Gorriarán fue militante y dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores y del Ejército Revolucionario del Pueblo [PRT-ERP], organización guevarista argentina dirigida por Mario Roberto Santucho [1936-1976]. Más tarde —ya disuelto el PRT-ERP y como dirigente del Movimiento Todos por la Patria [MTP]—, Gorriarán Merlo integró y dirigió el grupo que en 1989 asalta el cuartel militar de La Tablada [Argentina]. Por esta acción pasó varios años en prisión. Gorriarán Merlo constituye un testigo privilegiado de toda una época y un protagonista directo de varios hechos fundamentales de nuestra historia política. Con sus aciertos y con sus errores, este militante argentino, como muchos de sus compañeros y compañeras, le dedicó toda su vida a la revolución latinoamericana. Néstor Kohan: En los relatos oficiales de la historia argentina se ha intentado deslegitimar la lucha revolucionaria de nuestro pueblo por diversas vías. La más famosa ha sido la teoría de los “dos demonios” (en la cual son homologados los militares asesinos y los revolucionarios). Otra forma más sutil ha consistido en atribuir a los revolucionarios una visión puramente “foquista” donde la batalla hegemónica y cultural y la lucha de ideas no habrían jugado ningún papel. ¿Cómo fue la integración de la lucha cultural e intelectual dentro de la vida política de la organización a la que vos perteneciste, el PRT-ERP? Gorriarán Merlo: Al contrario de ese relato oficial, el PRT-ERP siempre le dio importancia a la faz popular y a la dimensión cultural de la lucha. Te doy un ejemplo. En 1973, cuando se dieron mayores condiciones de posibilidad, el partido [PRT] impulsó la publicación de un diario masivo. Se llamaba El Mundo y editaba los días domingos 100.000 ejemplares... N.K.: ¿Durante cuánto tiempo existió esa publicación masiva? G.M.: Bueno, hasta que lo cerraron... hasta que lo prohibieron en 1974. Además, clandestinamente, se editaban las revistas Estrella Roja y El Combatiente. La primera era el medio de comunicación del ERP, mientras que la segunda del PRT. Estrella Roja llegó a editar 30.000 ejemplares y El Combatiente alcanzó la cifra de 20.000. En 1973, durante los cortos meses del gobierno de Héctor J.Cámpora, se editaron legalmente. Luego, continuaron editándose clandestinamente. Lo que quiero decir es que entre ambas publicaciones se editaron 50.000 ejemplares cada 15 días. Si vos no tenés a quien llegar con estos periódicos, con estos medios de comunicación, si no tenés un público, si no hubiese habido una batalla cultural y de ideas apuntando a las masas, no hubiese tenido sentido publicarlos. N.K.: ¿Existió algún trabajo o área específica para la batalla cultural dentro del PRT? G.M.: Sí, por supuesto. Existió el Frente de Trabajadores de la Cultura (FTC), que aglutinaba a los trabajadores de la cultura, a los artistas y a los intelectuales. El FTC se creó y funcionó desde el comienzo. El ERP se fundó en junio de 1970 y ya desde ese momento comenzó a funcionar el Frente de Trabajadores de la Cultura. Varios de estos compañeros, que formaban parte del FTC, integrarán después el Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS) que, mostrando una gran capacidad de movilización, realizó varios congresos masivos, cinco en total. Por ejemplo, en el año 1974, en pleno auge de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA [grupo paramilitar y parapolicial de la extrema derecha argentina dedicado a asesinar dirigentes y militantes de izquierda]), el FAS logró reunir a 30.000 personas en un acto en la ciudad de Rosario. No era fácil reunir tantas personas en un marco político determinado por la derecha más represiva, por la extrema derecha del peronismo. N.K.: ¿Haroldo Conti era integrante del Frente de Trabajadores de la Cultura y del Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS)? G.M.: Efectivamente. Haroldo era uno de sus integrantes. El 5 de mayo se cumple un