| El humorismo gráfico en Cuba |  | LOS PIONEROS... Los primeros dibujos humorísticos hechos en Cuba son mayormente sátiras costumbristas, debidas a dibujantes que para reproducir sus obras aprovechan también la litografía. Como pioneros del cultivo del género en la isla debe mencionarse a Francisco Cisneros, Juan Jorge Peoli, Augusto Ferrán, Víctor Patricio Landaluze, Hipólito Garneray y Federico Miahle. Exceptuando a Peoli, todos --aunque desarrollan la parte más notable de su obra en la Cuba de mediados del siglo XIX-- son de origen extranjero. Ven la caricatura solo como derivación del dibujo serio, con la única diferencia de que aborda temas cómicos o desde una perspectiva cómica. Otra cosa no puede pedírseles, ya que éstos son los pasos iniciales dados en el camino de convertir al humorismo gráfico en arte independiente. De ellos, uno de los más conocidos por su actividad como dibujante costumbrista fue Landaluze. A él debemos la creación del tipo representativo del pueblo cubano, el cual tomó después Ricardo de la Torriente para bautizar con el nombre de Liborio. Las caricaturas personales que hizo Landaluze se agrupan en su Museo de curiosidades, trascendente más por significar la obra de un precursor que por cualquier otra marca de validez formal. En calidad de precursor se encuentra también Miahle, cuyos grabados costumbristas se conservan como ilustrativos de la época. Una caricatura suya de Felipe Poey, publicada en la Revista de La Habana, en 1857, es la más antigua de este tipo que se conoce en Cuba. Adelaida de Juan menciona en Pintura y grabados coloniales cubanos la línea de series cómicas que adornan algunas cajas de tabaco y cajetillas de cigarros en los años 60 -y siguientes- del siglo XIX, además del tratamiento burlón dado al habla y a la actividad social de los negros. En estas series se muestran otras manifestaciones primarias del humorismo gráfico criollo, y es notable la curiosa coincidencia de que una de sus modalidades concuerda con las primeras manifestaciones de dibujo satírico encontradas en los papiros egipcios: Presentan animales como protagonistas de las situaciones humorísticas. Los dibujos satíricos del antiguo Egipto buscan esa alegoría en el status social y la condición humana de los seres que se pretende representar: el león por el faraón, la gacela por la mujer, etc. En la Cuba colonial tal interés se acerca un poco más a la psicología de los personajes: el pavo real por el vanidoso, verbigracia. Es una perspectiva que podemos considerar como expresión primitiva de la caricatura psicológica: una expresión protocaricatural. RESEÑA HISTORICA Una de las cualidades más reconocidas del cubano es el humor, y ambas historias --la de Cuba y el humor-- han marchado muy ligadas desde que aparecieron en nuestro país las primeras manifestaciones de este arte. La primera caricatura que recoge la historia humorística cubana es de carácter político. Esta hoja volante --"encontrada" por Cirilo Villaverde en el Teatro Tacón en 1848-- representa a Cuba como una vaca que ha sido ordeñada por el gobernante saliente (O`Donnell), y cuyo sucesor (Roncaly) no ha perdido tiempo para seguir extrayéndole leche. Con el levantamiento de Yara en 1868, se abre una nueva etapa en la historia de luchas de nuestro país. La guerra desatada en aquel octubre inolvidable se prolongaría por espacio de diez años, y sería el cimiento de una lucha de un siglo coronada con la definitiva independencia. Disponiendo de todos los medios técnicos precisos, la prensa española tratará de ridiculizar el espíritu revolucionario de la gesta de Yara (representada en harapos, con una antorcha --símbolo de la destrucción-- en una mano, y en la otra un puñal --símbolo de la traición--, cuando más bien era el machete quien la identificaba). El Moro Muza (1859-1875) estuvo entre los semanarios humorísticos que defendió las posiciones del español en Cuba, sin poder los cubanos contrarrestar la acción de la prensa enemiga en esta etapa por la ausencia de recursos técnicos. Una vez que Yara está agotada, vencida --según las interpretaciones históricas de la prensa española--, viene la Paz del Zanjón, la Protesta de Baraguá, y un breve paréntesis que se llamó Guerra Chiquita. Así, desde 1878 hasta el Grito de Baire, la prensa humorística española se ocupará más de los asuntos mundiales de España y será pobre en caricaturas vinculadas con Cuba. Luego, durante el apogeo de la