Posibles sucesores latinoamericanos

CASTO OCANDO

El Nuevo Herald

Mientras se inician los largos rituales para el sepelio de Juan Pablo II y los simultáneos preparativos del primer cónclave del siglo XXI, el gobierno de la mayor organización religiosa del mundo estará en manos de un español y un argentino.
En la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica se abren posibilidades ciertas de que el nuevo Papa provenga de América Latina.
Como símbolo curioso que podría anticipar el resultado del cónclave, el poder de la Iglesia Católica durante el interregnum (período entre la muerte del Papa y la elección del sucesor) quedará en manos de dos hispanohablantes: el cardenal español Eduardo Martínez Somalo, quien tendrá la responsabilidad administrativa de la Santa Sede; y el sostituto o segundo de abordo de la poderosa Secretaría de Estado, el arzobispo de origen argentino Leonardo Sandri, encargado del día a día de los asuntos vaticanos.
Los dos iberoamericanos podrían adelantar el advenimiento de un nuevo líder religioso procedente de América Latina, de habla catellana o portuguesa, una posibilidad que se mantiene sólida, según los expertos, con la presencia de al menos cinco cardenales papables en la región que ostenta la mayor cantidad de fieles del orbe católico.
En las listas de los expertos vaticanistas como John Allen, del National Catholic Reporter, figuran purpurados de Centro y Sur América que podrían alzarse con el cetro de San Pedro si logran concentrar el apoyo de las variadas tendencias que imperan en el colegio cardenalicio.
A la cabeza de los más nombrados está el cardenal Claudio Hummes, de 70 años, arzobispo de Sao Paulo, la segunda mayor arquidiócesis de América Latina, después de Ciudad de México, y una de las más complejas del mundo. Hummes es considerado como ''fuerte candidato'' papabile, según la muy usual expresión italiana.
Asoman también los cardenales de México (Norberto Rivera Carrera, de 62 años) y Tegucigalpa (Oscar Rodríguez Madariaga, de la misma edad), así como el jesuita argentino Jorge Bergoglio, de 68 años; el chileno Francisco Javier Errázuriz, de 71 años, y hasta el purpurado de La Habana, Jaime Ortega y Alamino.
Por primera vez en un cuarto de siglo, el cónclave reunirá 120 cardenales de los 195 actualmente vivos, conforme al límite que había establecido Paulo VI, para elegir al nuevo sucesor de San Pedro en la Capilla Sixtina, probablemente dentro de dos semanas.
Los observadores que favorecen un Papa latinoamericano indican que el subcontinente alberga más del 40 por ciento de los 1,000 millones de fieles católicos, una razón que podría pesar en la balanza del cónclave. Pero hay quienes advierten que la demografía no jugará un papel decisivo.
Para el cardenal argentino Jorge María Mejia, ex guardián de los Archivos Secretos del Vaticano, considerar que el próximo pontífice va a ser latinoamericano porque ahora hay un número mayor de cardenales en la región, equivale a ``extraer una conclusión que excede las premisas''.
Otros analistas, como el vaticanista del diario francés Le Monde, Henri Tcinq, van más lejos: ``Se necesitaría una revolución de los espíritus para que en las tres semanas que separan el fallecimiento del Papa de la apertura del cónclave, escojan a un papable latinoamericano''.
Marco Politi, eclesiólogo del diario italiano La Repubblica y coautor, junto a Carl Bernstein, de Su Santidad: la historia secreta de Juan Pablo II, escribió que el próximo papado debe ser uno de duración breve, de transición, luego del largo gobierno del papa Wojtyla. En su lista de papables resaltan ``eminentísimos latinoamericanos''.
''Un candidato latinoamericano tendrá oportunidad siempre y cuando logre acopiar el voto no sólo de los latinoamericanos, sino también de los norteamericanos y algunos disidentes y contrarios a Roma, como los franceses'', explicó a El Nuevo Herald David Gutiérrez, director de comunicaciones del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), con sede en Bogotá.
Los contactos para explorar posibles apoyos a candidaturas parecen haberse iniciado con mucha antelación a la muerte de Juan Pablo II.
El cardenal Lucas Moreira Neves, ex prefecto de la influyente Congregación para los Obispos, defendió una posible candidatura de su colega Claudio Hummes, describiéndolo como ''un hombre muy completo, con experiencia en varios campos pastorales, incluyendo la pastoral social, vida y familia, evangelización de la cultura y ecumenismo''. El cardenal mexicano Norberto Rivera Carrera admitió públicamente el año pasado: ''No me autodescarto, ni me doy por muerto'' en la eventualidad de una elección papal. No obstante, aclaró: ``Me va major aquí [en México] que allá''.