nuevo aniversario de su desaparición. Haroldo, reconocido escritor de ficción, trabajaba la faz cultural. Eso no lo hacía a pesar de su militancia sino por su misma militancia. La militancia no iba en contra de su actividad cultural sino a favor de ella. No había otra posibilidad. Lo menos conocido de su personalidad, lo que ha permanecido más oculto, es que también era un militante pleno de la causa revolucionaria, integrante del PRT. N.K.: ¿Vos lo conociste personalmente a Haroldo? G.M.: No lo conocí personalmente. Sí lo conocí a través del los informes diarios. Yo estaba en ese entonces en Córdoba y en Tucumán [dos provincias argentinas] y Haroldo estaba en Buenos Aires [capital de Argentina]. Lo he visto en un acto del FAS, pero no tuvimos actividad conjunta. Haroldo Conti trabajaba en el área cultural y también en la esfera de informaciones del PRT y el ERP. Él tenía muchas relaciones y mucha información. Por ejemplo, cuando Haroldo desaparece él estaba encabezando un proyecto que consistía en la salida pública de una radio clandestina que iba a interferir la frecuencia de onda de Radio Colonia [popular radio de Uruguay que se escucha habitualmente desde Buenos Aires] con el objetivo de difundir nuestro pensamiento en forma masiva. Posteriormente, se intentó ocultar su militancia revolucionaria. Se lo caracterizó única y exclusivamente como escritor. Pero Haroldo fue secuestrado y desapareció porque era un revolucionario. N.K.: ¿Cómo se expresaba ese pensamiento en su obra? G.M.: Bueno, si vos leés su obra literaria, encontrás que todos sus cuentos, o la mayoría, son sobre la vida cotidiana. Además de que son bellos, expresan la vida de los verdaderos hacedores de la sociedad: las personas comunes. En su obra la gente común está mucho más presente que los “grandes personajes”. Por ejemplo Haroldo Conti escribe muchos relatos sobre la vida en Chacabuco [un pueblo de la provincia de Buenos Aires]: “La balada del álamo Carolina”; “Los novios”, etc. Una de las principales obras de carácter más político es Mascaró, el cazador americano, novela que escribe luego de ser jurado del premio cubano Casa de las Américas. Haroldo Conti, entonces, además de ser un escritor reconocido desaparece por esa militancia. Él tenía una vida pública muy prestigiosa. A mí me sorprendió, por ejemplo, que una vez el escritor José Saramago declarara en una entrevista que él tenía una profunda admiración por la obra de Haroldo Conti. A raíz de esas declaraciones nos comunicamos con Saramago. Le agradecimos lo que dijo y además le explicamos que Haroldo Conti también era compañero nuestro y militante del PRT. Incluso Saramago se solidarizó con nosotros [Gorriarán se refiere aquí a los presos políticos de La Tablada. N.K.] cuando estábamos prisioneros haciendo una huelga de hambre. Lo conocimos a Saramago por Haroldo, quien hacía más de veinte años que estaba desaparecido. N.K.: Otro de los compañeros que formaron parte de ese espacio cultural fue el cineasta Raymundo Gleyzer... G.M.: Sí, por supuesto. También ahora —el 27 de mayo— se cumple otro aniversario de la desaparición de Raymundo. N.K.: ¿Raymundo también participó del Frente de Trabajadores de la Cultura? G.M.: Sí, allí militaba. Pero además Raymundo había creado una corriente de cine que se llamaba Cine de la base. Él la dirigía. Gleyzer, por ejemplo, había dirigido el film México: la revolución congelada. Es de 1970, si no recuerdo mal. Allí hace toda una crítica a la política mexicana del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI). El contenido de esa crítica de Gleyzer al PRI, donde le critica toda la burocratización de la revolución de Villa y Zapata, hoy es reconocida mundialmente. A mí me parece que Raymundo hubiera sido uno de los principales y más importantes cineastas de la Argentina si no hubiera desaparecido. Él era muy joven. Tenía menos de cuarenta años. N.K.: ¿En la película dirigida por Raymundo