Amigo mío, el filósofo dice que esta muy bien el que yo exhorte a la gente a leer la Biblia; pero que hay otras muchas ciencias más interesantes y útiles que la teología.
Muy agradecido, señor, por su opinión. ¿A qué ciencia se refiere usted? ¿A la de disecar escarabajos y coleccionar mariposas? “No, ciertamente no es a ésa.” ¿A la de tomar muestras de la tierra y hablarnos de sus diferentes estratos? “No, tampoco a esa precisamente.” ¿Qué ciencia,pues? “Todas ellas en general son más importantes que la Biblia.” ¡Ah!, ésa será su opinión, y habla de esa manera porque está lejos de Dios, pues la ciencia de Jesucristo es la más maravillosa de todas. Que nadie deje la Biblia porque no sea un libro de enseñanza y sabiduría, porque lo es.
¿Queréis saber de astronomía? Ella os habla del Sol de Justicia y de la Estrella de Belén. ¿De botánica? Sólo ella habla de plantas famosas como el Lirio de los Valles y la Rosa de Sarón. ¿De geología y mineralogía? En ella encontraréis la Roca de los Siglos y la Piedrecita Blanca con un nombre nuevo escrito, el cual ninguno conoce, sino aquel que lo recibe. ¿Queréis estudiar historia? Aquí están los anales más antiguos del género humano. Cualquier ciencia que sea, venid y buscadla en este libro. Vuestra ciencia está aquí. Venid, y bebed de esta plácida fuente de conocimiento y sabiduría, y seréis enseñados para vida eterna. Sabios e ignorantes, niños y hombres, los de blancos cabellos, jóvenes y muchachas, a vosotros hablo, os pido y suplico: respetad la Biblia y escudriñadla, porque pensáis que en ella tenéis vida eterna, y ella es la que da testimonio de Cristo. Spurgeon