Emanuel Elizondo: Lo primero que es importante saber es que las Sagradas Escrituras no nos dicen en sí una edad para casarse. Lo que la Biblia habla es la belleza y el propósito de Dios en el matrimonio. Así que lo que cada joven y jovencita debe entender es por qué nos vamos a casar. El propósito del matrimonio es glorificar a Dios. Es cuando dos personas quieren glorificar a Dios y se dan cuenta de que juntas pueden glorificar a Dios de una manera potencial, de una manera más grande.
Sin embargo si eres soltero, tienes que ser soltero para la gloria de Dios, y cuando el Señor te esté guiando a casarte, tienes que tener claro que esto es algo que quieres hacer para su gloria, no para pasarla bien, ni porque pienses que se te está pasando el tiempo. El matrimonio es algo más trascendente que eso.
Hanibal Rodriguez: Respecto a la pregunta de cuál es la edad correcta, venía a mi mente Proverbios 5:18, donde dice que nos regocijemos con la esposa de nuestra juventud. Allí hay una implicación que dice que no necesariamente nos tenemos que casar jóvenes, pero que hay beneficios en casarnos jóvenes. Uno de ellos es que te ayuda a forjar el carácter porque sabemos que entre más pasa el tiempo, más expectativa nosotros tenemos, más cosas queremos esperar de la otra persona, y es allí cuando llega el pensamiento de la compatibilidad. Muchos piensan que el matrimonio es acerca de conseguir a alguien que es compatible contigo. Sin embargo, la realidad es que la compatibilidad no nace. Eso se hace y crece cuando dos personas, un hombre y una mujer, están viviendo juntos, se aman el uno al otro, y se sirven el uno al otro.
En mi opinión, no hay nada mejor para que una persona crezca en carácter que el matrimonio. Por ejemplo, Efesios 5:25 dice que debemos amar a nuestra esposa como Cristo amó a la Iglesia. Entrégate por ella, muere por ella, sírvela. Solo el matrimonio te ayuda con eso, y hasta cierto punto es indispensable conectar el carácter, el crecimiento, y todas estas cuestiones al matrimonio.
EE: Por último, creo que es importante para cada joven sumergirse en las Escrituras, buscar el consejo de sus padres, y buscar el consejo sus pastores para que de esa manera, como dicen las Escrituras (“en la multitud de consejeros está la sabiduría”), pueda entrar a este pacto delante de Dios y delante de su iglesia, y hacerlo para la gloria de Dios.