obesidad y dominio propio
(en memoria del dr. Carlos Gordillo)
Un viernes de tiempo atrás me enteré de la muerte de un amigo; un hombre que me acompañó por hermosas aventuras en los caminos del Señor. El Dr. Carlos Gordillo, un médico que trabajaba en gastroenterología, que además trabajaba para la policía de Santa Cruz como médico forense.
Habíamos trabajado durante un año juntos en una de las cárceles de mi ciudad. Allí descubrí, además de un mundo con gente realmente buena, a un Carlos con una vida en el Señor realmente hermosa. Él llevaba su guitarra y cantaba canciones de esas que recordamos de cuando eramos chicos, canciones cristianas que todos después terminábamos coreando, fue una hermosa época.
También compartimos con Carlos el trabajar para los Gedeones Internacionales, una agrupación cristiana que, silenciosamente entrega Nuevos Testamentos.
El campamento de Gedeones de mi ciudad ya perdió dos hombres muy valiosos: Juan Carlos Méndez, hace dos años atrás y ahora, el Dr. Carlos Gordillo.
Ambos los sentí y los siento amigos. Y sus muertes tienen denominadores comunes que hacen que hoy comparta esta reflexión.
Cuando yo todavía no tenía ninguna experiencia en medios de comunicación, hace como siete u ocho años atrás, Carlos me invitó para que diera testimonio en su programa de radio que iba los domingos; un programa de reflexión espiritual que hacía centro en la medicina. De modo que por primera vez estuve frente a un micrófono en una radio. Es otro hermoso recuerdo para mi, uno trata de quedarse con los lindos recuerdos.
También fui paciente de Carlos como médico, cuando tuve una crisis con un cólico renal importante, después de la muerte de mi padre. Él me ayudo mucho entonces.
De modo que le debo la rememoración de este tiempo que hemos compartido juntos y le pido permiso a su recuerdo para hacer unas reflexiones con respecto a su salud.
Porque Carlos era un hombre enfermo, tenía un problema de obesidad muy importante, que fue creciendo a lo largo del tiempo y que no pudo resolver con la ayuda de su ciencia médica, porque a veces los problemas del cuerpo tienen origen en el alma.
Ninguno de nosotros tiene la vida comprada; no sabemos si mañana vamos a estar o no en este mundo, pero uno debe hacer todo lo posible, todo lo que esté al alcance para estar bien; después será el Señor quién decida si llego a los noventa años o si pasado mañana tengo algún accidente y termino yendo a sus brazos antes de lo pensado.
Seis de cada diez personas, en nuestra amada Argentina, tenemos problemas de sobrepeso, no nos cuidamos o no sabemos como manejarlo, o la ansiedad nos lleva.
Lo cierto es que nos vamos llenando de excusas…pero el sobrepeso está, los huesos se van debilitando, las articulaciones se resienten, comienzan los problemas de colesterol y triglicéridos, (grasas en la sangre) y después terminan desencadenándose, en muchos casos, problemas más serios.
Yo quiero aprovechar la memoria, los gratos recuerdos que tienen que ver con Carlos, para revisar que pasa con nuestro cuerpo.
Creo que le debemos al Señor el cuidado de nuestro cuerpo.
Así como se limita en una iglesia la participación, como miembro, de alguien que tiene el hábito de fumar, así como no se deja ser bautizado a quien fuma, creo también con honestidad, que tenemos que hacer lo mismo con una persona que tiene sobrepeso, que no se cuida con sus kilos de más.
No para castigar, (que tampoco es el objetivo con las limitaciones que se le ponen al fumador) sino para de un modo, lograr un cambio en su actitud que permita que su hábito deje de existir.
Una revista de Estados Unidos publicó recientemente, que la obesidad se ha convertido en un factor de riesgo tanto o más grave que el consumo de tabaco, según una investigación científica hecha por médicos en América del Norte.
Creo que la realidad es la misma aquí o peor.
El riesgo de salud que genera el hábito de fumar es menor que el que provoca la obesidad.
Lo cierto es que en nuestra Argentina al igual que en la mayor parte de los países occidentales, los gastos en salud han aumentado (y lo siguen haciendo permanentemente) a causa del incremento de obesidad en la población.
