Ese nivel cultural que existía en Occitania, que giraba en torno a la nueva lengua romance, hacía que la nobleza local deseara emanciparse del poder real francés, en donde la lengua oficial seguía siendo el latín clásico. El espacio físico en el que se desenvolvía la cultura occitana venía a coincidir con el Condado de Tolosa, cuyo dominio se extendía desde Aquitania hasta el Ródano, es decir, todos aquellos territorios situados en el Sur de Francia en los que se hablaba la lengua de Oc, también conocidos como el Languedoc.

Es preciso mencionar que en estas regiones meridionales existía una costumbre que producía la consecuencia de que los bienes de la nobleza estuviesen generalmente muy repartidos ya que no solamente heredaba el primogénito varón sino todos los hermanos e incluso las hermanas. Esto hacía, por ejemplo, que el señorío de una población pudiese estar dividido entre varias personas, todas ellas familiares entre sí. En el mundo occitano, en el que las mujeres también heredaban los bienes de sus ascendientes, las damas de alta cuna eran especialmente apetecibles. La escala de valores del País de Oc reposaba en buena medida en la cultura y en el culto a la mujer y fue aquí precisamente donde habría de desarrollarse la noción de amor cortes, tan cantada por los trovadores.