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General: Con el Che sobre los hombros
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De: matilda  (Mensaje original) Enviado: 03/11/2005 00:06
Con el Che sobre los hombros





Osmaira G. Consuegra


De color rojo o azul, el Che amanece cada día sobre los hombros de los niños cubanos. El simbolismo que en ellos representa algo tan simple como una pañoleta se amplifica cada vez que saludan la bandera nacional y expresan en voz alta el anhelo de ser como él.

No se trata de un privilegio por nacer en esta isla. Significa un compromiso universal. La responsabilidad de asumir cada encomienda dejada por el legendario héroe cubano-argentino.

Su imagen, con boina y estrella solitaria, se difumina por el mundo hace 38 años. Desde entonces los hombres y mujeres dignos somos «capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo», como le escribió a sus hijos en la carta de despedida a mediados de los años sesenta del pasado siglo.

La misiva se convirtió en punto de partida para que muchos creciéramos aprendiendo tales principios. Compartirlos en el aula donde por primera vez escribimos mamá o papá; practicarlos en el barrio mientras se juega a la pelota o las muñecas y más que eso, explicárselo a quienes visitan la Isla forma parte de la cotidianidad cubana.

Acudir a las plazas, monumentos o patios de las escuelas cada 8 de octubre para presenciar el acto de inicio a la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), como ocurrió hace apenas dos semanas, también forma parte de nuestra idiosincrasia.

De forma muy especial, durante los últimos ocho años, los santaclareños aceptan con beneplácito ser los principales custodios de los «guerrilleros huesos» que recibimos el 17 de octubre de 1997.

Desde aquí echaron a andar de nuevo, como dijera el poeta y periodista Enrique Nuñez Rodríguez. Desde ese día Santa Clara, la ciudad más central de Cuba, imprimió su luz a tan universal revolucionario. En el Memorial que se erige y honra con su nombre crece cada día el número de visitantes. Sobre todo de los partidos de izquierda. De quienes viven en las otras tierras del mundo que aún reclaman el concurso de los modestos esfuerzos de personas como el Che.

Vienen de todos los continentes. Por la geografía europea se inicia la lista con los franceses, seguidos por los italianos, alemanes y españoles. En nuestra región se destacan los mexicanos y argentinos.

Y la Plaza se ensancha cada vez que desde su altura el Comandante Guevara observa a los foráneos. A los que no se conforman con comprar en la capital los souvenires para llevarse su imagen, sino que prefieren viajar los 276 kilómetros de distancia entre La Habana y Santa Clara.

Cada cuál sabe porqué elige venir hasta acá. Quizás porque observar la escultura bronceada del Che le proporciona nuevas esperanzas. Tal vez para cumplir el sueño de dialogar en secreto frente a su nicho.

Lo cierto es que con un promedio de visitantes diarios superior a los 700, desde la apertura del Memorial en 1997 hasta la fecha, se han recibido más de dos millones de personas, 582 mil 879 de ellas provenientes de disímiles países.

Los números revelan por sí solos la admiración de la humanidad hacia quien salió al camino un día con la adarga al brazo para liberar a los pueblos tercermundistas. Constituyen datos que ilustran porqué el Che, además de amanecer cada día de color rojo o azul en las pañoletas de los pioneros cubanos, también se va caminando sobre los hombros de quienes vienen a revivir su memoria en Santa Clara.









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