Por eso, hace dos años atrás, hubo una lucha en las Cámaras de Diputados y de Senadores de la Nación, para que se aprobara y aceptara médica y legalmente la obesidad como una enfermedad, de modo que las obras sociales paguen por el servicio necesario, para poder ayudar a las personas a bajar de peso como una forma de prevención, porque la mejor medicina es la que previene.
Lo cierto es que alrededor de un sesenta por ciento de los habitantes de nuestro país está excedida de peso o es obesa. Esto representa un aumento en el número de enfermedades cardiovasculares, en la diabetes, en algunos tipos de cáncer (sobre todo en lo que tiene que ver con el aparato digestivo, cáncer de esófago, de páncreas, de colon o intestinal) y, por consiguiente, un incremento muy importante en los gastos del gobierno en salud.
Enfermedades que prácticamente, no existían hasta mediados del siglo XX hoy en día son masivas.
Hoy en día por ejemplo los ACV se han convertido en la principal causa de muerte por enfermedad en EEUU, por encima de los infartos de mio cardio.
¿por qué antes no había cáncer, diabetes, enfermedades coronarias o cerebro vasculares?
Según científicos de la universidad de Columbia, en New York, tras entrevistar a más de tres millones y medio de personas, realizadas entre los años mil novecientos noventa y tres y el dos mil ocho, se determinó que la obesidad se ha convertido en un peligro tan grave para la salud como el consumo de tabaco. Las entrevistas incluyeron preguntas sobre la calidad de vida y problemas de salud, así como un estudio sobre salud mental y física de la población en general.
Como en otras sociedades desarrolladas, también en Argentina la expectativa de vida ha ido mejorando con el tiempo.
Pero los científicos advierten que, el aumento de la contribución a la mortalidad que representa la obesidad lleva a una declinación en esta expectativa de vida.
Es decir que todo el esfuerzo que hace la ciencia médica para que vivamos más tiempo puede venirse abajo si no reaccionamos y empezamos a trabajar sobre nuestro sobrepeso.
Otra nota, publicada en la misma revista médica que mencioné antes, subraya que aquellas personas que abandonan el tabaco tienen un setenta por ciento más de riesgo de desarrollar diabetes en los primeros años sin cigarrillo, en comparación con los no fumadores.
Esto sucede porque en muchos casos, comienza un aumento importante en el consumo de alimentos (sobre todo de golosinas y dulces).
Una profesora de medicina interna y epidemiología, que trabaja en otra universidad de Estados Unidos, autora del principal estudio que trata sobre el tema, dice que lo mejor que se le puede recomendar a una persona es que no empiece nunca a fumar; si bien el mensaje “si fumas dejalo” es correcto, la médica añade que esas personas que dejan de fumar van a tener que cuidar toda la vida -sobre todo, los primeros años- su sobrepeso.
Yo te invito a que reflexiones, porque estas en falta con vos mismo y también lo estas con Dios.
Tenemos la oportunidad de buscar el Cielo que se abre a nosotros, revisar nuestra vida y cambiarla.
Yo te pido Señor que me ayudes a reflexionar sobre lo que no estoy haciendo bien con mi salud integral, con mi cuerpo, con mi alma y con mi espíritu.
Yo te pido Señor que la vidas queridas pasadas, las de aquellos que ya no están, me ayuden a pensar y a reflexionar sobre que es lo que no estoy haciendo bien conmigo mismo.
Yo quiero pedirte perdón Padre por mi descuido hacia mi cuerpo, porque siendo consciente de lo que tengo que hacer me sigo descuidando. Te pido perdón por mi sobrepeso; estoy en falta con Vos, estoy pecando contra mi mismo y estoy actuando egoístamente, porque pongo en riesgo también, el amor que mis seres queridos tienen para conmigo.
Si producto del descuido de mi cuerpo me voy de este mundo, Señor, voy a dejar mucho dolor en las personas que me aman y no quiero eso.