guerra del 95, aparecen caricaturas antiespañolas publicadas en el semanario Cacarajícara editado en Nueva York por la colonia cubana. El gobernante español de la isla, general Valeriano Weyler --quien se hizo famoso al dar la orden de concentrar en las poblaciones a los campesinos con el fin de evitar que ayudasen al Ejército Mambí--, resultó la figura más atacada en esta prensa. Ya en 1898 se produce el "suicidio" del Maine, suceso que da a los Estados Unidos la posibilidad --tan esperada-- de irrumpir militarmente en Cuba. Ni los treinta años de lucha, ni los avisos de Martí, ni las cargas al machete de Gómez, ni las veintitantas heridas de Maceo, pudieron impedir que Cuba se sumiera en una etapa más avanzada del colonialismo: el neocolonialismo americano. El nuevo siglo trajo nuevas cosas para Cuba: un himno, una bandera, un nuevo dueño. Desde entonces, los gobiernos dejaron para siempre de ser españoles. Eran cubanos, sí; pero eran --a un tiempo-- marionetas movidas por hilos tan penosos como fuertes. Los norteamericanos --luego de cuatro años de intervención-- se retiraron a su tierra, aunque --para asegurar sus "pertenencias"-- nos legaron "gobiernos cubanos" y la Enmienda Platt. A partir de esa fecha, 1902, se comenzó a escribir el capítulo más oscuro de la historia de Cuba en cuanto a robo y malversación. Uno de nuestros caricaturistas, Ricardo de la Torriente, creó por ese entonces al primer representante del pueblo cubano. Liborio, cuya vida abarcará todo el primer cuarto de siglo, fue sin duda el símbolo aceptado del pueblo cubano de su época: narizón y con patillas, testigo socarrón de la primera etapa de la república mediatizada. A través de sus vicisitudes, se reflejaron los vaivenes de la política y, más aún, de la politiquería nacional, en un juego siempre dominado por los intereses norteamericanos. Independientemente de las diferencias de estilo --no muy notables--, destaquemos que en todas las caricaturas de la época --y hasta la creación en 1926 de El Bobo de Abela--, las figuras--símbolo del pueblo cubano lo presentan casi invariablemente como un observador pasivo. (Torriente llegará a identificar a Liborio como "la víctima de siempre" y, más amargamente todavía, "el guanajo de siempre"). Como señalara Adelaida de Juan en su libro Caricatura de la República, podemos agrupar las caricaturas de Liborio en la Política Cómica en dos grandes líneas: los hechos nacionales y las relaciones Cuba-Estados Unidos. En lo que se refiere a la primera de ellas, Liborio explotó especialmente la problemática de las elecciones. Por esa vía, en 1908 Liborio apoya a José Miguel Gómez; en un principio se manifiesta en contra de la reelección de Menocal y después lo sigue. En 1919 --durante la presidencia de Menocal-- apoya a Emilio Núñez y, durante el período de "vacas flacas", culpa al gobernante precedente a Zayas, pero en agosto de 1922 ya empieza a hostigar a éste último. Revisadas a grandes rasgos las posiciones electorales de Liborio --continúa Adelaida-- tenemos la impresión de que Torriente tomó como línea de conducta lo que él mismo insinuara al hablar de su caricatura política: "Hay que adaptarse al medio... hay que adaptarse". Así, Liborio durante los primeros meses de un gobierno, lo apoya, más después pasa a un ataque que puede terminar de modo repentino. Otro de los aspectos nacionales abordados por Liborio resultó el económico. Desde el inicio --marzo de 1906--, Liborio recogió las noticias sobre "El chivo del capitolio" y sobre la Havana Electric Railway Co. (Hoy sE Roba COmo nunca), y tampoco pasó por alto el fraude del dragado de los puertos, ni la fluctuación del precio del azúcar, responsabilizando al presidente de turno sin buscar las causas reales. Ahora bien, cuando se trata de movimientos que buscan reivindicaciones obreras, Liborio se revela como paternalista y conservador, no acepta "ideas extranjeras" a raíz de la Primera Guerra Mundial y la Revolución de Octubre. Sobre el problema negro, Torriente presentó en las caricaturas de Liborio al negro luchador como antipatriota y disipado. (El negro "bueno" es aceptado, es "amigo"). Además, se manifestó en contra del Movimiento de Independientes de Color dirigido por Evaristo Estenoz. La opinión de Torriente con respecto a los movimientos en favor de la situación legal de la mujer coincidió en todos los casos con la promulgada por el gobernante de turno. Así, en 1913, ridiculiza al