Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Fraternalmente unidos
¡ Feliz Cumpleaños Aida Luz Cardona !
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 General 
 Normas de convivencia en el grupo-- 
 Lee la Biblia aquí! 
 Biblia en Power Point 
 Conoce tu Biblia 
 La Biblia en ocho versiones 
 Recursos Teológicos 
 Estudios biblicos 
 Reflexiones- Hernán 
 Selección de pasajes Bíblicos- por Hernán 
 Biografías de hombres de la Reforma protestante- Por Hernán 
 Arqueología Bíblica (por Ethel) 
 Reflexiones 
 Jaime Batista -Reflexiones 
 Tiempo devocional-Hector Spaccarotella 
 Mensajes de ánimo--Por Migdalia 
 Devocionales 
 Escritos de Patry 
 Escritos de Araceli 
 Mujer y familia- 
 Poemas y poesias 
 Música cristiana para disfrutar 
 Creaciones de Sra Sara 
 Fondos Araceli 
 Firmas hechas-Busca la tuya 
 Pide Firmas 
 Regala Gifs 
 Libros cristianos (por Ethel) 
 Panel de PPT 
 Amigos unidos-Macbelu 
 Entregas de Caroly 
 Regala Fondos 
 Texturas p/ Fondos 
 Separadores y barritas 
 Retira tu firma 
 Tutos 
 Tareas HTML 
 COMUNIDADES AMIGAS 
 
 
  Herramientas
 
General: Navidad en soledad
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 24/12/2018 11:05

Navidad en soledad

 

Muchos de nosotros sentiremos esta Navidad que el corazón se estruje cuando veamos en la mesa navideña que hay sillas vacías. En este día especial comparto unas reflexiones a partir de una historia ficticia, basadas en un artículo del licenciado Hernan Traverso.

Nancy entra en el bar que está ubicado en la esquina de la Facultad de Medicina. Pide lo mismo de todos los días: café con leche, tostadas de pan integral y mermelada. Mientras espera a que le traigan el desayuno, aprovecha el tiempo, saca unos apuntes y un resaltador, y se pone a resumir. A los pocos segundos, suena su celular, ella tarda en atender, escucha el sonido, pero no sabe de dónde viene. Algo apurada, mete la mano en la cartera y la mueve con intensidad; cuando por fin logra encontrar el aparato, lo saca y se lo lleva al oído sin chequear el número del que llama. —Hola —dice algo agitada. Y enseguida, al escuchar la voz del otro lado, su cara se transforma, una sonrisa de oreja a oreja resalta en su rostro. —¡Mamá! ¿Cómo estás? ¡Qué sorpresa! En ese momento, el mozo se acerca con el desayuno y lo sirve. No obstante, eso a Nancy parece no importarle demasiado, la charla con su madre se lleva toda su atención. —Estoy bien, má, estudiando, hoy a la tarde rindo. Qué bueno que me llamaste. Te quería decir que no voy a poder ir para Navidad, porque me pasaron el parcial de Anatomía para el 27 de diciembre, comenta mientras el rostro se llena de sombras.

 Lo que la madre de Nancy haya dicho en ese momento desde el otro lado del teléfono permanecerá en el anonimato para siempre. Sin embargo, el cambio en el tono de voz de la joven puede dar una idea de lo que estaba sucediendo. Tal vez, es la primera vez que la chica tenga que pasar la Navidad sola, lejos de su familia. Los ojos de Nancy se llenaron de lágrimas, y su voz se quebró, ella trató de disimularlo porque estaba en un lugar público y siguió con la conversación como si nada. Luego tomó una servilleta, se secó las lágrimas y despidió a su madre con varios: “te quiero mucho, te llamo”.

 

La anécdota de Nancy es tan solo una de las tantas historias de gente que, por algún motivo de fuerza mayor, deberá pasar Las Fiestas en soledad, o lejos de sus seres queridos.

