A los Corintios, Pablo dijo: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1 Corintios 12:7, énfasis añadido). Allí nos está mirando. Ahora, ¿qué vamos a hacer con este versículo? La infalible Palabra de Dios dice que la manifestación del Espíritu Santo nos fue dada a cada uno para provecho. A cada uno, no sólo a los apóstoles. Piensa en el impacto de ese versículo. ¿Es eso algo que predicamos? ¿Lo creemos? ¿Lo esperamos? Dios nos ha prometido a cada uno de nosotros una manifestación, sobrenatural por definición, del Espíritu Santo. Es parte de ser cristiano.
Una de las maneras en las que el Espíritu glorifica a Cristo es edificando su Cuerpo, lo cual es para provecho. Puesto que la iglesia es un organismo espiritual, necesita de un ministerio espiritual para edificarla. Y el ministerio espiritual sólo puede darse cuando el Espíritu Santo se muestra a través de vasos humanos.
Aquellos que se dedican a los falsos despliegues y enseñanzas del Espíritu han espantado a muchas personas sinceras que aman sus Biblias. Alguien que verdaderamente ama la Palabra ve tales despliegues y dice: “No, gracias. Cantemos algunas canciones seguras de alabanza, tengamos un buen estudio bíblico y luego vayamos a casa”. Pero nuestro Señor Jesucristo nunca quiso que su iglesia operara sin visitaciones ni bendiciones del Espíritu viviente de Dios. ¿Por qué enviaría a otro Consolador si no es para ayudarnos? Basta con mirar al mundo. ¿No vemos la obvia necesidad de algo fresco de parte de Dios para vencer las poderosas influencias del mal?
La iglesia primitiva estaba viva y activa debido al Espíritu Santo. No hay ni siquiera un versículo que relegue la importancia y la vitalidad del Espíritu solamente a la iglesia del Nuevo Testamento. Tenemos que creer que el Espíritu Santo está presente para nosotros hoy.
Jim Cymbala