Yo se que tengo una razón para estar en el mundo, tengo un objetivo acá en la Tierra, Dios mio y no quiero ya más errar al blanco. Quiero que esa tarea que Vos me asignaste, esa misión que tengo se lleve adelante y que no haya nada ni nadie (ni yo mismo) que pueda impedir que esa tarea se cumpla.
Yo te pido Dios mio, que me ayudes con mi debilidad, igual que a ese personaje que relatan los Evangelios, quiero decirte Señor que creo, pero que aumentes mi fe, creo pero aumenta mi fortaleza, quiero amarte con una profundidad mayor y te pido que me ayudes a trabajar mi cuerpo, cuidarlo, cambiar los hábitos que me hacen mal, para poder comenzar una vida nueva.
Te pido, Señor, que abras el Cielo para que podamos recibir tu sanidad, que tus ángeles nos rodeen, que Tu Espíritu Santo nos ministre para que podamos acceder a una nueva posibilidad de revisar nuestra vida y cambiar.
Abrime las puertas, Dios mio, que me conducen a una vida mejor, yo quiero cambiar aquello que me esta haciendo daño, aquello que me termina alejando de Vos.
Gracias Señor, tomo tu mano para que me conduzcas hacia la sanidad del cuerpo, hacia una calidad mejor de vida, la tomo fuerte Padre, y encuentro en Vos la fortaleza que yo no tengo en mi mismo, ayudame.
Creo en Vos, pero aumentá mi fe.
Como creyentes tenemos la posibilidad y la necesidad de ser sal, luz, de transmitir algo distinto hacia afuera, para que aquellos que no tienen la posibilidad o no han tomado la decisión de unirse a Dios puedan hacerlo, inspirados en nosotros como modelos de vida para ellos.
Daniel 3: 8 al 30: Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos. Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive. Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro; y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado. Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?
Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses. Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían. Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste. Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.
Frank, un señor que vive en Florida Estados Unidos, haciendo base en este texto de Daniel dice “en la actualidad, con la crisis financiera mundial, mi familia y yo podríamos enfrentar desafíos financieros que alterarían nuestras vidas, sin embargo el pasaje bíblico de Daniel, me recuerda que cuando enfrentamos circunstancias que nos atemorizan, nunca estamos sin esperanza. Este es un principio importante para el pueblo de Dios, aun en sus peores momentos. Los tres amigos de Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego, enfrentaron el peligro real del horno de fuego, pero parados en medio de él pudieron decir “el Dios al que servimos puede librarnos”. Aunque sus vidas físicas no fueran salvadas, continuaban depositando su confianza en Dios”.
2Timoteo 1.7: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Tenemos estas herramientas, “poder amor y dominio propio” para usar en cualquier crisis; más aun, Dios nos usa en los momentos difíciles para expandir el reino.
Ya no digas que no podes controlar tu sobrepeso ni aquellos hábitos que te están haciendo daño. Dios te dio el espíritu de poder, amor y dominio propio, para que puedas controlar tus debilidades, no lo vas a hacer con tu energía sino con la fuerza que te da el Espíritu Santo del Señor ministrando tu vida.
Hay personas alrededor nuestro que va a creer en la medida en que vean nuestros cambios.
Yo te pido Señor que nos ayudes en aquello en lo que somos débiles y a entender que hay otras personas que esperan nuestros cambios para cambiar.
Nos llamaste a ser luz y a ser sal, a ser agentes del cambio, a ser personas que tengan dominio propio sobre sus vidas, para demostrar a una sociedad debilitada espiritualmente que se puede ser distinto.
Declaro en nombre de Dios y por la autoridad de la sangre de Jesucristo, un cielo abierto para sanar tu vida y la mano del Señor bajando para conducirte a la sanidad de tu cuerpo, de tu alma y de tu espíritu.
La mano del Señor esta abierta, ahora falta que abras la tuya y la tomes para conducirte hacia una nueva vida.
Mi amigo Carlos Gordillo ya no tiene la oportunidad de cambiar, pero vos si la tenes, y el cielo esta abierto para ayudarte, pedile al Señor que te de la fortaleza necesaria, pero iniciá vos el camino hacia tu recuperación.
HECTOR SPACCAROTELLA
Río Gallegos Argentina
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