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General: DESNUDO Y DESPOJADO
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Néstor Barbarito  (Mensaje original) Enviado: 06/07/2018 23:04

 

 

Les pido perdón a mis hermanos si ya hubiera subido a la página este comentario mío, que escribí hace tiempo, fruto de una “lectio divina” o meditación-oración, por lo general cotidiana, que a veces luego pongo por escrito para esclarecer y fijar mejor las ideas. Creo que es lo que mis hermanos evangélicos llaman “devocional”.  No recuerdo haberlo subido, pero mi memoria no es una buena garantía.

Dice Romano Guardini, que «Durante la agonía de Jesús en la Cruz, María está a su lado, destrozado el corazón por el sufrimiento. Está esperando una palabra de su hijo, el cual le dice, mirando a Juan: Mujer, he ahí a tu hijo. Y al discípulo: He ahí a tu madre (jn.19, 26/7). Quedaba expresada en estas palabras la solicitud del hijo agonizante, pero el corazón de María capta, ante todo, otro sentido1: […] Él la aleja de sí. Está completamente absorbido por la “hora” que “ha llegado”, grande, terrible, ilimitadamente exigente, que lo presenta ante la justicia divina en completa soledad y cargado con el peso del pecado»2. 

Había llegado “su hora”. La hora en que se iba a “cumplir todo” lo que Él había venido a realizar en la tierra por voluntad del Padre. Para eso era preciso que Él se quedara absolutamente solo. Los primeros en alejarse ante el peligro, habían sido sus discípulos. Sus amigos más íntimos, los apóstoles, con excepción de Juan, habían huido. Sólo quedaban allí, con aquel muchachito, unas  pocas mujeres que acompañaban a la Madre.

Había sido desnudado, humillado, golpeado y lacerado, Y Él se despoja ahora también de Ella, su Madre, que -también en palabras de Guardini- «se lo había dado todo, su corazón, su sangre, toda su capacidad de amar». Para que nada ni nadie pudiera, aunque fuera sólo de un modo espiritual o afectivo, ayudarlo mínimamente a cargar con su tarea, «no quiso ser ni hijo suyo siquiera, y se hizo sustituir por el discípulo». Era su propósito quedarse absolutamente solo. ¡Aquella era SU misión!

Llegado a este punto de la meditación, por esas cosas que suele tener la mente, que en los momentos más serios puede dejarse atravesar por pensamientos tan dispares (o disparatados), recordé aquella expresión del boxeador Oscar “Ringo” Bonavena cuando dijera: “Cuando en el ring suena la campana te quedás solo. Ni el banquito te dejan”. Y en medio de mi grave meditación, sin pretenderlo, me floreció una sonrisa en los labios.   

Pero por su Naturaleza divina, Él estaba absoluta e indisolublemente ligado al Padre y al Espíritu Santo. Conformaba con ellos la Trinidad Santa. La Encarnación no lo había separado de ellos, ya que en Él convivían la naturaleza humana, con la divina. Sin embargo, en la Cruz Él iba a vivir la soledad y el desamparo con tal intensidad; sentiría tan en lo hondo de las entrañas el dolor de ser igual al hombre en todo, excepto en el pecado, que hasta iba a  experimentar la desnudez y el abandono en que el propio Padre lo dejaba. Él tenía que beber hasta las heces el cáliz que le había propuesto la justicia divina.

 Ahora sí, “despreciable y desecho de los hombres” (Is. 53, 3 ss), del todo desnudo y despojado al punto de exclamar, según Marcos y también Mateo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mc. 15, 34 y Mt 27,46), podía considerar que su tarea estaba realizada. En verdad, esta frase de Jesús, no es otra cosa que el comienzo del Salmo 22, que en todo su sentido es un reconocimiento al poder de Dios y la confianza en su misericordia, pero creo que también es el testimonio del estado de ánimo del Señor en aquellas circunstancias.

En cambio, las últimas palabras que Lucas, “el relator de las misericordias de Dios” al decir del Dante, recuerda en su evangelio, son: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» Lc 23,46. Y Juan, de todos ellos presumiblemente el único testigo presencial, cuenta que lo último que exclamó Jesús fue: «Todo se ha cumplido» (Jn. 19,30). Y en verdad, se acababa de cumplir todo lo que el Padre había dispuesto. Por supuesto estoy seguro de que las tres expresiones que citan los evangelistas fueron pronunciadas por Jesús en sus últimos momentos, y llevan la garantía del Espíritu Santo, inspirador de todas las Escrituras. Sin embargo, cada uno de los evangelistas había recogido de los testigos la que más había impresionado a su espíritu y sensibilidad.  Jesús había quedado solo para cumplir lo prometido al Padre, y una vez más le ofrecía su vida y su espíritu.                                         

En efecto, todo se había cumplido según los planes de Yahvéh. Jesús, desnudo y despojado, “había ofrecido su vida en sacrificio de reparación” (Is 53,10). Lo único que llevaba ya sobre sus espaldas, eran nuestros pecados —pasados y futuros—. Estos habían sido clavados en la Cruz junto con su Carne, y los asumía la tierra fundidos en su Sangre. 

             

______________________

1) N.d.A: En Verdad, yo creo como más probable, que la Madre aún no hubiera entendido cabalmente lo que estaba ocurriendo en la vida de su Hijo, y esto se le iba a revelar por completo, como a los discípulos, el día de Pentecostés. Mientras tanto –estoy seguro-, ella “conservaba estas cosas en su corazón”, por usar la expresión de Lucas en 2,51.


2) (El Señor, 1ª parte, II La Madre).

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 08/07/2018 15:46
Conmovedor relato, que nos pone otra vez frente a la cruz de Aquel que agoniza por nosotros. Que agoniza POR MÍ. Aquel que decidió abandonar todo valor humano por cumplir con aquello para lo que había venido a encarnarse entre nosotros. 
Lo leí con mucha atención, deseando que termine por un lado, porque me confrontaba con mis turbiedades, con mis oscuridades. Y deseando que no termine por la belleza y profunda  reflexión espiritual del relato. 
Fuerte abrazo, gracias por compartir. 

HÉCTOR




Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 08/07/2018 21:05
Bellisimo relato  Hermano Néstor, nos pone ante la realidad de lo que Jesús sintió en ese momento, al punto de exclamar "Porque me has desamparado? Se sintió solo, abandonado, conoció el dolor, la angustia, se sintió desamparado, pasó por cada una de nuestros sentimientos y sensaciones, nos comprendió y pagó el precio de nuestro rescate para darnos salvación, grande, inefable, fue y es Su gran amor!
       Gracias hermano Néstor, cariños a Luisa! 
                                                   Araceli


 
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