Partido Feminista y en 1917 aplaude la promulgación de la primera ley de divorcio en Cuba. Por otro lado, a lo largo de 1907 Liborio protesta en varias ocasiones contra los interventores, personificados por Magoon ("Don Magoon"), al cual se añade en ese año el Secretario de Guerra de Estados Unidos, William H. Taft. Liborio se refiere tanto a los aspectos económicos como a los políticos, en los cuales incide la injerencia configurando la vida del país. En cuanto al aspecto político, Liborio utiliza con frecuencia el recurso del baile, en el cual se ve obligado a danzar con una compañera indeseada, que lleva el nombre de Intervención. (Ej. Los bailes del Nacional: "¡Caballero! ¡Cuando uno está de desgracia le toca bailar con la más fea! ¡Tengo más ganas de perderla de vista!"). Paralelamente, Liborio va destacando el aspecto económico de la intervención, fijándose en algunos negocios y chivos. Dato curioso: en este período Liborio no insiste en el problema del azúcar, a pesar de que la década se caracteriza por las enormes inversiones norteamericanas en tan principal capítulo de la economía cubana. En cambio, destaca problemas menores pero más evidentes para el público consumidor, que --de paso-- afectaban más "de cerca" al pequeño industrial cubano. Liborio, además, se declara contrario a los empréstitos, satiriza a los gobernantes locales con respecto a su poca visión ante la posibilidad de perder la Isla de Pinos y, en resumidas cuentas, condena la penetración económica norteamericana. Como armas de denuncia, las caricaturas de Torriente son lo mejor que se hace durante los primeros años de la República. Pioneras en la crítica abierta al imperialismo norteamericano, inician una línea de sátira política que sería continuada por otros caricaturistas como Horacio Rodríguez Suriá, Hercar, Eduardo Abela, y René de la Nuez. Aunque no es un antimperialista consecuente, la labor de denuncia de Torriente resulta, indiscutiblemente, digna. Cuando la Política Cómica cierra en 1931, ya hacía varios años que las caricaturas de Liborio habían decaído. Sin embargo, --en prueba de su alto valor y trascendencia-- la figura y el nombre de aquel narizón "parido" por Torriente fueron empleados por otros humoristas nacionales hasta la década convulsa del 50. HUMOR CONTRA DICTADURA Muchas han sido las versiones acerca del surgimiento de el Bobo, uno de los personajes capitales de la historia del humor gráfico cubano. La última de ellas, ofrecida por el propio Eduardo Abela, su creador, apareció publicada póstumamente en diciembre de 1965: "Fue --escribió Eduardo Abela-- en el año 1925.(...) Estábamos en el apogeo del Salón Anual de Humoristas, con sede en la Asociación de Pintores. La presidencia de éste la honraba el fino y caballeroso doctor Federico Edelmann. En las vitrinas de los principales comercios eran exhibidos los carteles anunciadores del Salón (...), que los artistas expositores debíamos hacer como propaganda para todos los años... Aquel cartel [mío] llevaba el nombre de un príncipe imaginario y tenía el germen del Bobo, aunque yo estaba muy lejos de proponérmelo y de pensarlo siquiera. Simplemente representaba el busto de un hombre un tanto raro y enigmático, de cara muy mofletuda y con un chambergo colocado a manera de los artistas bohemios. Eso era lo que se apreciaba a primera vista. Pero la expresión del tipo era tan indefinida como intrigante y esto provocó sobre el cartel los más contradictorios comentarios. Hasta que alguien descubrió el enigma: la cara del hombre era la parte posterior de un torso de mujer. Así quedaron explicados los mofletes y la mencionada expresión indefinida... Coincidió el hecho con la aparición de la revista La Semana, de la cual fui fundador. Ya llevábamos publicados, con inusitado éxito, varios números de la revista, cuando conversé con el director de lo conveniente y novedoso que resultaría esparcir viñetas sin leyenda alguna, como relleno, en las páginas de anuncios. Lo hicimos así, y de entrada tuvo la innovación la más simpática acogida por parte del público. Pero ocurrió que por la forma sugerente de mi estilo, que nada concreto hacía precisar, la gente comenzó a encontrar parecidos con Fulano o Zutano, a los tipos que yo dibujaba. Esto me creo más de un conflicto. Como la imaginación pública suponía hechos, personajes y semejanzas, concebí el propósito, y lo puse en práctica, de hacer un tipo fijo, tan abstracto que no