A todos nos gustan las historias. A veces se cuentan solas. Una madre le preguntaba a su hijo si él se había comido los chocolates, y el pequeño, con voz de inocencia, dijo: No, mami. Pero su cara contaba otra historia. Estaba cubierta de chocolate.
Las historias nos pueden inspirar. Podemos escuchar una historia inspiradora y pensar: Yo quiero ser como esa persona. Las historias nos pueden servir de aviso. Escuchamos otra historia, y pensamos: No quiero terminar como terminó él.
Hoy continuamos con nuestro estudio de los últimos versículos de la carta de Pablo a los colosenses. El menciona a varias personas que envían sus saludos a la Iglesia de Colosas. Cada nombre representa una historia diferente. Vamos a escoger tres de estas historias para ver cómo nos pueden inspirar, y qué aviso nos pueden dar.
Abramos la Biblia en Colosenses 4, y leamos los versos 10 al 14 Aristarco, mi compañero de prisión, os envía saludos; también Marcos, el primo de Bernabé (acerca del cual recibisteis instrucciones; si va a vosotros, recibidle bien); y también Jesús, llamado Justo; estos son los únicos colaboradores conmigo en el reino de Dios que son de la circuncisión, y ellos han resultado ser un estímulo para mí. Epafras, que es uno de vosotros, siervo de Jesucristo, os envía saludos, siempre esforzándose intensamente a favor vuestro en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completamente seguros en toda la voluntad de Dios. Porque le soy testigo de que tiene profundo interés por vosotros y por los que están en Laodicea y en Hierápolis. Lucas, el médico amado, os envía saludos, y también Demas.
La primera persona que se menciona aquí es Aristarco. Cuando ustedes hagan la célula familiar de esta semana, van a aprender más acerca de él. Sólo les diré una cosa acerca de él. Parece ser que él acompañaba voluntariamente a Pablo. Pablo estaba en la cárcel cuando escribió esta carta, y Aristarco estaba allí con él, luchando a su lado en la guerra espiritual.
Luego encontramos a Marcos. De él es la primera historia que vamos a considerar. La historia de Marcos es una historia de restauración. Él era primo de Bernabé, el primer socio de Pablo en sus viajes misioneros. De hecho, Marcos también acompañó a Pablo y Bernabé en su primer viaje misionero. Sin embargo, no terminó bien.
A la mitad del camino, Marcos volvió atrás. Como resultado, Pablo no quiso llevarlo en su segundo viaje misionero. Marcos se rajó, y Pablo no quería estar de niñero con un miembro del equipo que en cualquier momento se podría acobardar. Bernabé, en cambio, era el que le había dado la oportunidad a Pablo cuando todos los apóstoles sospechaban de él. Ahora quería darle a Marcos una segunda oportunidad.
La riña entre Pablo y Bernabé fue tan grande que terminaron separándose. Pablo se llevó a Silas en su segundo viaje misionero, y Bernabé se llevó a Marcos y se fueron a otro lado a evangelizar. ¡Ya ven que los pleitos y la separación entre hermanos no son nada novedoso!
Pero lo que sucedió después sí fue algo inusual. Porque aquí, unos doce años después, encontramos a Marcos nuevamente trabajando al lado de Pablo. Pablo dice de él: Si va a visitarlos, recíbanlo bien. También dice que es uno de sólo tres judíos que colaboraban con él a favor del reino de Dios, que le habían sido de mucho consuelo.
Este es el mismo Marcos que luego escribió el evangelio que lleva su nombre. Según la tradición, llegó a servirle de traductor al apóstol Pedro, y lo acompañó en sus giras de predicación. Fracasó en su primer intento por servir al Señor, pero fue restaurado y llegó a ser un gran siervo.
No sabemos cómo fue restaurado Marcos. No sabemos quién tomó la iniciativa. Lo que es obvio es que Pablo estuvo dispuesto a perdonar su error y darle otra oportunidad. Marcos también tuvo la humildad suficiente para aceptar el perdón, y trabajar con el apóstol que antes lo había excluido.
La historia de Marcos es una historia que debería ser común en la Iglesia de Jesucristo, pero tristemente sigue siendo extraordinaria. Nuestro Dios es un Dios de restauración. Es un Dios que levanta al caído, que perdona al pecador arrepentido y que le dice a la mujer sorprendida en adulterio: "Ni yo te condeno. Ve, y no peques más." (Juan 8:11)
Pero nosotros parecemos creernos más justos que Dios. Difícilmente perdonamos a la persona que nos ha fallado. En lugar de buscar la restauración, buscamos defender nuestros propios derechos. Hermanos, escribamos más historias de restauración en la Iglesia de Cristo. Busquemos al caído y ofrezcámosle la mano. Si hemos sido ofendidos, perdonemos. En el mundo, la amargura y la falta de perdón son el plato del día; pero en el reino de Dios, no debe ser así.
La segunda historia que encontramos es la historia de Epafras. Este hombre les había predicado a los colosenses, y posiblemente era el fundador de su Iglesia. Pablo lo menciona en el capítulo 1, verso 7: "como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros". Era parte del equipo de Pablo, y ahora estaba con él en Roma. Sin embargo, no se había olvidado de los colosenses.
