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General: Cómo hacer que crezca la iglesia
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De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 22/03/2019 12:38

Algunos cristianos prefieren una iglesia grande, otros prefieren una iglesia pequeña, pero todos los cristianos prefieren una iglesia que crece. La pregunta es: ¿cómo hacemos crecer a una iglesia? Específicamente, ¿cómo puedes ayudar al crecimiento de tu iglesia?

Nuestras redes sociales están llenas de conferencias, libros, y entrenadores que responderán a esta pregunta por solo cuatro sencillos pagos de $19.99. Algunos te dirán que la clave es diseñar tu iglesia para las familias jóvenes, otros te dirán que la respuesta es diseñar todo lo que haces con los solteros a la moda en mente. Algunos grupos dicen que la clave para el crecimiento de la iglesia es predicar con cristianos en mente, y otros dicen que el enfoque correcto es el no cristiano. En el mismo día escucharás que solo predicar el evangelio con fidelidad hará que tu iglesia crezca (sin respetar las necesidades que percibes), y que predicar a las necesidades de tu comunidad (por sobre cualquier énfasis teológico en particular) es el ingrediente esencial. En otras palabras, los expertos no están de acuerdo en cómo es que puedes hacer crecer tu iglesia.

Pero no importa.

Porque la verdad es que Dios ya respondió cómo se edifica la iglesia en Efesios 4:11-13:

“Él [Dios] mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo”.

De acuerdo con este pasaje, la clave para el crecimiento y edificación de la iglesia es que tanto los líderes como los miembros desempeñen el rol que Dios les ha dado. Si hacemos esto, el crecimiento espiritual está asegurado, y aquí está la causa de un crecimiento numérico que será saludable y duradero.

El rol del líder

Líder de iglesia: eres llamado a desempeñar el rol que Dios te otorgó al capacitar a los miembros de la iglesia para hacer la obra de servicio tanto dentro como fuera de la iglesia. Seamos honestos y reconozcamos que esto es muy diferente a lo que la cultura de iglesia estadounidense nos enseña que debemos esperar de nuestros líderes. Queremos que nuestros líderes jueguen el rol de amigo, psicólogo, predicador dinámico, gerente, consejero, y director de mercadeo. Que se mantenga siempre a nuestra disposición y, en medio de cumplir con todas estas responsabilidades, de alguna manera siempre tenga la iniciativa para buscarnos.

La cultura de iglesia estadounidense nos ha entrenado para esperar todo de nuestros líderes excepto aquello que Dios espera de ellos.

La cultura de iglesia estadounidense nos ha entrenado para esperar todo de nuestros líderes excepto aquello que Dios espera de ellos: que nos entrenen para la obra de servicio. Desafortunadamente, entre más tiempo pasan los líderes tratando de cumplir las expectativas de los miembros, menos tiempo tienen para cumplir las expectativas de Dios. De la misma manera, los miembros deben saber que si un pastor elige desempeñar el rol que Dios le ha otorgado, ya no será capaz de desempeñar el rol que el miembro promedio le demanda.

Así como un pícher de grandes ligas sufre en el plato precisamente porque invierte cada momento para destacar como pícher, un pastor puede destacar en el rol que Dios le otorgó o en el rol que los miembros esperan de él. Es imposible hacer ambas cosas. Justo como un equipo de béisbol solo puede crecer a todo su potencial cuando sus píchers están dispuestos a sacrificar su capacidad de bateo para concentrarse en lo que el equipo más necesita de ellos, la iglesia crece a su máximo potencial cuando sus líderes eligen sacrificar su habilidad de cumplir las demandas de la cultura de iglesia estadounidense para hacer lo que mejor servirá a la iglesia: desempeñar el rol que Dios les ha otorgado.

El rol del miembro

El pastor debe capacitar para el ministerio, y los miembros de la iglesia deben hacer el ministerio.

De la misma manera, los miembros de la iglesia han sido llamados por Dios para desempeñar su rol también. Miembros: ustedes son llamados por Dios para la obra de servicio (Ef. 4:12). Esto es muy diferente de lo que pensamos acerca del ministerio. Nosotros llamamos a los pastores nuestros “ministros”. Y cuando tenemos problemas que requieren atención, consejo, oración, mediación, conocimiento bíblico, etcétera, le llamamos al pastor para que se encargue de ellos. Pero Dios dice que ese no es el rol que juegan los pastores. El pastor debe capacitar para el ministerio, y los miembros de la iglesia deben hacer el ministerio.

En este sentido, el pastor es algo similar a un entrenador personal. Él no hace el trabajo por ti, él te da las herramientas y el ánimo para hacer la obra tú mismo. Así como no vas a fortalecerte si tu entrenador personal levanta las pesas por ti, la iglesia no va a fortalecerse mientras los líderes levanten el peso del ministerio por los miembros. Sin embargo, no debes escuchar esto como una carga, sino como una bendición. Dios te puso en esta posición precisamente porque puedes desempeñarla (por su gracia y su poder) y producir el crecimiento que deseas ver.

Si te gusta el fútbol americano, te aseguro que nunca has visto a un centro de 140 kilos tratando de correr las rutas de un ala abierta, ni a un mariscal de campo de 90 kilos tratando de bloquear un tacleo de 140 kilos. Esto es porque los jugadores (del deporte menos favorito de Dios, en mi humilde opinión) conocen la posición que les ha sido dada en el juego. También saben que su equipo solo puede ganar cuando cada uno juega en la posición que le han dado.

Cambiar hábitos

Desafortunadamente, en la iglesia, tenemos el hábito de hacer exactamente lo que los jugadores de fútbol se rehúsan a hacer. Cambiamos las posiciones. Tenemos pastores haciendo la obra de servicio, y a los miembros dando dinero, peticiones, y consejos no solicitados.

Si queremos que nuestras iglesias crezcan, esto tiene que parar. Tanto los líderes y los miembros tienen que rechazar los roles tradicionales que nuestra cultura de iglesia les ha asignado, y abrazar la posición que Dios les ha otorgado. Aunque esto es difícil, la buenas noticia es que se nos promete que cuando cada parte trabaja “conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro”, Jesús —y no nosotros— producirá “el crecimiento del cuerpo”. Pero no me creas a mí:

“[Jesús], de quien todo el cuerpo, estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen, conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor”, Efesios 4:16.




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