llegara a parecerse a nadie en particular. La cara del hombre del cartel me seguía obsediendo, y ella fue lo que afloró a mi lápiz. Así comenzó a vivir aquella figura, bautizada poco después con el nombre de el Bobo por el público..." Es particularmente interesante --como apunta Adelaida de Juan en Caricatura de la República-- el hecho de que en un dibujo de Eduardo Abela en el Zorro Viejo, --publicación de su pueblo natal, San Antonio de los Baños-- aparezca lo que podría considerarse un Bobo inicial. El dibujo en cuestión fue un anuncio para los zapatos Florsheim, que estaban a la venta en la peletería La Moda, y que muestra un gran botín rodeado de un grupo de personas con la iglesia de San Antonio al fondo. Las personas no eran más que personajes de la villa caricaturizados, incluyéndose el propio Abela con una autocaricatura hecha para un número anterior. La imagen semejante al Bobo fue identificado como José Méndez, entonces secretario del Juzgado de San Antonio. Otras versiones dadas por Abela sobre el "parto" del Bobo habían visto la luz en 1931 y 1949. En la primera de ellas, Eduardo Abela dice que el Bobo responde a su propia concepción sobre la sicología criolla, mientras en la segunda plantea que el personaje es la mitad inferior de la caricatura de una mujer real, y que el dibujo había nacido en la mesa de un café. En cuanto a la fecha exacta del surgimiento del Bobo, se insiste en el año 1926, en la revista La Semana. El humorismo tuvo, además del loquito, otros representantes en la lucha contra la dictadura de Batista. En el capítulo "La historieta en Cuba" se hizo mención al semanario clandestino Mella donde se publicaban las "travesuras" de un perro llamado Pucho, obra del caricaturista Virgilio Martínez. En la Sierra, en tanto, nuestro ejército también tuvo su representante: Chago, con su Julito 26, representaba las vicisitudes de los jóvenes en la lucha por la liberación. DESPUES DEL TRIUNFO Con el triunfo revolucionario, muchas publicaciones desaparecen, sus directivos abandonan el país y, tras ellos, una gran cantidad de periodistas y humoristas que, engañados unos por la propaganda anticomunista y otros que no se acostumbraron a la idea de vivir sin las "botellas" de sus jefes, decidieron seguirles los pasos. Otras publicaciones vinieron a suplir el vacío dejado por los que se fueron. Bohemia, los periódicos La Calle, Revolución, La tarde...etc, continuaron dedicando espacio al humor. Con la creación de Juventud Rebelde, surgieron suplementos humorísticos de probado valor como El Sable y posteriormente La Chicharra. La Calle publicó su suplemento El Pitirre. Periódicos enteros dedicados al género florecieron en estos primeros años como Palante y Dedeté, que rivalizaron fraternalmente en una lucha que rindió frutos saludables. La mayoría de las publicaciones, sea cual fuera su temática, tuvieron páginas dedicadas al humor, donde nuestros profesionales atacaron los problemas que más afectaban la sociedad, léase el burocratismo, la indisciplina, el robo...etc. Especial atención dedicaron nuestros humoristas a dar respuesta desde su mundo a las agresiones de Estados Unidos, que desde el propio 1959 comenzaron a sucederse. En ese caso está, por ejemplo, el Barbudo de Nuez. Por ese camino, con el transcurso de los años, las nuevas generaciones de humoristas, unidas a los que se mantenían en el cultivo del arte, modernizaron su forma de decir, el dibujo se hizo más depurado y las ideas más profundas. Comenzaron a desarrollarse anualmente los Salones Nacionales de Humorismo "Horacio Rodríguez Suriá", de la UPEC. Surgieron, y ya cumplieron su 20 aniversario, las Bienales Internacionales de Humorismo, y en San Antonio de los Baños se celebran los salones de caricatura personal Juan David y los salones nacionales de sátira y humorismo. En 1990, como en el resto de los sectores del país, el humorismo sufrió un duro golpe. La llegada del período especial significó la desaparición de numerosas publicaciones como el Dedeté --que actualmente se publica en la última página de Juventud Rebelde--, y la reducción de la frecuencia y tirada de Palante, convertido desde entonces en mensuario. Con todo y el Período Especial, nuestros humoristas han continuado desarrollándose y es frecuente que obtengan algún premio en salones internacionales de la más alta categoría. Así las cosas, hoy se conjugan nombres como los de René de la Nuez, Arístide Pumariega, |