Cuando la Escritura dice que el Espíritu Santo “habita” en nosotros, significa que el Espíritu de Dios entra y posee nuestros cuerpos, haciéndolo su templo. Y debido a que el Espíritu Santo conoce la mente y la voz del Padre, él nos habla los pensamientos de Dios: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16:13). ¡El Espíritu Santo es la voz de Dios en y para nosotros!
Si el Espíritu Santo está morando en ti, él te instruirá personalmente. Por favor, sepan que no sólo les habla a pastores, profetas y maestros, sino a todos los seguidores de Jesús. Esto es evidente en todo el Nuevo Testamento, mientras el Espíritu Santo guiaba a su pueblo, diciéndoles constantemente: “Vayan aquí, vayan allá… entren en esta ciudad… unjan a esa persona…” ¡Los primeros creyentes fueron guiados a todas partes y en todas las cosas por el Espíritu Santo!
Y el Espíritu nunca pronuncia una sola palabra contraria a las Escrituras. En cambio, usa las Escrituras para hablarnos claramente. Él nunca nos da una “nueva revelación” fuera de la Palabra de Dios. Él nos abre su Palabra revelada para conducirnos, guiarnos y consolarnos; y para mostrarnos lo que vendrá.
Yo estoy convencido de que Dios sólo habla a aquellos que, como Moisés, “vienen y están a su lado”. Esto significa que tenemos pasar tiempo de calidad con el Señor diariamente, esperando que Él abra nuestro corazón completamente para oír su voz, sin apresurarnos en su presencia, creyendo que a él le encanta hablar con nosotros. No nos ocultará nada y nunca permitirá que seamos engañados o confusos. Incluso en los momentos más difíciles, disfrutaremos de un momento de gran regocijo, porque Él se nos revelará como nunca antes.
David Wilkerson