Si la historia de Marcos es una historia de restauración, la historia de Epafras es una historia de lucha en oración. Miren lo que Pablo dice de él: "Este siervo de Cristo Jesús está siempre luchando en oración por ustedes, para que, plenamente convencidos, se mantengan firmes, cumpliendo en todo la voluntad de Dios. A mí me consta que él se preocupa mucho por ustedes..." (v. 12, 13)
Aunque Epafras estaba lejos de la Iglesia en Colosas, él seguía ministrando a esta Iglesia. Lo hacía en oración, luchando por su bienestar. Clamaba a Dios, pidiendo que cuidara a los colosenses y les ayudara a crecer en su fe. Aunque su cuerpo estaba lejos de ellos, su corazón estaba cerca.
A la Iglesia le faltan guerreros de oración. ¿Por qué hay tan pocas historias como la de Epafras hoy en día? ¿Por qué hay tan poca gente de la que se podría decir que luchan en oración por el bienestar de otros? Quizás pensemos, sin jamás decirlo, que la oración es una pérdida de tiempo, porque no vemos resultados inmediatos.
Una vez vi una camiseta que decía: "El trabajo te compensará en el futuro, pero la flojera te da resultados inmediatos." Creo que mucha gente vive por este lema, desgraciadamente. Pero podríamos decir lo mismo de la oración: "La oración te compensará grandemente en el futuro, pero la flojera te da resultados inmediatos."
Quizás sea por eso que no estamos dispuestos a pasar mucho tiempo orando por nuestros hermanos, porque no vemos el resultado de inmediato. En realidad, esto representa una falta de fe en Dios. Con nuestra falta de oración le estamos diciendo: "No sé si existas, o si me puedas escuchar, pero no voy a perder el tiempo hablándote."
O puede ser que nuestro problema sea el del egoísmo. Creemos en la oración, pero nos preocupamos mayormente por orar acerca de nuestros propios problemas. No tiene nada de malo orar por nosotros mismos, por supuesto. Sin embargo, hay un poder muy grande en la intercesión.
¿Luchas en oración por tus hermanos? ¿Luchas de rodillas para que se mantengan firmes? ¿Luchas por tus hijos, pidiéndole al Señor que los lleve por caminos de bien? ¿Luchas por los líderes de tu Iglesia, para que Dios no les permita caer en tentación? Escribamos más historias de lucha en oración en la Iglesia de Cristo.
La tercera historia es la historia de Demas. Su historia es una historia triste, porque es una historia de distracción. Aquí no se nos dice mucho acerca de él. Sólo se menciona su nombre, como alguien que acompañaba a Pablo y formaba parte de su equipo. A estas alturas, sólo sabemos que era uno de los consiervos de Pablo.
Pero este hombre se vuelve a mencionar en 2 Timoteo 4:10. Esto es lo que Pablo dice allí de él: "Demas, por amor a este mundo, me ha abandonado y se ha ido a Tesalónica". Había algo en Tesalónica que Demas amaba más que el reino de Dios. Posiblemente era el dinero, porque Tesalónica era un centro de comercio. Como resultado, abandonó su lugar de servicio al lado de Pablo y regresó al mundo.
Esto es lo último que dice la Biblia acerca de él. No se vuelve a mencionar. ¡Qué triste comentario sobre una vida! "Por amor a este mundo, me ha abandonado." Es con buena razón que el apóstol Juan nos da este aviso: "No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Porque nada de lo que hay en el mundo -los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida- proviene del Padre sino del mundo." (1 Juan 2:15-16)
Cuando la Biblia nos dice que no amemos al mundo, no se refiere al mundo natural. No se refiere a las montañas, los lagos, el cielo o el mar. Más bien, se refiere a la humanidad en su rebelión contra Dios. Alrededor del mundo encontramos lujuria, codicia, arrogancia - cosas que van en contra de la buena voluntad de Dios para su creación. Estas cosas nos pueden parecer atractivas, pero tenemos que cuidarnos de ellas.
¿Qué te gustaría que fuera el comentario sobre tu vida? "Sí, antes iba a la Iglesia, pero amó el mundo y regresó a él. Sí, antes era un buen hombre de familia, pero amó mucho el mundo. Sí, antes hablaba a todos de Cristo, pero amó mucho el mundo." Primera de Corintios 10:12 dice así: "Si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer."
Dime: ¿qué clase de historia estás escribiendo con tu vida? ¿Estás escribiendo historias de restauración, como la de Marcos? ¿Escribes una historia de lucha en oración, como Epafras? Espero que ninguno de nosotros escriba una historia de distracción, como la de Demas.
En realidad, las primeras dos cosas nos ayudarán a evitar la tercera. Si buscamos siempre la restauración y luchamos en oración, será mucho más difícil que caigamos en la distracción. Tu vida es una historia que se va escribiendo, y tus decisiones son la pluma. ¿Qué clase de historia quieres escribir?
Pastor Tony Hancock