entró agachándose en la tienda y me preguntó si se podía sentar a mi lado en silencio. Recuerdo que me sentí honrado por su visita. Si U.G. afectó o no mi recuperación, no lo sé. Dos días después, exactamente siete después de que comenzó, mi tormento desapareció.
Esa enfermedad iría a volver una y otra vez en mi vida. Siempre y cada vez después de una visita a U.G. Me tomó varios años asociar la dolencia con las visitas, y cuando lo hice, él siempre lo rechazó con su frase favorita que usa varias veces al día, '¡Sólo olvídalo!'
Nueve años después cuando esta dolencia le sucedió de nuevo en Frankfurt, cuando acababa de llegar de Bombay en donde había pasado un período muy largo con U.G., Scott se dio cuenta que lo que fuera que estaba sucediendo entre U.G. y él no había terminado. Le escribió a U.G. explicándole la cuestión y agradeciéndole su ayuda para aclarar todas las dudas que tenía en su mente. Scott no volvió a oír de él ni le escribió por casi tres años. Desde entonces Scott y U.G. se volvieron a encontrar varias veces, y su enfermedad, según dice, nunca regresó.
Esa tarde le pregunté cómo resumiría lo que U.G. significaba para él, habiéndolo conocido durante tantos años. Esto es lo que tenía para decir:
U.G. es una astilla clavada que nunca te puedes quitar. El dolor y la molestia están siempre allí. Será peor cuando él muera. Porque será el momento en que comenzará la infección, porque cuando muera será inmortalizado. Será entonces cuando toda la cuestión comience. Entonces la gente se reunirá y empezará a discutir, '¿Qué dijo realmente U.G.? ¿Qué quiso decir en realidad con...? ¿Qué estaba tratando de decir?' Fue fácil deshacerse de J. Krishnamurti cuando murió, Mahesh... Ya hay suficientes filósofos positivistas en el mundo. Hay suficiente verdadera filosofía. Pero no hay antifilosofía. U.G. lo está llamando como realmente es. ¿Cuántas personas te quitan la esperanza? ¿Cuantas personas te quitan la alfombra debajo de tus pies? Nadie hace eso.
A veces estar con U.G. se vuelve arrollador. Simplemente tienes que escaparte. Sentarte en el bosque por un tiempo. Porque hay cosas que necesitas cuando te vas poniendo viejo. Y una de ellas es la sensación de percibir al yo. Un poco de autoestima. Yo no lo necesitaba cuando era joven. Pero ahora descubro que hay algún remanente del yo que realmente necesita algo para seguir adelante. Si permanecieras con lo que U.G. está diciendo, no hay nada por lo cual continuar. Y eso es duro. Realmente duro. Especialmente cuando te haces viejo.
He discutido con U.G. durante 20 años esta cuestión de la esperanza. Él siempre ha dicho que no hay esperanza pero que eso no representa ningún problema. Allí está el indicio de algo que no estoy logrando ver. Quisiera poder hacerlo. Pero U.G. dice que no hay nada que ver. Si enfrentas eso, si realmente te compenetras con eso, no es algo con lo que puedas bromear. Te duele. A veces tengo que correr lejos de él. Realmente correr lejos de él, ocupar mi mente con otra cosa. Pero él sigue estando allí como una sombra.
... U.G. es un hombre con muchos estados de ánimo. Y yo siempre entro en sus dominios con mucha cautela. Hay tanto que no entiendo de él, y he dejado de pensar que alguna vez podré hacerlo.
Puede ser muy cruel con algunas personas -- quiero decir, verbalmente. La mayoría eventualmente recibe algún insulto si se quedan cerca de él por mucho tiempo. Y sin embargo a mí nunca me ha insultado, ni siquiera me ha levantado la voz en 22 años. Verbalmente, va a trapear el piso con sus amigos más cercanos al punto de que se irán y no querrán volver. Pero conmigo siempre es amable, suave, y cómico.
No puedes expresarle afecto a U.G. Obviamente lo molesta, y simplemente no lo permitirá. Siempre ha desestimado con amabilidad mis expresiones de amor hacia él como nada más que tonterías emocionales. Y quizás eso sean. Pero en mi corazón no puedo creerlo. El mundo es un lugar solitario, y yo simplemente no puedo aceptar que me pondré viejo y moriré sin que U.G. Krishnamurti, la influencia más profunda en mi vida, corresponda mi amor, o siquiera reconozca que le importo.
Mas tarde en una nota que me envió por correo Scott expresó que todo lo que había dicho esa tarde no estaba completo. Me imploró que concluya su historia con lo siguiente:
Una última cosa, Mahesh. Quisiera cerrar esto con un sentimiento personal hacia U.G. que sin duda despertará su ira. Con seguridad le ordenará a su biógrafo que quite esto de la historia. ¡No lo hagas Mahesh! Si algo de esta historia se usa en tu biografía, entonces lo que estoy por decir tiene que permanecer sin ediciones como el broche de oro. Así que, U.G., ¿estás escuchando? Por miedo a tu rechazo, nunca te lo dije directamente: Te amo.
En julio de 1967, la vida de U.G. entró en otra fase. La pregunta, '¿Qué es ese estado?' tenía una tremenda intensidad para U.G. Pero no tenía connotaciones emocionales. Mientras más trataba de encontrar una respuesta, y mientras más fallaba en hacerlo, más intensa se volvía la pregunta en su mente. 'Es como la paja del arroz. Si se enciende una pila de paja de arroz, continúa ardiendo por dentro; uno no ve ningún fuego en el exterior, pero cuando uno lo toca, se quema, por supuesto. Exactamente de esa forma, la pregunta me daba vueltas en la cabeza: '¿Qué es ese estado? Quiero ese estado.'
U.G. era un hombre sin prospectos. Krishnamurti había dicho, 'No tienes forma...', pero aún así U.G. quería saber qué era ese estado, el estado en el que estaban Buddha, Sankara, y todos esos maestros.
Ese año J. Krishnamurti estaba otra vez en Saanen dando sus charlas. Un día los amigos de U.G. lo convencieron de ir diciendo, 'Ahora por lo menos es gratis. ¿Por qué no vienes y escuchas?' Cuando U.G. fue a escucharlo tuvo la particular sensación de que Krishnamurti estaba describiendo el estado de U.G. y no su propio estado. '¿Por qué querría conocer su estado? Él describía algo, 'movimientos', 'atención', 'silencio' -- 'En ese silencio no hay mente; hay acción.' Me dije, 'Estoy en ese estado. ¿Qué diablos estuve haciendo por treinta o cuarenta años, escuchando a todas estas personas y esforzándome, queriendo comprender su estado o el estado de alguien más, de Buddha o de Jesús? Estoy en ese estado. Ahora estoy en ese estado.' U.G. salió de la tienda y nunca miró atrás.
Sin embargo, '¿Qué es ese estado?' -- esa pregunta se convirtió en otra, '¿Cómo sé que estoy en ese estado, el estado de Buddha, el estado en el que tanto había querido estar y que le pedí a tanta gente? Estoy en ese estado, ¿pero cómo lo sé?' Esa pregunta se resolvería al día siguiente.