CUANDO ERAS NIÑO, ¿TE PREGUNTASTE ALGUNA VEZ CÓMO SERÍA TU MATRIMONIO ALGÚN DÍA? Si eres mujer, ¿viviste la fantasía de crecer para tener un día una boda como las de los cuentos de hadas? Si lo hiciste, estaría dispuesto a apostar que en tus sueños, tu esposo tenía todo el aspecto de una estrella de cine y un cabello impecable. Cuando comenzaron su vida de fantasía, apostaría a que él te cargó para pasar el umbral de la puerta en tu perfecta casa, un hogar encantador con hermosas persianas y un césped perfectamente cortado, rodeado por todas tus flores favoritas.
Y ese maravilloso hombre de tus sueños estaba loco de amor por ti. En su unión tuvieron el número ideal de hijos, todos preciosos, y cada uno de ellos con el nombre perfecto. (Por supuesto, para entonces eras demasiado joven para prestarles atención a detalles como el aumento de peso durante el embarazo, las marcas de estiramiento en la piel y las cesáreas.) En tu hermoso sueño, los miembros de tu familia habrían podido servir de modelos para esas fotografías que vienen con los marcos cuando los compramos.
Y ahora, ¿qué tal los varones? Cuando eras adolescente, ¿cuáles eran tus sueños acerca de tu matrimonio?
Sigo adivinando, pero apostaría a que tu esposa sería muy parecida a las modelos que salen en bikini. También apostaría que sería rubia (o cualquiera que sea tu color de cabello favorito), si es que pensabas siquiera en detalles como ese. De hecho, también apostaría que no me podrías decir de qué color tendría los ojos la mujer de tu fantasía. En cambio, sí te puedo apostar que con toda seguridad pensabas que iban a tener relaciones sexuales dos veces al día... ¡y tres los domingos!
Ahora, permíteme preguntarte, tanto si eres hombre como si eres mujer: ¿todavía sigues soñando, o ya te has encontrado con la realidad?
¿Es tu matrimonio lo que esperabas que fuera?
Unas expectativas grandiosas
Lo cierto es que todos llevamos al matrimonio toda clase de expectativas. Nos imaginamos cómo va a ser, fabricando en nuestra mente unas circunstancias ideales. Pero entonces, cuando de manera inevitable el matrimonio no cumple con esas expectativas, muchos de nosotros sentimos el choque: decepción, desilusión, sufrimiento, ira, frustración, desespero y muchas veces llegamos al divorcio. Nos preguntamos qué fue lo que no funcionó cuando pensábamos que habíamos encontrado al compañero o la compañera perfecta. Nos preguntamos cómo podemos haber estado tan equivocados acerca de esa persona con la que pensábamos que queríamos pasar el resto de la vida.
Pero esta es la dura realidad acerca del matrimonio: nunca se cumplen todas las expectativas de nadie. Esas expectativas se basan en fantasías románticas, películas sentimentaloides, imágenes retocadas de unos cuerpos perfectos y unas actitudes sumisas. La dura realidad es que todos somos seres humanos imperfectos.
Tal vez te hayan herido en alguna relación del pasado. O quizá hayas visto pasar por un divorcio a tus padres. Tal vez incluso ahora mismo tengas una relación que sabes que está sobreviviendo a base de vida artificial. Debido a tus propias experiencias, no puedes menos que preguntarte: «¿Es incluso posible tener un buen matrimonio... y ni pensar siquiera en uno magnífico?».
Llámame loco, pero creo con todo el corazón que sí, es posible tener un matrimonio magnífico. No solo una relación saludable, sino una que también esté llena de amor, que florezca, y en la cual cada uno de ustedes pueda ayudar al otro a alcanzar la plenitud de su potencial. Entonces no es de sorprenderse que no sea fácil tener esta clase de matrimonio. Hay que trabajarlo, exige unas formas específicas de hacerlo. Lo cierto es que no tienes probabilidades de tener siquiera un matrimonio mediocre, si te limitas a hacer las mismas cosas que todos los demás están haciendo.
Es fácil ver por qué esto es cierto. Es fácil encontrar unas estadísticas horripilantes, que lo dejan a uno paralizado... en las revistas, en Internet e incluso en la vida de nuestros amigos y parientes. Alrededor del cincuenta por ciento de los matrimonios no perduran. Y si ustedes son jóvenes, digamos, de menos de veinticinco años de edad cuando comienzan su vida de casados, ¿sabes una cosa? tus probabilidades son peores aún. Y no importa que ganen mucho dinero, o tengan muchos estudios, o tengan una procedencia étnica determinada; ni siquiera si son cristianos o no. Estadísticamente, es una cuestión de cara o cruz para casi todo el mundo.
Incluso, entre el cincuenta por ciento o más que se mantienen casados, sabemos que gran cantidad de ellos son miserables. No tienen ninguna intimidad real. Se sienten insatisfechos en su vida y en sus sueños. Hay una gran cantidad de parejas que «permanecen juntos por proteger a sus hijos», o porque tienen miedo de estar solos y ser padres solteros. Al parecer, cada vez es
más frecuente en la generación inmediatamente anterior a la mía el divorciarse tarde en la vida, una vez que su último hijo se ha independizado del hogar.
Comoquiera que lo mires, si decides casarte tienes un gran número de probabilidades en tu contra. Así que tómate un momento para pensar esto conmigo: ¿en cuáles otros aspectos significativos de tu vida estás dispuesto a conformarte con unas probabilidades de cincuenta y cincuenta?
Cuando las posibilidades están en un cincuenta y cincuenta en cierto aspecto de tu vida que es importante, cambias de conducta. No te limitas a seguir haciendo lo mismo que los demás. Los resultados son evidentes; te rodean por todas partes. Tú ya sabes cómo van a evolucionar. En ese caso, ¿por qué arriesgarte con tu matrimonio? ¿No querrías hallar una manera mejor de hacer las cosas y mejorar las probabilidades a tu favor?
