Ya me voy. ¡Deseadme buena suerte,
amigos míos!
La aurora
sonroja el cielo, y mi camino parece hermoso.
Me preguntáis qué me llevo. Mis manos vacías y mi corazón lleno de esperanza.
Me pondré sólo mi guirnalda nupcial, porque el vestido pardo del peregrino no
es mío;
y aunque el camino sea peligroso, va sin temor
mi pensamiento.
Cuando mi viaje llegue a su fin, saldrá la estrella de la tarde,
y las
melancólicas armonías del crepúsculo se abrirán tras el pórtico del Rey.
R. Tagore