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Imagina el siguiente cuadro: Un individuo toma un libro en sus manos. Al llegar a determinada página, se detiene. El contenido lo impacta de tal modo que no puede continuar rápidamente con la lectura de lo que viene a continuación. Al día siguiente abre el libro para quedarse perdido allí, en la misma página. Durante días, semanas y años repite el mismo proceso: el mismo libro, la misma página. Absurdo, ¿no te parece? ¿Raro? ¿Poco frecuente? Quizá más frecuente de lo que suponemos.
He encontrado en Instagram (te invito a seguirme) un espacio para compartir algunas frases que se me ocurren a partir de mis reflexiones diarias. Este viernes pasado escribí la siguiente frase: “Por supuesto que no es sencillo dar vuelta la página. Pero si quieres seguir aprendiendo, hay que pasar a la próxima”. En la escena de un lector aferrado a una página, está la síntesis de aquello que nos puede suceder. No damos vuelta la página. Nos quedamos una y mil veces anclados en una herida, en una etapa, en un logro, en una relación, en un lugar… que ya fue. Pero nosotros no nos fuimos. Allí estamos. Convertidos en estatuas de sal que no pueden movilizarse hacia el futuro y crecer. Rafael Santandreu, en su libro “Las gafas de la felicidad”, expresa: "Hace mucho tiempo que, en los entierros, les digo a mis amigos que han perdido a un ser querido: -Aprovecha la vida porque tú vas rápido detrás-". Es así. Por más que suene duro el comentario de este escritor y terapeuta español, es cierto. Uniendo lo de Santandreu con mi pensamiento sobre la lectura detenida, arribo a esta conclusión: “No dar vuelta la página es adelantar nuestra muerte”.
¡Cuán saludable sería que las declaraciones siguientes nos representen!:
- Hoy decido ir hacia la página próxima porque mucha gente antes que nosotros ha tomado ese rumbo, enfocada en dejarnos un legado
- Hoy decido ir hacia la página próxima porque Dios aún no ha terminado conmigo
- Hoy decido ir hacia la página próxima porque no quiero aburrirme (ni aburrir a los demás), contando siempre el contenido de una página añeja
- Hoy decido ir hacia la página próxima porque no soy el centro del universo. Hay personas con necesidades a mi alrededor que no pueden seguir esperando a que suelte la misma página de siempre. Ellos no están en mi ayer; están en el día de hoy, con necesidades de hoy, y muchas son urgentes
- Hoy decido ir hacia la página próxima porque pretendo que la muerte me encuentre viviendo, y no habiendo muerto en vida.
GUSTAVO BEDROSSIAN
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"Que la muerte me encuentre viviendo", dice el autor. Esta expresión me parece magnífica. Es digna de formar parte de todas mis oraciones. Sería horrible que la muerte -el fin de la vida terrena- nos encuentre ya muertos espiritualmente, a nosotros, que recibimos la gracia de conocer que hay una Vida eterna. ¿Cómo justificar ante el Señor habernos dejado morir en el tiempo que Él nos había dado para amar? ¿Cómo justificar ante nosotros mismos haber desperdiciado parte de nuestra vida, aunque tengamos la esperanza de que el Padre nos acogería por misericordia, a pesar de ello; a pesar de todo? Vale recordar la exhortación que hacían a los que eran bautizados en los primeros tiempos: "¡Despierta, tú que duermes!".
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