¿Por qué es que la fe nos exige mayores pruebas? Justo cuando pasamos por una prueba que nos demuestra que somos fieles, nuestro corazón declara: “Señor, confiaré en ti para todo”, y entonces viene otra prueba, aumentada en su intensidad. Esta experiencia es compartida por cristianos de todo el mundo.
Considera las crecientes exigencias de la fe de Abraham. Dios le pidió que empacara a su familia y viajara a un destino sin nombre, sin embargo, por fe, Abraham obedeció y fue grandemente bendecido. “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8).
En cierto punto, Dios le dijo a Abraham que contemplara el cielo estrellado, diciendo: “Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar… Así será tu descendencia” (Génesis 15:5). En otras palabras: “Abraham, esa es la cantidad de hijos, nietos y familiares que vas a tener. Serán tan numerosos como las estrellas”.
La respuesta de Abraham fue una lección para todos nosotros: “Creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (15:6). Cuando Dios le prometió a Abraham y Sara un hijo en su vejez, Abraham creyó a Dios e Isaac nació. Y cuando Dios le pidió que sacrificara a Isaac en un altar, nuevamente obedeció y su hijo le fue devuelto. Una y otra vez Abraham puso su fe en Dios, y fue considerado justo ante los ojos del Señor.
Para cuando Abraham cumplió cien años, él había soportado toda una vida de increíbles pruebas de fe y, a pesar de todo, las Escrituras dicen que él confió en Dios. El Señor dijo de este hombre fiel y obediente: “Yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio” (18:19) .
Dios mismo dijo de este hombre de fe: “Confío en Abraham. Él tiene una fe comprobada”. ¡Qué maravilloso es ser considerado fiel a los ojos del Señor!
David Wilkerson