La pregunta es:

 ¿por qué la soledad afecta más en época navideña que en el resto del año?

¿Por qué la soledad no es igual en marzo que en diciembre?

Mucha gente, que pasa la mayor parte del año en soledad —por ejemplo, miles de chicos que dejan sus provincias para ir a estudiar a Buenos Aires—, toma ese valor como un signo de independencia y progreso.

No obstante, en diciembre, pareciera ser que la soledad cambia de connotación y se asemeja a algo negativo. ¿Por qué?

 Inclusive  hay claramente un aumento de personas que reportan casos de depresión e intentos de suicidio en este tiempo.

Muchos psicólogos sostienen que el sentimiento de melancolía se debe a la cercanía que la Navidad tiene con el fin de año. Según los especialistas, el fin de año hace que la gente se tome un tiempo para reflexionar sobre sus logros y sus fracasos, sobre sus objetivos cumplidos y sobres las asignaturas pendientes. Diciembre se convierte en un mes de reflexión. Ese espacio de meditación, de diálogo con uno mismo, se produce también gracias a que hay una serie de “tiempos muertos”. Los días feriados permiten que las personas puedan tener más tiempo para pensar en lo que les sucede.

 Con la Navidad, aparece la cuestión del tiempo. Ahora la Navidad es tiempo, tiempo para pensar en nosotros mismos, para pensar en lo que hicimos —y deberemos hacer— con nuestro tiempo. Es, en ésta época del año, cuando nos ponemos a reflexionar sobre si hemos hecho las cosas bien. Gente que se fue del país, que se alejó de la familia, que se mudó a otra provincia por cuestiones de trabajo, que no se volvió a casar, que se peleó con el primo, etc., etc., etc. Padres alejados de sus hijos, hijos alejados de sus padres. Hermanos que hace tiempo que han dejado de verse. ¿Habrán hecho lo correcto?

 

El tiempo da lugar a la reflexión, y la reflexión da paso al tema de la soledad.

 Ahora, en Navidad, la soledad es considerada algo negativo. En Navidad, la soledad (estar solo, quedarse solo) tiene otra connotación diferente de la que puede llegar a tener durante el resto del año. Si bien, en los once meses que anteceden a diciembre, la soledad puede ser considerada sinónimo de independencia, progreso, capacidad intelectual, etc. etc., etc., en Navidad, es igual a tristeza, amargura y desamparo.

 

¿De dónde proviene esta idea? De la literatura, seguro.

No sé si te acordás de la magnífica obra Cuento de Navidad (A Christmas Carol), escrita por el británico Charles Dickens, en 1843.

Esta novela corta, de carácter realista, basa su relato en Ebenezer Scrooge, una persona avara y tacaña, que no celebra la fiesta de Navidad, a causa de su solitaria vida y su adicción al trabajo. A Evenezer no le importan las demás personas (ni siquiera su abnegado empleado Bob Cratchit), sólo le importa él mismo.

 

Tal vez, desde Cuento de Navidad hasta hoy, estar solo en Navidad se asocia a: ser mala persona; avaricia; pobreza espiritual; adicción al trabajo... ¡algo habrá hecho para quedarse solo! O bien, ¡algo habrán hecho sus familiares para que él prefiera estar sólo en Navidad!.

Quizás ese temor a la soledad no esté del todo mal. Porque si Navidad sirve para que uno se de cuenta de que no está tan acompañado como creía, es tiempo, entonces, de asumir que algo no anda del todo bien; de cambiar algunas conductas, como lo hizo el viejo Ebenezer; de trabajar menos; de estar más en familia o con amigos; de ser más buenos, más tolerantes. A lo mejor, es tiempo de pensar que se puede vivir y ser feliz al mismo tiempo.

Adaptando un artículo de Hernan G. Traverso
Lic. en Ciencias de la Comunicación, Opinión Pública y Publicidad (UBA)
hernangabrieltraverso@yahoo.com.ar



Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados