“La palabra del Señor vino a Jonás hijo de Amitay: Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia” Jonás 1:1-2.
El Altísimo, le ordenó a Jonás ir a Nínive y predicar que la maldad de ese pueblo había subido a los ojos de Dios y que debían arrepentirse de sus malos caminos, pues la ciudad sería destruida dentro de cuarenta días. El Profeta, en cambio de obedecer, tomó un barco hacia Társis, un rumbo totalmente diferente, queriendo huir de la presencia de Dios.
Jonás odiaba esta ciudad de cerca de ciento veinte mil personas, por la maldad y crueldad de sus habitantes que, según algunos historiadores, entre otras cosas, despedazaban a sus enemigos, desmembrando por partes su cuerpo. Por eso anhelaba que el Padre Celestial no los perdonara y los destruyera de tal forma que no dejará ni una sola persona viva.
Ante la predicación, a regañadientes, de Jonás, Dios, por su infinita misericordia, viendo el arrepentimiento sincero de este pueblo, los salvó, a pesar de lo que decía Jonás con inmenso enojo: “SEÑOR, ¿No fue esto lo que yo decía cuando estaba en mi propio país? Fue por eso que al principio intenté huir hacia Társis. Sabía que eres un Dios bueno, que muestras gran compasión, no te enojas con facilidad, estás lleno de amor y estás dispuesto a cambiar tus planes de castigo. Ahora SEÑOR, te ruego que me quites la vida, pues prefiero morir a tener que vivir así.” Jonás 4: 2-3.
¿Cuál es el mensaje que hoy Dios nos ordena proclamar a los cuatro vientos, a cada uno de nosotros?: Que JESUCRISTO es su Hijo Amado, que por amor a nosotros murió en la cruz, que su sangre nos lavó de todo pecado. Que Él resucitó de entre los Muertos y vive y reina por los siglos de los siglos y ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Que solo en Él hay perdón de pecados y salvación eterna. Que no interesa lo que haya sido nuestra vida ni las malas cosas que hayamos cometido, como lo afirma la Escritura: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” Que esta decisión es única y personal, y es un privilegio gratuito dado por el Altísimo a todo aquel que voluntariamente quiera recibirlo.
Dice la Palabra de Dios “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” 2 Pedro 3:9. “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” Hechos 17:30ª.
ORACION
“Soberano Dios y Padre Celestial: Eres un Dios bueno, que muestras gran compasión, no te enojas con facilidad, estás lleno de amor. Hoy, con un corazón sincero y agradecido, me rindo ante tu providencia y reconozco a tu amado Hijo JESUCRISTO como mi SEÑOR y mi SALVADOR. Te entrego el control de mi vida, de mis pensamientos y mis sentimientos y que sea tú Santo Espíritu el que, desde hoy y para siempre, guíe mis pasos. Todo ese pasado triste, oscuro y vergonzoso de mi vida, es transformado por ti y mi presente y mi futuro es glorioso en tus divinas manos, en el poderoso nombre de nuestro SEÑOR JESUCRISTO” Amén y Amén.
-FELIZ FIN DE SEMANA-
ARBEY SERNA ORTIZ