La fe de los grandes de la ciencia
Salmo 19: 1 al 6 Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría.
No hay habla, ni lenguaje, donde su voz no sea oída.
Por toda la tierra salió su hilo, y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol.
Y éste, como un novio que sale de su tálamo, se alegra cual gigante para correr el camino.
De un extremo de los cielos es su salida, y su giro hasta el término de ellos; y nada hay que se esconda de su calor.
Hay quienes piensan que tener fe es de ignorantes, de personas sin estudio.
Hay pensadores y científicos que creen que pueden conocer los secretos por los que todo el universo pudo desarrollarse espontáneamente, sin un plan premeditado.
He sido profesor de ciencias en colegios secundarios por quince años. Esta tarea me obligó a sumergirme en el mundo de la formulación de leyes, ecuaciones matemáticas, demostraciones sistemáticas y metódicas.
En muchas ocasiones me encontré asombrado queriendo demostrar frente a un pizarrón algo tan maravilloso que jamás el hombre podría llegar a soñar.
Los alumnos me preguntaban, a partir de su motivación interior, y me quedaba sin respuestas. No porque no conociera aquello que daba una explicación de libro a sus dudas, sino porque esa pregunta me llevaba a un plano en el que las únicas explicaciones las puede dar Dios.
Claro que no puedo ni remotamente ponerme a la altura de Einstein o Newton.
Pero muchas veces me pregunté si ellos en su enorme sabiduría y habiéndole dedicado su vida a la investigación científica, podrían encontrarse en medio de sus desarrollos matemáticos con esta emoción de descubrir que detrás de todo, estaba el Creador. Que sin Él nunca podría haber sido desarrollado un universo armonioso, perfecto y enormemente complejo como este que apenas comenzamos a descubrir los humanos.
Y un correo electrónico recibido me dio la pista de que era tiempo de compartir con vos lo que los grandes, los más grandes de la ciencia pensaban.
Johannes Kepler vivió entre 1571-1630, fue uno de los mayores astrónomos y matemáticos, convirtiéndose en una figura clave de la revolución científica.
Nació en el seno de una familia de religión protestante luterana.
Él seguramente descubrió con su telescopio la mano del Señor, cuando dijo: “Dios es grande, grande es su poder, infinita su sabiduría. Alábenle, cielos y tierra, sol luna y estrellas con su propio lenguaje. ¡Mi Señor y mi Creador! La magnificencia de tus obras quisiera yo anunciarla a los hombres en la medida en que mi limitada inteligencia puede comprenderla”
Nicolás Copérnico vivió entre 1473- 1543, fue el primer astrónomo que estudió la teoría heliocéntrica, es decir la que sostiene que el sol es el centro del sistema solar y no la tierra.
Entre los grandes eruditos de la Revolución Científica, Copérnico era matemático, astrónomo, jurista, físico, clérigo, gobernador, administrador, líder militar, diplomático y economista. Junto con sus extensas responsabilidades, la astronomía figuraba como poco más que una distracción, que sin embargo le permitió hacer algunos de los más importantes descubrimientos de la cosmosvisión moderna.
Él dijo: ¿Quién que vive en íntimo contacto con el orden más consumado y la sabiduría divina, no se sentirá estimulado a las aspiraciones más sublimes? ¿Quién no adorará al Arquitecto de todas estas cosas?
Isaac Newton vivió entre 1643 y 1727. fue un físico, filósofo, inventor y matemático inglés
fundador de la física teórica clásica. Formuló la ley de gravitación universal y el cálculo matemático. Las naves espaciales que hoy en día utilizamos no podrían ni siquiera salir de la Tierra si no se apoyaran en sus investigaciones.
Newton fue profundamente religioso toda su vida. Dedicó más tiempo al estudio de la Biblia que al de la ciencia.
Newton realizó varios cálculos sobre el "Día del Juicio Final", llegando a la conclusión de que este no sería antes del año 2060.
Tuvo una posición teológica muy firme y radical, y llegó a acusar a la iglesia romana de ser la bestia del Apocalipsis.
Rescato hoy uno de sus dichos en su libro “Principia Mathematica” : “Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo, no ha podido sino salir del plan de un Ser omnisciente y omnipotente. Es eterno e infinito y está presente desde lo infinito hasta lo infinito. Rige todo, y conoce todo cuanto es o puede ser hecho. No es eternidad e infinitud, sino eterno e infinito; no es duración o espacio, pero dura y está presente. Dura siempre y está presente en todas partes, funda la duración y el espacio”
André Marie Ampere vivió entre 1775 y 1836. Descubrió la ley fundamental de la corriente eléctrica y de la rama de la física que reconocemos como “electrodinámica”. Podría asumirse como el padre de toda la teoría científica que permite hoy el diseño de aparatos eléctricos y electrónicos.