Los traidores intervino el PRT? G.M.: ¡Esa es una gran película! Los traidores expresa, como yo no vi nunca en ningún otro film, lo que es y lo que significa la burocracia sindical. Allí él retrata la complicidad de la burocracia sindical con los gobiernos dictatoriales y con todas las patronales, especialmente con las peores patronales. Cuando Raymundo nos pasa la película Los traidores tuve la oportunidad de conocerlo personalmente. Luego de verla fuimos a preguntarle si acaso se podía modificar el final. No cambiar nada del contenido de la película, pero sí el final. N.K.: ¿Por qué justo el final? ¿Por qué allí lo matan al burócrata? G.M.: Exactamente. En el final de Los traidores un comando mata al personaje del burócrata sindical. Este personaje era una especie de ficción pero tenía fuertes connotaciones que lo asimilaban al burócrata sindical peronista Augusto Timoteo Vandor de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Pero cuando le pedimos que modificara ese final ya era tarde, no había nada que hacer, pues la el film estaba en edición. Tanto Raymundo Gleyzer como sus compañeros de Cine de la base —Nerio Barbieri, Jorge Denti, etc.— eran militantes del partido [PRT]. Por eso nos mostraron la película. N.K.: ¿Conversaste con él sobre ese final? G.M.: Sí, nos encontramos en un departamento de la avenida Rivadavia, no recuerdo bien, pero creo que era en el barrio de Flores [barrio de capital federal de Argentina]. Lo fuimos a ver donde él vivía. Yo lo conocí en realidad casi “de casualidad”, porque no era mi tarea específica. N.K.: ¿Cómo era Raymundo en términos personales? G.M.: Era una persona totalmente sencilla y humilde. Sin ningún tipo de ostentación en lo personal. Su compañera, Juanita Sapire, y su hijo, viven ahora en Estados Unidos. Cuando Juanita vino a la Argentina nos fue a visitar a la cárcel [Gorriarán se refiere aquí a la década del ’90, luego del ataque al cuartel militar de la Tablada. N.K.]. En esa visita a la cárcel me regaló copias de todas las películas de Raymundo Gleyzer. Hay además una biografía de dos cineastas argentinos que es muy buena, refleja muy bien cómo era Raymundo. N.K.: ¿Te referís a la película Raymundo, de Ernesto Ardito y Virna Molina? G.M.: Sí, es una excelente película construida en base a testimonios y relatos, personales y políticos de Raymundo Gleyzer. Raymundo también filmó una película sobre el asalto al Banco de Desarrollo que realizó el ERP y otra sobre el secuestro de Stanley Mainwaring Sylvester, que era gerente de la empresa Swift —un frigorífico— en la ciudad de Rosario [Argentina]. Raymundo filmó en el film Los comunicados toda la distribución de alimentos que esa empresa realizó en la población a raíz del reclamo. Lo mismo puede decirse de esa película sobre la explotación cuyo título es Me matan si no trabajo y si trabajo me matan. Es una denuncia de la enfermedad laboral llamada saturnismo —plomo en la sangre de los trabajadores— en la fábrica de la provincia de Buenos Aires Insud. N.K.: ¿Raymundo Gleyzer también trabajó en canal 13? G.M.: Sí, ya en esa época existía canal 13. Él trabajó allí. Pero lo importante que habría que destacar es que Raymundo decidió volcar su vida a la denuncia de toda la injusticia de la sociedad capitalista argentina y no sólo de la Argentina. N.K.: Además filmó en las islas Malvinas... G.M.: Sí, ¡también en Malvinas!. Raymundo fue realmente una gran personalidad. N.K.: ¿El PRT financiaba las películas que realizaba el Cine de la Base? G.M.: Bueno, había parte de financiación que se lograba a través de la misma producción de ellos o de los trabajos paralelos que ellos realizaban y también con aportes. N.K.: ¿Qué otros compañeros del campo de la cultura estaban vinculados al PRT? G.M.: Existía otro compañero, Luis Cerruti Costa. Mirá qué curioso. Cerruti Costa había sido ministro de trabajo de la dictadura de Lonardi [Gorriarán se refiere aquí a la dictadura militar de 1955 que derrocó a Juan Domingo Perón. N.K.]