Desde
el monte
Isaias 40 :9 Súbete a un alto monte, oh Sion, portador de buenas nuevas; levanta con
fuerza tu voz, oh Jerusalén, portadora de buenas nuevas; levántala, no temas.
Di a las ciudades de Judá: Aquí está vuestro Dios.
El capítulo 40 del libro de Isaías es uno de mis
favoritos. Leo cada uno de sus versos y me regocijo al sentir que cada frase
está llena de contenido espiritual para mi vida. Si no lo leíste hasta ahora te
invito a hacerlo. Pero no lo leas a las apuradas, es como un buen postre. Los
que somos golosos aprendemos que para disfrutar de un postre rico, tenemos que
tomar una cucharita de café de las chiquitas y comenzar a deleitarnos
lentamente con él. Cada porción que va a nuestra boca es degustada a pleno,
tratando de sacarle todo el gusto.
Así te sugiero que hagas con Isaías 40. Cuando estés
dispuesto a recibir palabra de Dios para tu vida, cuando sientas que necesitás
ayuda del Señor porque estás demasiado apaleado por el presente, entonces
sentate en el lugar más cómodo de tu casa en silencio y comenzá a degustar
estas cucharadas de Espíritu Santo que te han sido servidas especialmente.
Reconozco porque así lo pude comprobar a lo largo de
estos años de caminar en el camino hacia Jesús, que dentro del cristianismo hay
mucha gente lastimada, abatida, defraudada. Personas que han entregado
honestamente su corazón a Jesús y que estaban dispuestas a cambiar sus vidas;
que pensaron que una puerta se estaba abriendo ante sus ojos. Una puerta de
esperanza.
Al comenzar a caminar en Cristo se vincularon con mujeres
y hombres y comenzaron a congregarse en una iglesia cristiana.
Pero justamente allí había mujeres y hombres. Y al haber
seres humanos estaban presentes también todas las miserias humanas. Encontraron
envidia, celos, ambición, mentiras, mediocridad, hipocresía.
Claro que también las hay afuera, pero a veces se piensa
que adentro de una congregación religiosa las cosas pueden ser distintas.
Y no es así.
Justamente un amigo me compartía hoy que fue invitado a
participar de un casamiento en una iglesia cristiana. Él no era creyente, pero
a partir de ese casamiento comenzó a participar periódicamente en las
reuniones. Su comentario de hoy fue que estaba desencantado, porque encontró
dentro de la congregación gente que padecía las mismas situaciones, tenía las
mismas debilidades, falta de fe, pecados, que afuera.
Yo le expliqué que lo que pasaba dentro del templo era lo
mismo que afuera. Es más, es ideal que los que entren sea buscando soluciones
justamente a esos problemas de la vida que padecemos todos.
Claro que esos golpes al alma duelen más dentro del
templo, porque la gente tiene las defensas bajas.
Andamos por la vida siempre a la defensiva para
protegernos de los golpes de personas que quieren dañarnos. Pero dentro de la
congregación bajamos el escudo de defensa y nos abrimos para dar y recibir
abrazos, para encontrar el cariño que muchas veces no encontramos afuera.
Y vienen los palos.
Palos espirituales que nos encuentran con los brazos
abiertos, y llegan directo al centro de nuestro corazón.
Sé que esto de lo que hablo te paso. Creo que de algún
modo nos pasó a todos.
Por eso es que 9 de cada 10 “nacidos de nuevo” están
encerrados en sus casas y no se congregan.
Y siento que si vos y yo tuvimos la fortaleza de poder
salir adelante, si pudimos hacer nuestro esa frase de Jesús relatada en Lucas:
Lucas 18:27 “Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios”
… y pese al dolor de los golpes recibidos nos mantuvimos
en el camino, es que tenemos una misión que cumplir. Una tarea que llevar
adelante.
En Río Gallegos, la ciudad donde vivo, hay alrededor de 40.000
personas que han hecho su oración de fe, que entregaron su vida a Jesús, que
aceptaron que venga a reinar en sus vidas, pero que no se están congregando.
¿cuál sería la fuerza transformadora de una Iglesia de
Cristo de 30 o 40 mil almas en nuestra ciudad, que en total tiene 120.000
habitantes?