Todo este poderoso desarrollo científico fue acompañado de una historia personal tortuosa, que únicamente pudo sostener con su fe y una vida de profunda oración. Muy frecuentemente era encontrado en los espacios libres entre sus clases en la Universidad de París, de rodillas en profunda oración en la iglesia. Él escribió: “¡Cuan grande es Dios, y nuestra ciencia una nonada!”
Albert Einstein (1879- 1955), fundador de la física contemporánea ( teoría de la relatividad y premio Nobel de física en 1921).
Einstein ha sido considerado, a nivel mundial, según estadísticas publicadas por los medios de comunicación social, la persona más importante del siglo XX.
El físico quiso dejar muy clara su posición respecto a su fe en Dios. Manifestó: «La generalizada opinión, según la cual yo sería un ateo, se funda en un gran error. Quien lo deduce de mis teorías científicas, no las ha comprendido. No sólo me ha interpretado mal sino que me hace un mal servicio si él divulga informaciones erróneas a propósito de mi actitud para con la religión. Yo creo en un Dios personal y puedo decir, con plena conciencia, que: en mi vida, jamás me he suscrito a una concepción atea. (…)
(…) Todo aquel que está seriamente comprometido con el cultivo de la ciencia, llega a convencerse de que en todas las leyes del universo está manifiesto un espíritu infinitamente superior al hombre, y ante el cual, nosotros con nuestros poderes debemos sentirnos humildes.
Max Plank , que vivió entre 1858 y 1947, fundador de la física cuántica y premio Nobel de Fisica en 1918 llega a la conclusión en el final de su enorme carrera científica, que:
“Toda la materia se forma y se mantiene sólo gracias a una fuerza que mantiene los átomos como al más diminuto sistema solar (…) Nada pues nos lo impide, y el impulso de nuestro conocimiento lo exige: relacionar mutuamente el orden del universo y el Dios de la religión. Dios está para el creyente en el principio de sus discursos, para el físico, en el término de los mismos"
Wernher Von Braun (1912- 1977), constructor alemán- americano de los cohetes espaciales, el hombre que construyó el sistema de propulsión que permitió al hombre llegar a la luna y a todos los planetas del sistema solar, dijo que: “Por encima de todo está la gloria de Dios, que creó el gran universo, que el hombre y la ciencia van escudriñando e investigando día tras día en profunda adoración Él”.
Hice un resumen solamente de muchos más testimonios de científicos de todo el mundo en relación con las conclusiones a las que arriban maravillados.
Claro que nada de es necesario para un creyente.
No fuimos convencidos por palabras de hombres sino por el mismo Dios de Abraham y de Moises. Él llegó hasta nuestro corazón un día para mostrarnos que es un Dios vivo.
Pero me conmueve el ver cómo luego de una vida de investigación, científicos que han llegado a ser destacados con un premio Nobel destacan que no hay forma de explicar el universo sin pensar en una mano inteligente detrás, un Creador.
Gente que ha dedicado su vida a encontrar respuestas, y que en el final de la carrera se dan cuenta que no las hay fuera de Dios.
No me pongo a la altura de Einstein o de Newton, como decía. Desde la humildad de mi poco conocimiento me conmuevo al saber que ellos, los grandes, los respetados del mundo terminaron hablando a todos que hay un Dios creador del cielo y de la tierra.
salmo 104:24 al 34 ¡Cuán numerosas son tus obras, oh SEÑOR! Con sabiduría las has hecho todas; llena está la tierra de tus posesiones.
He allí el mar, grande y anchuroso, en el cual hay un hervidero innumerable de animales tanto pequeños como grandes.
Allí surcan las naves, y el Leviatán que hiciste para jugar en él.
Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.
Tú les das, ellos recogen; abres tu mano, se sacian de bienes.
Escondes tu rostro, se turban; les quitas el aliento, expiran, y vuelven al polvo.
Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra.
¡Sea para siempre la gloria del SEÑOR! ¡Alégrese el SEÑOR en sus obras!
El mira a la tierra, y ella tiembla; toca los montes, y humean.
Al SEÑOR cantaré mientras yo viva; cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista.
Séale agradable mi meditación; yo me alegraré en el SEÑOR.
HECTOR SPACCAROTELLA
Río Gallegos
Argentina
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