. En aquella época, como otra gente antiperonista, este hombre creía que el golpe de 1955 había sido realmente una “revolución libertadora” [nombre con el que se autobautizaron los golpistas de 1955. N.K.]. Renunció y todavía sin conocernos a nosotros [el PRT nace diez años después, en 1965. N.K.] fue adquiriendo posiciones más progresistas, cada vez más radicalizadas. Muchos años más tarde, en los ’70, nos conoció a nosotros y terminó siendo director del diario El Mundo. Como director de El Mundo realizó una gira internacional. Entre otros lugares estuvo en Vietnam, en plena guerra con Estados Unidos. Desde allá, desde Vietnam, enviaba diariamente sus testimonios para El Mundo. Luis Cerruti Costa fue también un gran compañero. “Don Luis”, le decíamos nosotros, porque él era más grande, más viejo, que todos nosotros. N.K.: ¿A Silvio Frondizi lo conociste? G.M.: A Silvio no lo conocí personalmente. Como yo estaba en la dirección de nuestra organización conocía a todos por los informes, pero no lo conocía personalmente. Cada uno tenía sus responsabilidades específicas. Cuando conocía a algunos compañeros era quizás porque los conocía de antes. A Silvio lo vi una vez en un acto del Frente Antiimperialista por el Socialismo. Silvio Frondizi trabajaba y hacía todo con el PRT pero en carácter de independiente. Tenía un grado de afinidad y coincidencias muy cercano. N.K.: ¿Ustedes reeditaron su libro La realidad argentina? G.M.: Sí, editamos esos textos. Silvio era una gran personalidad. Como todos sabemos, era hermano del ex presidente Arturo Frondizi y del filósofo Risieri Frondizi, rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Silvio tenía una personalidad política fuerte y era muy consecuente. No tenía buena relación con su hermano ex presidente que en otros tiempos había aparecido como “progresista”, sobre todo por su libro famoso Petróleo y política. Silvio se fue distanciando de él cada vez más. Y terminó su vida como en nuestro país terminaron muchas veces su vida las personas honestas y luchadoras. Un día llegaron los de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) a su casa, lo sacaron de allí y lo asesinaron brutalmente. N.K.: Cuando sus asesinos de la Triple A sacan un comunicado, luego de matarlo, lo acusan a Silvio de ser “comunista y bolchevique, fundador del ERP e infiltrador de ideas comunistas en nuestra juventud”... G.M.: Sí, exactamente, así dijeron, pero Silvio no fue fundador del ERP. Sí fue muy cercano a nosotros y trabajaba junto a nosotros con una cercanía creciente, pero no fundó el ERP. Silvio no era militante del ERP, era un militante muy pero muy activo del FAS, el Frente Antiimperialista por el Socialismo. Ahí estábamos juntos. N.K.: ¿Silvio Frondizi era abogado de presos políticos? G.M.: Sí, fue un gran abogado de presos políticos. Él fue uno de los abogados que logró detectar y descubrir, a través de testimonios, la desaparición de dos compañeros que habían asaltado el cuartel militar de Azul en 1974. Silvio formaba parte de un grupo de siete abogados. Los mataron o desaparecieron a todos. Eso marca una característica de esa época en Argentina. ¡Todos los abogados que intervinieron en esa causa terminaron asesinados o desaparecidos! Otro de los abogados era Manuela Santucho, hermana de Robi [Robi era el sobrenombre de Mario Roberto Santucho. N.K.]