RELACIòN DE MEDIANOCHE
Si entras a esa casa, a medianoche, si entras en ese mundo, y sigiloso y en puntillas dejas quietas las manos, con cuidado no respiras, y si los ojos fijas en una hoja de papel en blanco por algunas semanas, y luego te desprendes, aunque es difícil, de tu cuerpo, o si lo dejas en los años que te quedan por vivir, y nadie hay en la casa, y nadie hay en el mundo de la casa:
verás que el cigarrillo enciende al fumador, y el vino se bebe al embriagado, y el libro lee a su lector, y la chaqueta se viste de su dueño, y el pan engulle a sus hambrientos, y el espejo se mira en el azogue de la dama, y de improviso se enciende una pared, y asoma una cabeza, y la saludas, o muy de súbito sale de tus hombros el niño que serías, y lo besas, o una mano en el aire arroja de improviso abejas de oro sobre tu cabeza, o ves llegar la madrugada y te duermes en otra casa, y en el sueño tratas de buscar lo que has perdido: ese mundo real que ya no tienes, porque entraste en el mundo de los ojos irreales.
Salvo que entraras de nuevo en esa casa...
Miguel Arteche Salinas
|