Muchas oraciones no sirven para nada. La Biblia dice:
- De nada sirve rezar. Jesús dijo que al orar no usemos vanas repeticiones (Mateo 6:7).
- De nada sirve orar cuando hay pecado en nuestras vidas. “Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón, mi Señor no me había escuchado”. Salmo 66:18 (NTV). Ver Isaías 59:1-2
- No sirve orar si confiamos en un ídolo. ”Estas personas han hecho de su corazón un altar de ídolos malolientes… ¿Cómo voy a permitir que me consulten?” Ezequiel 14:3
- Tampoco sirve orar por algo que no es la voluntad de Dios. “Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye”. 1 Juan 5:14
- La oración egoísta no sirve para nada. “Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones”. Santiago 4:3
- No sirve orar cuando tratamos mal a nuestra esposa. “Esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto… Así nada estorbará las oraciones de ustedes”. 1 Pedro 3:7
- Orar cuando estamos amargados no sirve. “Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades”. Hebreos 12:15
- De nada sirve salir de la oración más envenenados o enojados de lo que estábamos antes de orar. En una ocasión un hombre me preguntó: “¿Por qué razón, a veces después de orar salgo más enojado con mi esposa que cuando entré?”
EL LUGAR DE DESCARGA
Hace unos años los jóvenes de la iglesia hicieron una obra de teatro en donde comparaban la acción de entregarle nuestras cargas a Dios, con lo que sucede cuando vamos al baño. En la obra, el personaje principal estaba enojado, frustrado, preocupado, atorado…, y en su cara se veía que tenía unas ganas impresionantes de ir al baño, por eso alguien le dijo que fuera al baño y se descargara. Al rato salía con una cara de felicidad, libertad, descanso y paz. Entonces nos dijeron: “Eso es lo que pasa cuando tomamos unos minutos para orar y entregarle a Dios nuestras cargas”.
Jesús dijo: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso”. Mateo 11:28
Uno de los propósitos de la oración es entregarle a Dios nuestras cargas. En 1 Pedro 5:7 dice que debemos echar en las manos de Dios todas nuestras preocupaciones y ansiedades.
¿POR QUÉ ALGUNOS SALEN PEOR DE LA ORACIÓN?
Infortunadamente, a veces después de haber ido al lugar de oración, regresamos más atados, envenenados, oprimidos, enojados, o atorados que antes. ¿Por qué? Porque cuando oramos, no solo está presente Dios sino también el enemigo, eso le pasó a Jesús cuando fue al desierto a orar (Ver Lucas 4:1-2).
Entonces que tengamos un tiempo de oración diario no garantiza que estemos logrando el propósito que Dios tiene. No siempre salimos guiados por el Espíritu de Dios, a veces salimos guiados por el espíritu de engaño, de oscuridad y de muerte. Por eso ¡cuidado!
Muchos hombres de Dios cometieron sus peores errores después de un supuesto tiempo de oración porque salieron a hacer algo que “Dios les había dicho”. Muchos matrimonios se acabaron después de un supuesto tiempo de oración. Muchos invirtieron su dinero en algo que los llevó a la ruina después de haber “consultado a Dios”.
Muchas veces salimos mal de la oración porque…
- En lugar de entregarle nuestras cargas a Dios lo que hacemos es hablar acerca de ellas.
- En lugar de perdonar recordamos nuestras amarguras y nos llenamos de más resentimiento.
- En lugar de sanar nuestro odio, nuestro dolor y nuestra tristeza, lo aumentamos con nuestra murmuración.
- No renunciamos a los argumentos en nuestra mente en contra de las personas y de Dios sino que los intensificamos.
- En lugar de recibir la paz de Dios recibimos un espíritu de venganza.
- En lugar de llorar por lo que sufrió Jesús en la cruz, lloramos de autoconmiseración.
- No oímos la voz de Dios sino la del enemigo.
- Por esa razón, en vez de estar en la casa de oración estuvimos en una guarida de demonios.
PERDONEN
Mientras oramos necesitamos tener discernimiento, probar los espíritus, ponernos la armadura de Dios, y a veces, lo mejor que podemos hacer es simplemente callar. Uno de los versículos más valiosos con respecto a la oración es Marcos 11:25: “Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados”.
En Mateo 18:21-35, el Señor nos ilustra lo que es salir del lugar de oración con el corazón envenenado. Jesús nos habla de un hombre a quien le perdonaron una deuda imposible de pagar pero al salir de ese lugar de gracia y misericordia, se fue enojado en contra de alguien que tenía una deuda con él. Salió así porque no entendió el mensaje de la cruz. Perdonar es entender el mensaje de la cruz. Gracias a la cruz…
- Dios nos ve y nos declara justos. (Ver Romanos 8:10 y Gálatas 2:16).
- Somos libres de las consecuencias del pecado. El infierno, la pobreza, las enfermedades, las maldiciones… (Ver Colosenses 2:13-14).
- Nuestra relación con Dios fue restaurada. (Ver Romanos 8:33 y Hebreos 4:16).
- Dios cree en nosotros.
- Él habla bien de nosotros. Dice que somos sus hijos, que somos santos y nos llama su esposa.
Muchas veces salimos mal del tiempo oración porque en lugar de perdonar, pensamos en los cambios que esperamos ver en la vida de la persona que nos ofendió. Sin embargo, ese cambio va a ser el resultado que nuestro perdón producirá en ella. Eso es lo que hace Dios con nosotros (ver Romanos 10:3-4). Por esa razón, para que la oración realmente sirva, es necesario:
- Declarar que esa persona es justa y verla así.
- Liberarla de las consecuencias que según nosotros, merecen sus acciones.
- Restaurar la relación.
- Creer en ella.
- Hablar bien de ella.
Andrés Corson