LOS QUERIDOS ABUELOS
Cuando la vida nos permite tener a nuestra madre o padre a nuestro lado, viviendo con nuestros hijos, es maravilloso. Ellos nos llenan de sabiduría.
Con ellos todo se envuelve en consejos y recuerdo. Esos ayeres que para ellos son un tesoro y para nuestros hijos son como una fábula que los mantiene sentados escuchando atentamente.
Los abuelos pueden hablar de cualquier tema, apoyarte y aconsejarte. Ellos aman a tus hijos y tienen más tiempo para ellos, para darles consejos y mucho amor, porque su ciclo de labores ha concluido y ahora están dedicados a su familia.
¿Pero qué sucede cuando uno de los dos fallece? ¿Qué sucede cuando tienes sólo a tu madre, que necesita de tus cuidados, que te necesita hasta para las cosas más sencillas? ¡Cuánta paciencia requiere cuidarlos! Paciencia que a ratos sientes que se te acaba.
Muchos hijos que viven esa situación no valoran que sus padres aún estén vivos, no aprovechan su sabiduría, ni disfrutan de la dicha tan grande de tenerles con ellos. Les mantienen ahí, callados, haciéndoles sentir que estorban. No aprecian su magia pura, su sonrisa que aprieta el corazón, ni su rostro ajado por los años que ha llorado infinitas veces por ellos, por sus ausencias, por su falta de amor.
Cómo dar alegría a los abuelos:
Escúchales! Una de las cosas más importantes es saber escucharles… Llénate de paciencia y escúchales y disfruta de sus anécdotas. Seguramente equivocarán nombres, fechas y olvidarán muchas cosas, pero tú debes estar atenta a sus palabras.
Evita descargar tu rabia sobre ellos. Nunca les lastimes con palabras como: “¡ya me cansé de verte y de tener que levantarme a cada rato para llevarte al baño!”
Sácales a pasear. Quizás ellos ya no puedan valerse por sí mismos, pero para eso estás tú. No lo hagas por obligación. Al contrario, devuelve un poco de todo lo que te han dado. Verles la felicidad en sus ojitos te hará sentir satisfecha.
Sé agradecida y haz que se sientan valorados. Sé que no pediste nacer, que traerte al mundo fue decisión de ellos, pero lo hicieron por amor. Te educaron con amor, sanaron tus heridas y te acunaron en tus momentos de temor en esas noches oscuras. Te dieron tanto y de tan buen modo que mira ahora en lo que te has convertido: ¡Una mujer fuerte y segura!
Ámalos y mímalos, son tuyos.
Piensa en todo lo que representan en tu vida y ámalos. Dales todo lo que puedas darle. Vale la pena verles sonreír y disfrutar de sus últimos años de su vida
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