En un famoso sitio de apuestas por Internet (www.paddypower.com), el brasileño Hummes y el cubano Ortega y Alamino aparecen entre los cuatro candidatos a Papa con más posibilidades, al lado de los cardenales italiano Dionigi Tettamanzi y nigeriano Francis Arinze.
Los cardenales regionales deberán entrar en una competencia de pesos pesados con candidatos de la estatura de Joseph Ratzinger, llamado el ''guardián del dogma católico''; el cardenal belga Godfried Danneels, considerado uno de los intelectuales más sólidos; e incluso contra otros candidatos tercermundistas como el mencionado Arinze y el indio Ivan Dias, uno de los más consumados diplomáticos del colegio cardenalicio.
A pesar de que ahora veremos con más intensidad la danza de favoritos papables en la ardua marcha hacia el cónclave, incluyendo a los latinoamericanos, nada está escrito.
No hay que olvidar la vieja máxima romana: ``El que entra como favorito a Papa, sale cardenal''.
Los papables latinoamericanos tienen largo y rico historial en el sacerdocio católico.
Claudio Hummes es hijo de inmigrantes alemanes en Brasil y está considerado como una figura centrista y conciliadora. Durante sus primeros años de obispado se destacó como crítico contra la dictadura militar y defensor de los trabajadores, pero durante el papado de Juan Pablo II adoptó una posición teológica más tradicional. Hummes ha defendido al mismo tiempo movimientos izquierdistas, como las comunidades eclesiales de base y los Sin Tierra, y agrupaciones conservadoras, como los carismáticos. Es políglota, cursó estudios de teología ecumenical en Ginebra e hizo el doctorado de Filosofía en el Pontificio Ateneo Antoniano de Roma. Su avanzada edad puede jugar a su favor como Papa de transición.
Oscar Rodríguez Madariaga es uno de los cardenales más jóvenes y activos entre los latinoamericanos. Toca el piano y es piloto de aeronaves. Fue presidente del CELAM hasta, habla siete idiomas (italiano, inglés, francés, portugués, alemán, latín y griego) y podría contar con las preferencias de sus pares norteamericanos, luego de su defensa del cardenal Bernard Law, Arzobispo de Boston, acusado de encubrir casos de pedofilia.
Tiene fama de progresista en temas sociales y es un ardiente defensor de la reputación de la Iglesia. Algunos expertos opinan que la edad juega en su contra.
Francisco Javier Errázuriz es un religioso experimentado que ha viajado mucho por el orbe católico. Se doctoró en Teología por la Universidad de Friburgo (Suiza). Antes de convertirse en arzobispo de Valparaiso, trabajó durante 6 años (1990-1996) en la Congregación para el Instituto para la Vida Consagrada (Santa Sede). Cuenta con una ampliaexperiencia pastoral y un conocimiento íntimo del funcionamiento de la Curia romana. Es conservador en temas eclesiales y muy respetado entre los obispos latinoamericanos. Preside el CELAM desde el 16 de Mayo de 2003.
Norberto Rivera Carrera ingresó a los 13 años al seminario de su nativo Durango y ha desarrollado una carrera notable hasta encabezar la arquidiócesis de Ciudad de México, una de las más complejas del mundo. Rivera es un defensor de la justicia social y ha denunciado la corrupción política de México con voz irresoluta. ''Es de voluntad fuerte y sabe cómo manejarse en una pelea'', afirma John Allen. Doctrinalmente es un ''duro''. En 1990 cerró un seminario que enseñaba desde la perspectiva de la Teología de la Liberación; el año pasado amenazó con excomulgar a todas las personas que usaran la píldora del día siguiente. Vaticanistas estiman que la edad juega en su contra.
Jaime Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana desde 1981, es respetado en círculos vaticanos por su ''desafío cauteloso'' al régimen de Fidel Castro. Estudió teología en el seminario de las Misiones Extranjeras de Quebec (Canadá) y en 1964 fue ordenado sacerdote. Dos años después, el gobierno de Castro lo envió a los campos de trabajo de la UMAP, pero quedó en libertad luego de un año de trabajos forzados. En 1993 suscribió una carta pastoral que criticaba el saldo negativo de 34 años de revolución. Al año siguiente se convirtió en el primer cardenal cubano desde 1959, nombramiento que algunos ven como un reconocimiento a su difícil labor. Tiene en contra que es un cardenal poco conocido.
Jorge Mario Bergoglio es jesuita y se desempeña como arzobispo de Buenos Aires. Cardenal desde el 2001, era un profesional de la química que se convirtió en sacerdote. En 1973 fue electo provincial de los jesuitas en Argentina, cargo que ocupó por siete años. Cursó estudios teológicos en Alemania y ha publicado tres libros. El cardenal Bergoglio tomó relevancia cuando remplazó al cardinal Edward Egan, de Nueva York, como relator general del Sínodo de Obispos del 2001. Es conocido por su humildad y sencillez. Su condición de jesuita le ha generado seguidores y detractores. De talante conservador, se le considera cercano al tradicionalista Comunión y Liberación.