. Cuando lo secuestran y asesinan a Silvio Frondizi también lo matan al esposo de su hija, una persona muy buena y con una buena relación familiar pero que no tenía relación en la política. N.K.: Silvio fue uno de loa directores de la revista Nuevo Hombre. ¿Cómo fue que se decidió publicar esa revista? G.M.: Nuevo Hombre expresaba una postura frentista vinculada al FAS. Silvio llegó a dirigirlo. Luego estuvieron como directores Rodolfo Mattarolo y Enrique Raab. Éste último también está desaparecido. En esa política frentista, junto al PRT participaba también un sector del peronismo revolucionario. N.K.: Esa parte de la historia no es tan conocida. Habitualmente, en los relatos de nuestra época, sólo se menciona a Montoneros como parte de ese espacio político... G.M.: Lo que sucede es que la historia se ha contado de manera muy parcializada. Los motivos son diversos. No vamos a discutirlos en esta entrevista, habría que hacerlo en otra ocasión, pero la historia real de la Argentina es distinta. Había otros sectores del peronismo revolucionario que trabajaban junto a la izquierda marxista, junto al PRT-ERP. Aunque quizás hoy se los olvide intencionadamente o se los desconozca, en la historia real existieron. Muchas veces en Nuevo Hombre se expresaban esas posiciones de unidad con la izquierda marxista. N.K.: ¿Cuáles eran los referentes más importantes de ese otro sector que no tenía problemas en trabajar junto a la izquierda marxista? G.M.: Mirá, por ejemplo, entre muchos otros, uno de los más importantes fue Rodolfo Ortega Peña. No sólo él. También estaba Alicia Eguren, quien además había sido compañera de John William Cooke. Las organizaciones armadas peronistas basaban su estrategia en aquella teoría de Cooke de que la única forma de lograr una transformación revolucionaria en Argentina pasaba por la transformación del peronismo en un movimiento revolucionario. Pero en los años ’70, ya fallecido Cooke, Alicia Eguren había llegado a la conclusión de que el peronismo iba a terminar siendo manejado por los sectores tradicionales del aparato partidario. La historia demostró que efectivamente eso ocurrió. N.K.: ¿A Ortega Peña y a Alicia Eguren los conociste personalmente? G.M.: Sí, a los dos. Rodolfo fue abogado mío a inicios de los años ’70, más precisamente en 1972, cuando hicimos la fuga de Trelew [Gorriarán hace aquí referencia a una célebre fuga del penal de Rawson —provincia de Chubut—, donde la máxima dirección de la insurgencia argentina logra escaparse hacia el Chile de Salvador Allende y de allí a Cuba. A aquellos combatientes presos —hombres y mujeres— que no alcanzaron a escapar la dictadura militar los fusiló a sangre fría en un hecho que se conoce popularmente como “la masacre de Trelew”. N.K.]. Rodolfo fue asesinado en 1974, siendo abogado. El mismo día que fue asesinado, Rodolfo Ortega Peña había presentado su solicitud de ingreso al PRT. Él había asumido en 1973 como diputado del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI). Luego, viendo que no podía actuar dentro de ese espacio político, Rodolfo había formado en la cámara de diputados un bloque unipersonal. Yo creo que Rodolfo, como diputado, es uno de los mejores ejemplos, al menos de la segunda mitad del siglo XX, ya que utilizaba su banca de diputado para apoyar los conflictos sociales y defender a la gente que estaba más desprotegida frente al avasallamiento del estado y las patronales. Eso le costó que lo asesinaran en pleno centro de la capital federal, en las calles Arenales y 9 de julio. Lo asesinan de noche; el encuentro con nosotros, con el PRT, había sido a la tarde. Después, en 1976, despareció Alicia Eguren. Esta relación del PRT con ese espacio expresa claramente que teníamos como política prioritaria una posición de masas y la conciencia de que era imposible avanzar en la dirección de un proceso revolucionario si ese proyecto no estaba avalado por millones de personas. Además, teníamos la conciencia de que ese proyecto revolucionario no era viable si no se contaba con el ámbito de la cultura y con la intelectualidad. Los ejemplos concretos que te estoy mencionando muestran que sí teníamos una posición política en ese sentido. N.K.: Pero en los relatos posteriores, incluso en los que supuestamente defienden las causas populares, se parcializa la historia para deslegitimar las luchas revolucionarias... G.M.: Se parcializa la historia y se la presenta de manera deformada