SUEÑOS DE HOMBRES, SUEÑOS DE DIOS
Me cuesta como nunca
nombrar los árboles y las ventanas
y también el futuro y el dolor
el campanario está invisible y mudo
pero si se expresara
sus tañidos
serían de un fantasma melancólico
la esquina pierde su ángulo filoso
nadie diría que la crueldad existe
la sangre mártir es apenas
una pálida mancha de rencor
cómo cambian las cosas
en la niebla
los voraces no son
más que pobres seguros de sí mismos
los sádicos son colmos de ironía
los soberbios son proas
de algún coraje ajeno
los humildes en cambio no se ven
pero yo sé quién es quién
detrás de ese telón de incertidumbre
sé dónde está el abismo
sé dónde no está dios
sé dónde está la muerte
sé dónde no estás tú
la niebla no es olvido
sino postergación anticipada
ojalá que la espera
no desgaste mis sueños
ojalá que la niebla
no llegue a mis pulmones
y que vos muchachita
emerjas de ella
como un lindo recuerdo
que se convierte en rostro
y yo sepa por fin
que dejas para siempre
la espesura de ese aire maldito
cuando tus ojos encuentren y celebren
mi bienvenida que no tiene pausas.
(Mario Benedetti)
A través de una red social le decía en estos días a una mujer madre de hijos jóvenes, que es nuestra tarea como adultos miembros de esta generación, la de hacer nidos, en esta vida, en esta sociedad, que los lleve a los jóvenes, a nuestros chicos, a querer quedarse en ella y construir sus presentes en ellos. Mostrarles que vale la pena seguir, que sigue habiendo esperanza y que hay que intentarlo, contra viento y marea, en medio de la oscuridad.
Tenemos que levantarles la cabeza, para que miren con dignidad sus vidas. Para que puedan construir sueños. Para que pese a la mediocridad y a la falta de modelos que les dejamos, crean y sientan que hay suficiente material para fabricar los ladrillos que construirán su casa, su vida.
Que pese a las religiones patéticas que inventamos, hay un Dios real y verdadero que entregó la vida de su Hijo para que valga la pena seguir vivo. Y tomando ese ejemplo, dejar la vida construyendo amor.
Esta mañana leía un texto de Gary Wilkerson, que me inspiró para continuar aquella conversación con mi amiga a través de este artículo. Lo adapté y lo comparto como parte de lo que escribo:
Génesis 37:5 nos dice: “Y soñó José un sueño”.
Dios habló directamente a José en sueños y él no retrocedió, sino que permitió que los sueños despierten una ambición divina en su corazón. La palabra sueño aparece 113 veces en la Biblia, y más de 30 de esos pasajes están relacionados con José.
Génesis 37:5 continúa: “y…contó [el sueño] a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía”.
Muchos de nosotros estamos avergonzados de los sueños que Dios ha puesto en nuestro corazón, y parte de esa vergüenza viene de nuestro miedo a las opiniones de los demás. Pero hasta que no hablemos nuestra ambición divina, nunca será realizada. Dar voz a nuestro sueño es en sí mismo, un paso de fe.
Pero además, tenemos que animarnos a poner en obra la construcción de nuestros sueños, para enseñarles a los jóvenes de la próxima generación, que ellos también pueden tenerlos y darles lugar para que se terminen cumpliendo, dándoles sentido a sus propias vidas.
Dice Gary Wilkerson:
“Durante años, mi sueño era conducir una iglesia vibrante como “The Spring Church”, pero cuando lo di a conocer podía ver la duda en los ojos de la gente. Hubiera sido fácil para mí sumirme en sus dudas, después de todo, yo solamente había pastoreado iglesias pequeñas, pero gracias a Dios, su Espíritu me animó a seguir diciendo “sí” al sueño que Él Puso en mí, y a confiar en Él para hacer que se cumpla.”
No hay nada como rendirse para destruir un sueño dado por Dios. José pudo haber cedido ante el pecado cuando la esposa de Potifar intentó seducirlo. Pero cuando estás viviendo para Dios, hacés cualquier cosa para evitar angustiarlo. La integridad de José enfureció a la esposa de Potifar, pero él estaba poniendo en alto la justicia cuando rechazó a la mujer. “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?” (Génesis 39:9).
Ha llegado el momento de que retomes el sueño que Dios te dio hace mucho tiempo. Puede que estés en un pozo, pero lo que se ve como una prueba muy larga puede ser el terreno firme de Dios para tu servicio honorable a Él.
¿Tenés miedo de soñar?
Pedile a Dios que reemplace tu miedo con fe.
¿Venís de un trasfondo disfuncional, de una infancia difícil? ¿Todavía recorren tu memoria y atraviesan tu presente palabras que te golpearon de hombres diciendo: “no servís para nada, nunca vas a poder; no vale la pena que hagas el esfuerzo de estudiar porque nunca vas a ser alguien”?
Confía en que Dios te guiará a pesar de las cicatrices persistentes.
¿Tenés miedo de que has pecado por mucho tiempo ofendiendo a Dios y a los hombres? Recordá Su promesa; Él irá en busca de cada oveja que se ha extraviado.
Dios da la bienvenida a todos los pecadores a la vida de fe y librará a cada persona que confía en Él de cada pozo en que caiga.
Dios es quien levanta los rostros de los sufrientes restaurando su dignidad, restituyendo sus sueños, consolidando su futuro.
Necesitamos vivir esta realidad como propia, para que los jóvenes de la siguiente generación también se animen a confiar en un Dios que es Amor, que es Esperanza, que es Futuro, y que a diferencia de los hombres, nunca pero nunca los va a defraudar.
Que nada estorbe el supremo llamamiento que el Señor te está haciendo. Animate a ponerte de pie y construir tu sueño. Hacelo por vos y por las generaciones que nos siguen, por nuestros jóvenes, adolescentes y niños.
Dios desea ponerte en un camino acelerado que glorifique Su nombre. Los tiempos se acortan, y muchos están muriendo violentamente o matándose de a poco con adicciones, porque no saben (nadie les ha enseñado) que hay que dar lugar a los sueños, y vivirlos pese a todo y aunque frente a sus ojos solamente vean paredes muy altas y aparentemente infranqueables.
HÉCTOR SPACCAROTELLA.
tiempodevocional@hotmail.com
www.puntospacca.net
Basado en un texto de Gary Wilkerson
La poesía se llama “Hombre que mira a través de la niebla” y el autor es Mario Benedetti.