¿Seguiríamos luchando con el alcoholismo y las drogas en
nuestros jóvenes?
¿Seguiríamos escuchando a nuestros concejales municipales
debatir sobre las llamadas “casitas de tolerancia” (prostíbulos y cabarets)?
¿Seguiríamos tolerando a funcionarios corruptos que piden
coimas para quedarse con parte del dinero que nos pertenece a todos?
Estoy seguro que la fuerza espiritual de nuestras
iglesias cristianas cambiaría la sociedad.
Por eso es que hoy comparto con vos este mensaje. Porque
tenemos una tarea para hacer, que está relatada en Isaías 40.
Isaías 40:1 y 2 Consolad, consolad a mi pueblo--dice vuestro
Dios. Hablad al corazón de Jerusalén y decidle a voces que su lucha ha
terminado, que su iniquidad ha sido quitada,
que ha recibido de la mano del SEÑOR el doble por todos sus pecados.
Para esos hombres y mujeres el camino hacia Dios se ha puesto demasiado difícil
De escalar. Se han encontrado con precipicios, con enormes montañas, con valles
oscuros y desiertos estériles. No saben qué hacer, se sienten vacíos, se
deprimen, intentan suicidio, se drogan, se alcoholizan, llevan vidas
promiscuas.
Y es tarea tuya y mía hacer que esa realidad cambie. Hay una voz
clamando por nuestra tarea. Hay una voz que nos está hablando hoy mismo a vos y
a mí para que salgamos de nuestra quietud. Escuchala:
Isaías 40: 3 y 4 Una voz clama: Preparad en el desierto camino al SEÑOR; allanad en la
soledad sendero para nuestro Dios.
Todo valle sea elevado, y bajado todo monte y collado; vuélvase llano el
terreno escabroso,
y lo abrupto, ancho valle.
Sé lo que debés estar sintiendo, es que esto de hacer de máquina niveladora humana no es fácil.
Es mucho más cómodo quedarnos dentro de nuestros templos levantando las manos y
nuestra voz en alabanza y adoración a Dios.
Pero Él sabe que ya va a venir el tiempo cuando estemos en su gloria, en
que podremos dedicar toda nuestra energía a alabarle.
Ahora hay una tarea que hacer. Hay muchas almas puestas bajo nuestra
responsabilidad. Almas que no pueden seguir perdiéndose mientras vos y yo nos
quedamos sentados en la banca. Almas que están esperando que alguien les
muestre que más allá de la mediocridad humana, hay un Dios todo poderoso vivo y
real esperándolo. Un Dios que más allá de la palabrería de los hombres, puede
realmente cambiar sus vidas para siempre.
Isaías
40: 5 Entonces será
revelada la gloria del SEÑOR, y toda carne a una la verá, pues la boca del
SEÑOR ha hablado.
¿Pero cuál es el mensaje? ¿Qué tenemos que salir a decir
al mundo? ¿Cómo levantamos a aquellos hermanos caídos, lastimados y golpeados?
Mostrando el camino hacia Dios. Enseñándoles que deben
levantar la vista más allá de la altura de sus ojos. Levantar la vista más
arriba que la altura de los hombres, y mirar hacia el Cielo.
Ese es nuestro mensaje. Seguí leyendo conmigo en Isaías
40.
Isaías 40:6 y 7
Una voz dijo: Clama. Entonces él respondió: ¿Qué he de clamar?
Toda carne es hierba, y todo su esplendor es como flor del campo. Sécase
la hierba, marchítase la flor cuando el aliento del SEÑOR sopla sobre ella; en
verdad el pueblo es hierba.
Sécase la hierba,
marchítase la flor, mas la palabra
del Dios nuestro permanece para siempre.
Más allá de los hombres, de lo que vemos con nuestros
ojos, existe un Dios real que está con los brazos abiertos dispuesto a
abrazarnos. Todo este esplendor que vemos en los personas, esta vestimenta que
parece convertir a mujeres y hombres fariseos del siglo XXI, hay un Amor que no
decae ni envejece, que no se tiñe de mediocridad ni de falsas pasiones, que no
se ve afectado por las agrias miserias de quienes caminamos sobre esta tierra.