o unilateral. Por ejemplo, con la acusación de “foquismo” que se le atribuye al PRT. Nosotros éramos críticos del foquismo. Estábamos tan compenetrados de anti-foquismo que, incluso, a veces cometimos errores inversos. Para no caer en el foquismo aplicábamos tácticas que eran incorrectas. N.K.: ¿De dónde proviene el foquismo? G.M.: El foquismo proviene de una teoría de Regis Debray, intelectual francés a quien conocí bastante. N.K.: ¿Lo conociste en La Habana? G.M.: No, lo conocí en Chile. Cuando a Debray lo liberan en Bolivia de la cárcel de Camiri va a parar a Chile. Yo voy a Chile luego de la asunción de Salvador Allende y allí tenemos con él una reunión de todo un día. Más tarde, lo volví a ver en Nicaragua en 1979... en fin. Lo que quería decir es que Debray es quien elaboró la teoría del foquismo. ¡La teoría del foquismo no es del Che Guevara! La teoría del foquismo de Debray constituye una simplificación de la teoría del Che Guevara. Precisamente la revolución cubana triunfa, no por un supuesto foquismo sino por el gran aval de masas que tiene. En Cuba el denominado foco guerrillero era una táctica militar dentro de un contexto mucho más abarcativo. N.K.: ¿Vos pudiste hablar con Debray sobre este tema? G.M.: Sí, por supuesto. Pero cuando nosotros hablamos con él, Debray ya estaba crítico de su propia teoría foquista. Por entonces él estaba escribiendo el libro Crítica de las armas. Estuvimos todo el día, de la mañana a la noche, discutiendo esto en la casa donde él paraba en Chile; una casa prestada por el gobierno de Allende. Luego lo vi en Nicaragua, pocos días después del triunfo sandinista de 1979. Ya por aquel tiempo Debray tenía un cargo con Mitterand referido a las relaciones de Francia con América latina. Nunca hubo una posición favorable del PRT al foquismo. Primero fue una preocupación y luego una posición definida. Hay que ubicarse en la época, bajo la vigencia de la doctrina de seguridad nacional, las dictaduras militares, el imperio del terrorismo de estado, la intervención brutal del imperialismo. Entonces lo que se discutía en aquella época no era si había que hacer la lucha armada o no, sino cómo había que hacerla. Los foquistas creían que sólo había que estar en el monte. Los otros sostenían que en Argentina no había que estar en el monte sino en las grandes ciudades. Y nosotros, que pensábamos que había que utilizar los dos frentes de lucha, pero con un desarrollo fundamental en los sectores fabriles e industriales. Por ejemplo, toda la supervivencia de nuestra columna guerrillera en la provincia de Tucumán estaba basada en un trabajo político previo en el sindicato azucarero, donde teníamos una presencia muy importante entre los trabajadores. No era algo “caído del cielo”. N.K.: ¿Cómo difundía el PRT sus materiales para encarar esas discusiones políticas? G.M.: A través de las revistas y de libros. N.K.: ¿Ustedes publicaban a través de la editorial La Rosa Blindada? G.M.: Sí, La Rosa Blindada jugó un gran papel. El otro día, hace poco tiempo, me encontré con su antiguo director José Luis Mangieri, cuando presentaban una película sobre el poeta Raúl González Tuñón. Mangieri era el director y habíamos hecho un acuerdo. Por ejemplo, todos los libros que analizaban la experiencia de Vietnam los publicábamos por La Rosa Blindada. Fue la primera vez que su publicó en Argentina sobre la guerra de Vietnam. También teníamos imprentas. Y además de las revistas que te mencioné también teníamos revistas regionales. Por ejemplo, la revista Posición, que publicábamos en la provincia de Córdoba. Ninguna de estas revistas aparecía como perteneciente al PRT, sino con un carácter más amplio, frentista. N.K.: A través de esa política frentista se vincularon con “el gringo” Agustín Tosco? G.M.: El gringo abrió todos los actos del FAS y todos los actos del Movimiento Sindical de Base, que era el movimiento sindical impulsado por nuestra corriente. |