Girón: ¿Quiénes vinieron a “liberarnos”?
Los que se creían dueños del país
Alina Martínez Triay
2 de abril
Tres hermanos comparecieron aquel sábado 22 de abril de 1961 ante el panel de periodistas que interrogaba, frente a las cámaras de la Televisión Cubana, a los mercenarios capturados en Playa Girón. Se trataba de Santiago, Omar y Lincoln Babum.
Era un apellido bien conocido entonces, aunque si se lo mencionaran a un joven cubano de hoy, tal vez tendría que recurrir al enjundioso texto de Guillermo Jiménez Soler, titulado Las empresas en Cuba 1958, que constituye un verdadero diccionario de propiedades y propietarios en aquel último año neocolonial.
La búsqueda conduciría a Madereros Babum, el segundo mayor aserrío de la provincia de Oriente, con su propia línea naviera; a una fábrica con más de 400 trabajadores, denominada Cementos Nacionales S.A., y a una floreciente empresa contratista, âConstructora Diamante S.A.â, estrechamente vinculada al gobierno de Fulgencio Batista.
Tales eran los bienes de la familia asentada en Santiago de Cuba, de donde procedían aquellos tres hombres, pertenecientes al Batallón 2 de la brigada 2506, reclutados en Miami, entrenados en Guatemala por instructores norteamericanos, y trasladados después a Nicaragua, donde escucharon decir al dictador Anastasio Somoza cómo debían comportarse cuando invadieran Cuba: âDenles duroâ.
Pero lo duro les había tocado a ellos, desde que al llegar a las costas cubanas a bordo del buque Houston se estrellaron contra las rocas...y el coraje de los combatientes.
“Nos quitaron todo”
âNos quitaron todoâ fue la respuesta que dio Lincoln Babum a la pregunta del panel de periodistas de por qué se habían ido de Cuba. Omitió decir, o no tenía bien claro, y se precisó allí ante la opinión pública, que en sus propiedades había tenido que intervenir el Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados, debido a la complicidad de su familia con la dictadura batistiana.
Como estos tres personajes, muchos integrantes del contingente invasor confiaban en que sumarse a los planes de Estados Unidos para derrocar a la Revolución Cubana los ayudaría a recuperar las riquezas del país de las que siempre se habían sentido dueños.
Ese era el pensamiento de más de cien latifundistas, 24 grandes propietarios, 67 casatenientes, 112 grandes comerciantes, decenas de magnates industriales, politiqueros enriquecidos en el poder durante los gobiernos llamados “democráticos” o sus herederos, que vinieron en la brigada.
De conjunto, aspiraban a recuperar más de 27 mil 500 caballerías de tierra, una cifra superior a 9 mil 600 edificios de apartamentos y casas, 70 industrias, 10 centrales azucareros, 5 minas, 12 cabarets y bares, además de otros bienes.
Todavía hoy Estados Unidos y sus marionetas del llamado “exilio cubano” no han querido aprender la lección de Playa Girón: que los patriotas de esta tierra no vamos a permitir que el país vuelva a convertirse en una neocolonia, y cuarenta y cinco años después aún hablan de leyes para acelerar la devolución de propiedades y de transiciones hacia una “democracia” en la que personajes como los que vinieron en la brigada mercenaria volverían a disfrutar de sus privilegios.
Estos planes de recolonización —edulcorados con palabras engañosas— recuerdan lo expresado por Lincoln Babum en el interrogatorio, cuando intentó demostrar que él y sus hermanos habían venido a hacer algo bueno por Cuba.
“A nosotros se nos informó que se iban a hacer muchas reformas como las que está haciendo actualmente Fidel”, dijo
“¿Cuáles, por ejemplo?, le preguntaron.
“Pues una como la Reforma Agraria, en que no podían pasar de cien caballerías las propiedades privadas y cosas así, de las industrias repartir...” explicó el mercenario.
“!Ah, usted venía como revolucionario entonces! ¡Todas las reformas menos repartir Babum!”, ironizó el periodista.
“Babum la podemos repartir, porque...” intentó decir el prisionero, pero la réplica fue contundente: “No, no la van a poder repartir, ya está repartida”.
Así le responderán los cubanos a todos los que intenten venir a esta tierra a recuperar lo que nunca fue suyo.