Es tiempo de subir al monte, hemos sido elegidos para
esta tarea. Es tiempo de subir a la altura necesaria para que todos escuchen el
mensaje.
Isaías 40: 9 al
11 Súbete a un alto
monte, oh Sion, portador de buenas nuevas; levanta con fuerza tu voz, oh
Jerusalén, portadora de buenas nuevas; levántala, no temas. Di a las ciudades
de Judá:
Aquí está vuestro Dios. He aquí, el Señor DIOS vendrá con poder, y su brazo
gobernará por El.
He aquí, con Él está su galardón, y delante de Él su recompensa.
Como pastor
apacentará su rebaño, en su brazo recogerá los corderos, y en su seno los
llevará (…)
Isaías 40:9 dice algo más. Y es parte del mensaje que
tenemos para dar. Es necesario subir a
una alta montaña.
Es posible que la persona con la que hablamos esté
sufriendo las consecuencias de un fracaso. Y esto sea para él o ella tan
doloroso que ya no espera escuchar buenas noticias.
Sin embargo, una respuesta se proclama desde la montaña: “Aquí está su Dios”.
Isaías recuerda a los hijos de Dios que nuestro Padre celestial es una ayuda
siempre presente en los momentos de crisis, pero que debemos buscar su
provisión. Tenemos que salir de nuestra quietud y subir la montaña para
encontrarlo.
No importa qué difícil sea el presente, siempre tenemos la buena noticia de que
Dios está cerca. Subir a la montaña implica acción. No hay toma de ganancia si
sólo nos lamentamos.
Subir a una montaña significa cambiar nuestra posición: es un acto simbólico de
romper con la rutina que nos condujo a circunstancias desfavorables. Con un
cambio de postura ganaremos y mejoraremos nuestra perspectiva.
Subir a la montaña implica mirar hacia arriba, sólo al
Cielo. Nadie puede subirla mirando hacia abajo. Significa despegarse de los
desengaños de la iglesia de los hombres y buscar la Iglesia de Jesús.
Pero cuidado, esto es lo que puede llevar a pensar en
aislarnos y quedarnos en casa.
Es necesario experimentar la presencia de Dios.
Tenemos que animar a las personas a resistir la tentación
de quedarse en casa en vez de asistir a la reunión de estudio bíblico o de
alabanza. Es necesario subir a una montaña, ir a la iglesia, cantar canciones
de fe y experimentar el poder
terapéutico de la presencia de Dios.
Él sana tu cuerpo, tu alma y tu espíritu.
Nuestro llamado es a mostrar el camino hacia Dios, a
enseñar la senda para subir su montaña.
Isaías 40: 28-31 ¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? El
Dios eterno, el SEÑOR, el creador de los confines de la tierra no se fatiga ni
se cansa. Su entendimiento es inescrutable. El da fuerzas al fatigado, y al que
no tiene fuerzas, aumenta el vigor.
Aun los mancebos se
fatigan y se cansan, y los jóvenes tropiezan y vacilan, pero los que esperan en
el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán
y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.
De eso se trata. De esperar en el Señor y no en los
hombres. De subir la montaña buscando Su presencia. Y de buscar fortaleza en Él, para ya no
sentirnos defraudados por las debilidades de los hombres.
El texto de Isaías habla de esperar en el Señor. De
confiar en Él, incluso cuando las dificultades atacan. En las batallas que
libramos no siempre apelamos a la ayuda de Dios. Su fuerza está disponible,
pero debemos pedírsela. Jesús dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7). La promesa contenida
en Isaías 40:31 es una invitación a confiar en el poder de Dios, no en nuestra
fuerza.
Ese es el mensaje, esa es nuestra tarea con los abatidos
y cansados. ¿Subiremos la montaña?
HECTOR SPACCAROTELLA
tiempodevocional@hotmail.com
www.puntospacca.net
Recibí
reflexiones diarias en “Tiempo Devocional” de Facebook.
(tomando ideas
y algunos textos de una reflexión sobre Isaías 40 de Steve Andrews titulada
“con Alas de Águila”).