Donde yo vivo, antes de recibir la licencia para conducir un auto, hay que asistir a unas clases y aprobar un examen escrito. E incluso después de todo eso, todavía hay que aprobar el examen práctico para conducir. Una vez aprobado el examen, uno tiene que ir a esperar al Departamento de Vehículos y Motores para pagar la tarifa y recibir su licencia.
En cambio, si te quieres casar, todo lo que tienes que hacer es presentar un cheque de cincuenta dólares para que te den una licencia de matrimonio. No hay clases, no hay examen escrito, no hay consejería con las parejas, no hay seminarios para la resolución de conflictos y no te hace falta demostrar que tienes la más ligera idea de qué es en lo que te estás metiendo. Es absurdo que puedas entrar en un compromiso que se supone que deba durar toda la vida, sin ninguna preparación en absoluto.
Lo cierto es que en nuestra cultura actual, la mayor parte de las parejas se pasan meses y meses planificando y preparando su boda. Discuten incansablemente hasta llegar a acuerdos sobre unos detalles insignificantes, como el color que deben tener las invitaciones, de qué tipo serán, la clase de arreglos florales que se van a poner, la clase de ropa que se van a llevar y los platos que se van a servir en la recepción. Se pasan horas y horas de tiempo y esfuerzo, y se gastan miles de dólares. Sin embargo, estas dos mismas personas tan minuciosas no invierten absolutamente nada en la preparación de su relación dentro del matrimonio. Una boda que tenga éxito podrá durar tal vez una hora (sin contar la recepción). ¿Afirmas que quieres que tu matrimonio dure hasta que la muerte los separe y no se merece por lo menos la misma previsión y la misma atención a los detalles?
Si todavía no te has casado, te tengo una magnífica noticia. Aún estás a tiempo para tener un buen comienzo. Puedes aprender a hacer las cosas de una manera diferente a la de este mundo; diferente a más del cincuenta por ciento de las parejas que te rodean. Estás de suerte. No es demasiado tarde para aprender a hacer las cosas a la manera de Dios. Te puedes preparar para algunas de las situaciones más difíciles antes que estas lleguen al umbral de tu puerta. Te puedes unir con esa otra persona en una vida que honre a Dios y los honre a ambos mutuamente. Pueden edificar juntos algo que no sea solo un acuerdo legal; que no se limite a unas firmas en un pedazo de papel, sino que sea un pacto espiritual ante un Dios santo; una vida de adoración. Si le dan el primer lugar a Dios, él les concederá con toda seguridad la clase de matrimonio que quiere que ustedes tengan. Le deleita hacerlo.
Si ya estás casado, también tengo una noticia magnífica para ti. Si no comenzaste con el pie derecho, aún no es demasiado tarde. O incluso si comenzaste bien, pero en algún lugar del camino perdiste el paso que llevabas, sigue habiendo esperanza. ¿Has visto alguna vez esos vídeos de antes y después en los que aparecen personas que han perdido una gran cantidad de peso después de haberse dedicado a algún programa de ejercicios? ¿Cómo les sucedió eso? Dejaron de hacer las cosas que estaban haciendo antes y comenzaron a hacer algo distinto.
Los planes de Dios para tu matrimonio todavía te ofrecen una esperanza y un nuevo comienzo. Todo lo que hace falta es dejar de hacer lo que has estado haciendo: esas mismas cosas que todos los demás hacen; esas cosas que llevan al cincuenta por ciento de los matrimonios al fracaso; y comenzar a vivir lo mejor que Dios tiene para tu matrimonio.
Desde ahora en adelante
Mi esposa Amy y yo no tenemos un matrimonio perfecto; está muy lejos de serlo. Pero nos amamos más ahora que cuando hicimos los votos matrimoniales, hace ya más de veintitrés años (y seis hijos). Descubrimos que la clave del éxito en el matrimonio es algo que tú has oído antes. Sin embargo, tal vez no hayas pensado en lo que significa. La clave para un matrimonio gozoso, que dé vida, comienza cuando llegas a comprender por completo estas sencillas palabras: «Yo [y aquí pon tu nombre] te tomo a ti [aquí va el nombre de tu pareja] para tenerte y protegerte desde ahora en adelante».
Esas cuatro pequeñas palabras están repletas de esperanza, desbordantes de promesa: «Desde ahora en adelante».
Lo que sucedió en el pasado de ustedes ya no importa. ¿Hicieron mal las cosas mientras eran novios? Ya no importa. ¿Les ha costado trabajo comunicarse? No hay problema. ¿Has dicho cosas que nunca habrías querido decir? Ya pasó. ¿Han hecho cosas que lamentan haber hecho? Está bien. Las misericordias de Dios; sus manifestaciones de compasión, nunca fallan. Son nuevas cada mañana. Y él es siempre fiel (Lamentaciones 3.22–23).
Tracen una línea divisoria hoy mismo. Su nueva vida amorosa para siempre, la nueva aventura de amor entre los dos, el matrimonio más maravilloso que se puedan imaginar, comienza ahora. Hoy. Desde ahora en adelante. Ahora mismo, en este momento, puedes comprometerte a que todo lo que suceda a partir de este instante va a representar tu sagrado compromiso con tu cónyuge ante un Dios santo. «Desde ahora en adelante».
Craig Groeschel es pastor fundador y pastor principal de LifeChurch.tv. LifeChurch.tv es una de Estados Unidos ubicada en varias localidades con más de ocho cultos de adoración semanales congregados en doce localidades, incluyendo un campus en línea.