“Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres” (Efesios 4:8).
Jesús llevó cautiva la cautividad, lo que significa que las restricciones anteriores en tu vida, las voces que te han dicho que no eres lo suficientemente inteligente o talentoso, las palabras negativas que se han dicho sobre ti, han desaparecido. Ahora eres una nueva creación en Cristo y tienes un llamado único.
Este llamado único en cada una de nuestras vidas inevitablemente nos llevará a lugares donde no tenemos la fuerza natural para ir, a fin de que Cristo pueda ser glorificado hasta el final. Es por ello que él “dio dones a los hombres”. En otras palabras, todos nosotros recibimos exactamente lo que necesitamos para cumplir su propósito en nuestras vidas.
Cuando yo era un joven pastor en Canadá, ¡estaba determinado a ganar el mundo entero para Cristo! Decidí con pasión hacer lo que sentía que debía hacerse, ayunar, orar y viajar extensamente para ministrar. Al hacerlo, agoté por completo mi fuerza física para cuando tenía treinta y siete años. Dios, con amor pero con determinación, me mostró que cuando me encuentre frente a él un día, no habrá recompensa por las cosas que no me pidió que hiciera. Él quería que yo fuera responsable de la pequeña congregación que me había encomendado, de los ciento cincuenta y ocho. Me dejó en claro que el caminar de ellos con Dios era mi principal responsabilidad. Ese día dije: “Señor, por el resto de mi vida te serviré donde me plantes y no miraré más allá de lo que me has dado para hacer”. Un gran gozo entró en mi corazón y mi fuerza física comenzó a volver.
Recuerda, Dios te ha colocado estratégicamente justo donde estás. No tienes que ser grande a los ojos de los hombres. Simplemente sirve bien y diariamente confía en que él te dará la gracia para cumplir todos sus propósitos para tu vida, hasta el mismo momento en que estés de pie ante su trono y le oigas decir: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23).
Carter Conlon