de gran valor especificamente para el y se apropia de el.
El cuadro presentado es vital, porque Jesus estaba enseñando a personas que
eran propensos a pensar que por ser parte de la nacion de Israel, eran
automaticamente miembros del reino del Mesias. Del mismo modo, muchas personas
piensan que porque fueron bautizados, asisten a la iglesia o incluso
formalmente son miembros de una Iglesia, esto es lo que les da entrada al reino
de Cristo. Incluso, esta teologicamente
de moda hoy dia pensar que las personas entran al reino en conjunto, en
lugar de cómo invitados, debido a que su tribu, nacion o clan esta asociado con
alguna forma de cristianismo.
No es hasi, <> (Romanos 9:6).
<> (Romanos 2:28-29). Usted aun no es un
ciudadano del reino de los cielos hasta que personalmente es unido a Cristo por
el ESpiritu de Dios y por lo tanto, se ha apropiado del tesoro para si mismo.
El fruto y la necesaria prueba de esa union son el verdadero amor por Cristo,
la entrega a su autoridad y unaconfianza incondicional en El como Señor y Salvador.
<> (1 Corintios 16:22).
Una cuarta leccion aquí es: el reino es la verdadera fuente de gozo real. Mateo 13:44 dice que el hombre fue <> y vendio
todo para comprar el campo con el tesoro enterrado. La mencion de gozo en este
contexto es muy significativa. Por un lado, el Señor reconoce el deseo basico
de todos los seres humanos de ser feliz. El gozo es una buena cosa. Jesus mismo
dijo en Juan 15:11: < y vuestro gozo sea cumplido>>.
Más tarde, al enseñarles a orar, El les dijo: <> (16:24). El apóstol
Juan se hizo eco de estas palabras años después: <> (Juan 1:4). En Romanos 14:17
se pone al mismo nivel que la justicia y la paz: <>. Y en
su bendición a los romanos, Pablo escribió: <> (15:13). Por supuesto, el gozo es el resultado natural de
apropiarse de un tesoro para sí mismo. Así que, si usted es dueño del tesoro:
<> (Filipenses 4:4).
Una quinta lección: no todo el mundo
llega al reino por el mismo enfoque. Apenas necesitamos señalar las similitudes
obvias en las dos parábolas. En ambos casos usted encuentra a un individuo.
Cada uno de ellos encuentra algo de gran valor. Cada uno entiende su valor. Y
cada uno está dispuesto a renunciar a todo para obtener el tesoro.
Sin embargo, también existe una
diferencia en las dos historias.
En la primera parábola, el hombre
tropieza con el tesoro. En la segunda, el mercader busca la perla, sabiendo
exactamente lo que busca.
No hay ninguna razón para pensar que
el hombre en el campo estaba buscando un tesoro. El estaba simplemente
siguiendo su rutina normal, trabajando, caminando, arando un campo,
construyendo algo u otra cosa que involucra excavar o atender algún cultivo. Y
mientras estaba en el campo, haciendo lo que tenía que hacer, se topo con una
fortuna.
Mucha gente encuentra el reino así.
Por ejemplo, el apóstol Pablo no estaba tratando de entrar en el reino. El
suponía que ya estaba en el reino e iba camino a damasco para perseguir a los
cristianos. Lo siguiente que supo fue que Dios le ataco desde el cielo, le hizo
caer a tierra y el fue redimido. En realidad, Pablo estaba bastante satisfecho
con su propia justicia, hasta que tropezó con una fortuna que hizo que sus
propios logros religiosos parecieran un saco de estiércol (filipenses 3:8).
Del mismo modo, la mujer samaritana
llego al pozo porque necesitaba agua. Aunque no busca un encuentro con Cristo,
ella providencialmente le conoció y se fue a casa redimida. Tanto él como el
ciego de nacimiento (Juan 9), el apóstol
Mateo (Mateo 9:9) y muchos otros han
entrado de tropiezo al reino.
Por otra parte, el comerciante
estaba en una búsqueda específica de perlas valiosas. El sabía lo que estaba
buscando. Quería algo genuino y de valor duradero. El es como el eunuco etíope
de Hechos 8, Cornelio en Hechos 10 o los de Berea en Hechos 17. Representa a alguien que está
buscando el reino a sabiendas. El estaba siendo atraído a Cristo por medio de
una búsqueda consciente de la vida eterna.
Algunos parecen entrar en el reino
casi por accidente; otros, siendo atraídos, pasan tiempo buscando
conscientemente. En ambos casos, es Dios quien soberanamente ordena su
descubrimiento de Cristo. El se ocupa de todas las personas como individuos,
ordenando los pasos de cada uno de acuerdo con su plan, bondadosamente
otorgando a corazones pecaminosos la voluntad y la sabiduría para ver y
apreciar el valor infinito del reino, y con ello motivarlos a estimar a Cristo
mayormente que todas las riquezas del mundo. Esa es la fe salvadora.
