Si queremos alcanzar personas para Jesús, tomemos una lección del apóstol Pablo. Él sabía cómo alcanzar personas con el mensaje de salvación.
Mientras estaba en Atenas, Pablo se angustió por la gran cantidad de personas que adoraban ídolos y dioses falsos. Él sabía cuán profundamente enquistados estaban estos rituales en su cultura y se dio cuenta de que para alcanzarlos, él necesitaba ganarse su confianza. Él pasó tiempo con el pueblo, aprendiendo sobre sus valores y creencias y absorbiendo su cultura.
Pablo estaba viviendo la misma filosofía de evangelismo de la que escribió en su carta a la iglesia de Corinto: “A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9:22).
Cuando un grupo de filósofos lo oyó predicando acerca de Jesús en las calles y en la sinagoga, lo llevaron a una reunión para discutir con él. Estaban armados y listos para una pelea, pero Pablo, sabiamente, dejó de lado su hostilidad y usó a su favor el apetito de conocimiento espiritual de los atenienses. Rodeados por las imágenes esculpidas de los muchos dioses a los que adoraban, él comenzó elogiándolos por su interés en buscar la verdad: “Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio” (Hechos 17:22-23).
En lugar de insultar su inteligencia, Pablo usó el hambre de conocimiento de ellos, para su beneficio. Les felicitó por su búsqueda diligente; y cuando tuvo su atención, les compartió la verdad de Jesús. A través de este enfoque con mucho tacto, Pablo pudo derribar las barreras y llegar a muchas personas endurecidas para Cristo.
Dios necesita personas que estén dispuestas a abrazar a los pecadores y guiarlos gentilmente hacia la verdad de su Palabra; corazones compasivos con un mensaje urgente.
Nicky Cruz