Parte 58
Terminado este tedioso estudio, fui conducido a la cama que me habían asignado en el hospital en espera de lo que el médico angiólogo me comunicara el resultado para llevar a cabo la operación de carótida.
Al otro día en la mañana, en el recorrido que normalmente hace un médico para checar a sus pacientes, al llegar hasta donde yo me encontraba, revisó mi expediente, movió su cabeza, me miró fijamente y me dijo: Don José Luis, parece que tendremos que hacerle otro angiograma porque algo falló, ya que este estudio que se le acaba de realizar no nos da la información suficiente para poder proceder, por lo que será necesario repetir el proceso mañana en la mañana perforando esta vez la vena femoral del lado izquierdo. Yo asentí sin llegar a comprender por qué había sucedido eso.
Al otro día fui conducido nuevamente a la sala de operaciones, y esta vez ya no me sujetaron, porque a decir de los médicos, yo era ya un veterano en esas lides y confiaban en que yo no hiciera algún movimiento brusco, a lo que respondí que así sería, porque mi confianza estaba en ellos a través de mi Señor Jesús, lo cual, ellos agradecieron.
Se llevó a cabo la segunda intervención en la misma forma descrita en la primera, y cuando esta concluyó fui llevado nuevamente a mi cama a esperar lo que el médico me diría al día siguiente.
Esa noche, platicando con mi esposa que soportaba con valentía las incomodidades que estaba pasando de día y de noche al pie de mi cama, y que cualquiera que haya pasado por algo parecido comprenderá perfectamente, comentábamos, que a pesar de lo que nos estaba sucediendo, todo estaba resultando más sencillo de lo que hubiéramos podido imaginar, desde que comenzó este calvario hasta esos momentos en que nos encontrábamos tomados de la mano en los que nos confortábamos uno al otro con el amor y misericordia de Jesucristo Nuestro Señor.
Cuando amaneció y al médico le tocó visitarme, mi esposa y yo esperábamos impacientes su diagnóstico, y como en una película, volvió a mirar mi expediente y una expresión de asombro asomó en su rostro, me miró fijamente y me dijo: Don José Luis, no va a ser posible que lleve a efecto su operación. Mi esposa y yo nos miramos sorprendidos y le preguntamos con cierta preocupación: ¿por qué médico? El nos dijo sorprendido: ¡Porque no tiene usted nada que operar! las angiografías no muestran ningún trombo o arteroma en ninguna parte de su cuerpo, por lo que no se hace necesaria ninguna intervención, así que, ¿de qué lo opero?
Mi esposa y yo nos miramos unos instantes tratando de entender lo que estábamos escuchando, entonces miramos al médico y le preguntamos: Médico Canales, ¿ Acaso en los estudios anteriores que trajimos con nosotros no mostraban fehacientemente la obstrucción en la carótida izquierda, desde el ultrasonido hasta el dopler en colores? el médico contestó: Así es, a lo que volvimos a preguntar: entonces, ¿ qué pasó médico,? no lo sé, contestó, lo que si les digo, es que mi intervención como angiólogo ya termino con ustedes, pero les voy a presentar a un médico neurocirujano, para qué, si usted así lo desea, él pueda operarlo del tumor hipofisiario en su cerebro.
Después de lo que nos dijo el médico Canales, mi esposa y yo inmediatamente pensamos, que el milagro que le pedimos al Señor para que fuera retirado de mi cuerpo lo que causaba que tuviera que ser intervenido quirúrgicamente, se había hecho realidad, lo cual agradecimos infinitamente al Señor, ya que a pesar de seguir siendo ignorantes de su Palabra nos había escuchado.
Momentos después se hizo presente el médico Canales acompañado por el Neurocirujano Reyes Savignon, quién después de revisar la tomografía de cráneo y las placas de la resonancia magnética que se me habían realizado, nos miro, y confiadamente nos dijo: Sí, si usted quiere yo lo opero.
El médico Neurocirujano Reyes Savignon es un personaje delgado, joven y bajo de estatura, que tiene que usar lentes graduados por necesidad, y que en esos momentos nos dio la apariencia de no darle mucha importancia a las cosas, sin embargo, por lo que habíamos pasado hacía unos momentos, sentimos que él era la persona indicada por el Señor para llevar a cabo la operación a pesar de los comentarios que habían externado otros médicos con respecto a ello.
Le contesté que sí, que estaba bien, a lo que procedió a requerir una evaluación física a mi clínica en el Seguro Social de Xalapa para que posteriormente me fueran hechas otras evaluaciones con el médico anestesiólogo en Veracruz.