La sexta lección es: la fe salvadora
tiene un alto costo. Observe que en estas dos parábolas el premio se compra. Jesús
no estaba enseñando, por supuesto, que la vida eterna se puede comprar con
dinero o merecerse por las obras humanas. Ya hemos señalado que tal pensamiento
es contrario a todo lo que las Escrituras enseñan acerca de la gracia, la fe y
la salvación. El precio de la salvación fue pagado por completo por el Señor
Jesucristo. El hizo completa expiación por los pecados de su pueblo. La vida
eterna es gratis para el pecador arrepentido; es un don recibido por la fe
sola, no una recompensa que se gana o compra por obras de ninguna clase.
Pero decir que la vida eterna se
puede recibir gratuitamente por la fe no significa que tal fe es conocimiento
simple o asentimiento nominal de ciertos hechos. La fe salvadora no es un acto
físico como caminar un pasillo o levantar una mano. La fe genuina no es una
simple idea o un asentimiento selectivo de la enseñanza de Jesucristo.
Significa dejar a un lado todo lo demás y renunciar a toda confianza de que algo
o alguien puede ganarnos meritos con Dios. Es la entrega total a la persona y
obra del Salvador. Como reza el himno clásico: << Llevo nada en la mano;
solo me aferro a tu cruz>>. 5.
La fe autentica en Jesucristo
<>. Estas palabras están tomadas del catecismo
menor de Westminster (pregunta 86). El catecismo mayor (pregunta 72) expresa:
La fe que justifica es una gracia salvadora, operada en el
corazón del pecador por el Espíritu y la palabra de Dios, por la que aquel,
siendo convencido de su pecado y miseria, de la incapacidad en sí y en otras
criaturas para libertarse de su estado de perdición, no solamente acepta la
verdad de la promesa del evangelio, sino también recibe a Cristo y descansa en él
y en su justicia ofrecida a él para perdón de pecado, y para la aceptación y
estimación de su persona como justa delante de Dios para salvación.
En términos más simples, la fe salvadora es un intercambio de
todo lo que somos por todo lo que Cristo es. El tomo el lugar del pecador
creyente cuando llevo el castigo del pecado en la cruz. Los pecadores toman su
lugar <> por la fe
en que el Espíritu Santo les pone en perfecta y permanente unión con Cristo
mediante un bautismo espiritual (1
Corintios 12:13). Esta transacción es la que representa estas parábolas.
La autentica
fe salvadora se rinde incondicionalmente a Cristo como Señor. Esto no quiere
decir que en el momento en que creemos podemos esperar que perdamos de
inmediato toda tendencia pecaminosa o tener la victoria instantánea sobre cada
mal hábito. Lo que significa es que de corazón repudiamos el pecado y amamos la
justicia. Este cambio de actitud es el fruto de la regeneración y la prueba de
nuestra unión espiritual con Cristo. Los que nunca se arrepienten y carecen de
cualquier verdadero amor por la justicia nunca han creído de verdad. La prueba
de la verdadera salvación es una vida de amorosa sumisión al Señor y su
palabra.
Con frecuencia Jesús se alejo de las
personas cuya fe resulto superficial y carente de compromiso real. En Lucas 9:57-62, por ejemplo, leemos
esto:
Yendo ellos, uno le dijo en el
camino: Señor, te seguiré donde quiera que vayas.
Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de
los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.
Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero
vaya y entierre a mi padre.
Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos;
y tú ve, y anuncia el reino de Dios.
Entonces también dijo otro: Te seguiré Señor; pero déjame que
me despida primero de los que están en mi casa.
Y Jesus le dijo:
Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el
reino de Dios.
En Mateo 10:37-39,
Jesús da una descripción detallada de qué tipo de transacción implica fe
genuina: <>. En otras palabras, si no está dispuesto a
renunciar a lo que sea necesario con tal de ser fiel a Cristo, entonces usted
no es digno de Cristo.
En Mateo 16:24 leemos lo mismo en menos palabras: <>. Esta es la transacción. Es un intercambio en el que doy un paso
a un lado y reconozco a Cristo como el único gobernante legitimo de mi vida.
Esto es lo que distingue la fe autentica de todas las variedades de
superficiales y falsas profesiones religiosas.
Esto, entonces, se convierte en el
principio que guía la vida de un ciudadano del reino. Obviamente, las personas
no comprenden todas las implicaciones de la entrega de sí mismas en el momento
en que son salvas. Pero los verdaderos creyentes crecen <> (2 Pedro 3:18), lo que evidencia que
son verdaderamente salvos.
La necesidad de contar el costo no
se destaca con bastante frecuencia en el evangelio de hoy. En Lucas 14:28, Jesús pregunta:
<<¿Quien de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero
y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?>>.
Tres versículos más adelante, añade: <<¿o que rey, al marchar a la guerra
contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con
diez mil al que viene contra él con veinte mil?>>.
El muestra la misma idea en estas
dos parábolas: cueste el costo de seguirlo. Y si haces esto, seguramente se dará
cuenta de que la perla es tan valiosa y el tesoro tan grande que vale la pena
dejar a un lado todos los tesoros temporales.