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Respuesta  Mensaje 1 de 9 en el tema 
De: matilda  (Mensaje original) Enviado: 23/09/2006 07:13
Muríó el argentino Enrique Gorriarán, dirigente del Ejército Revolucionario del Pueblo

inSurGente.- Enrique Gorriarán Merlo (en la fotografía), considerado uno de los dirigentes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) murió hoy en un hospital de Buenos Aires cuando iba a ser operado por una complicación cardiovascular. Gorriarán Merlo, quien cumpliría 64 años en octubre, fue trasladado esta tarde de un centro médico al Hospital Argerich, en el populoso barrio de La Boca, en muy mal estado general, "para ser intervenido de un aneurisma disecante en la aorta", según el parte médico. Datos de su biografía indican que a los 27 años (1969) se incorporó al ERP, encabezado por Mario Santucho, que empleó la lucha armada para enfrentar a la dictadura militar y su primera acción fue un asalto a una comisaría en la ciudad de Rosario, en marzo de 1971. Hagan clic en "Leer más" para ampliar la información sobre este luchador que hoy se ha ido.



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Respuesta  Mensaje 2 de 9 en el tema 
De: matilda Enviado: 24/09/2006 07:59

N.K.: ¿Vos lo pudiste conocer a Agustín Tosco?

G.M.: Sí, al gringo lo conocí y bien. Estuve con él en la cárcel de Rawson el día de la fuga. Tosco fue el único detenido que no participó de la fuga a quien le avisamos, antes de fugarnos, que nos íbamos a escapar. Cuando le avisamos, fuimos Robi Santucho [máximo dirigente del PRT-ERP], Marcos Osatinsky [uno de los máximos dirigentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias-FAR] y yo. Y entonces hablamos con el gringo. Allí, nuevamente, nos encontramos con esas historias tergiversadas que se tejen a posteriori. Algunos dicen por allí que Tosco nos respondió: “No, yo no me fugo porque a mí me van a sacar de la cárcel las masas”.

Tosco no dijo nada de eso. Yo estuve allí y hablé con él. Nosotros fuimos a hablar con él sabiendo de antemano que él no se iba a fugar. Porque fugarse hubiera implicado que pasaba a la clandestinidad y dejaba de cumplir el rol que él cumplía en la resistencia. Ya para esa época Agustín Tosco se había transformado en una personalidad importante del sindicalismo y terminó siendo el sindicalista más importante de la república argentina. Nosotros le informamos antes de la fuga por el respeto que le teníamos y por la relación que teníamos con él. Con Tosco, hasta el último día, hasta el momento en que murió, coordinamos todo y hablamos todo con él. Desde lo político y lo sindical hasta lo militar.

N.K.: ¿Cómo fue ese diálogo antes de la fuga del penal?

G.M.: Bueno, en el recreo de las cuatro de la tarde —nosotros nos fugábamos a las seis, dos horas después— Robi Santucho le dice: “Mirá gringo, nos vamos a fugar. Lógicamente, si vos querés venir, no hay duda alguna, pero sabemos que no vas a venir”.

N.K.: ¿Qué le respondió Tosco?

G.M.: En un primer momento no dijo nada. Lo que hizo fue ponerse en cuchillas, flexionó las piernas, bajó la cabeza unos cinco o diez segundos, se levantó y lo único que dijo fue: “¿Y yo qué tengo que hacer?”. Esa es la verdad histórica. Eso fue lo que allí realmente sucedió. Entonces yo le dije que habíamos pensado que controlara a los presos que estaban en su pabellón, que eran sindicalistas, etc., y a los de enfrente de su pabellón, que eran presos comunes, pero que a él le tenían un gran respeto. Eso fue lo que hizo.

N.K.: ¿Se despidieron antes de la fuga?

G.M.: Sí, nos despedimos. Cuando nos íbamos, Roberto Quieto [otro alto dirigente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias-FAR] y yo, que formábamos uno de los grupos que íbamos tomando pabellón por pabellón, nos tocó copar el pabellón donde estaba Tosco. Pasamos frente a su reja, él se acercó, nos dimos la mano y nos fuimos rápido. Luego vino la masacre de Trelew, el fusilamiento de nuestros compañeros desarmados. Tosco fue el gran denunciante de la masacre, el principal y quien les dio ánimo a todos en la cárcel luego de los asesinatos. El gringo pronunció un discurso desde la ventana de su celda para el resto de los presos reivindicando a los compañeros asesinados y denunciando el crimen de los militares. No era cualquier momento, ya que en ese instante el ejército argentino estaba con una ferocidad tremenda en relación a los presos como venganza por nuestra fuga.

N.K.: ¿Lo volviste a ver después de Trelew?

G.M.: Sí, lo volví a ver durante todo el año 1975, que fue el año en que yo estuve en Córdoba. Nos veíamos semanalmente. Lo vi por última vez el día que estábamos en una reunión, era viernes; se estaba programando un paro activo para el martes siguiente. Yo no tenía que ir ahí, pero fui con los compañeros nuestros que eran dirigentes sindicales de las distintas fábricas. Entonces, después de la reunión, nos quedábamos ahí, comíamos un asado y charlábamos de política en general. A esa reunión yo fui por eso, no por los sindicatos. Yo tenía otra tarea, era responsable del PRT en Córdoba. Cuando estábamos conversando Tosco se desvaneció un poquito, unos segundos, le dieron una aspirina y reaccionó bien. Seguimos hablando.

Por entonces, durante todo ese año, el gringo Tosco estaba en la clandestinidad. Quien lo ayudó fue un compañero nuestro que está vivo y se llama Roberto Habichayn. Roberto era médico, miembro del ERP y médico del sindicato Luz y Fuerza de Córdoba. Le decíamos “el turco”. Cuando yo veía a Tosco lo veía junto con este compañero, que lo cuidaba, le alquilaba las casas clandestinas, lo llevaba en auto (tenía un Ford Falcon), etc. Esa vez también vino una compañera monja, que era amiga de Tosco. Entonces cuando termina la reunión, luego que se desvanece, se van y ya en el auto el turco me dice “Estoy muy preocupado porque es la tercera vez en una semana que le pasa esto del desvanecimiento y no sabemos qué es”. Habíamos quedado en vernos el lunes, para preparar los detalles de la huelga del martes. Nunca nos vimos porque el sábado se descompuso, de ahí lo llevaron a internar, después fue operado en una clínica, tuvo una pequeña recuperación de unos días, volvió a descomponerse y murió. Al final nos habíamos hecho amigos, bien amigos.

Contrariamente a lo que se dice, a las historias posteriores que se tejen para deslegitimar la lucha, el gringo Tosco era partidario de la lucha revolucionaria en Argentina. Y pensaba que así como algunos de nosotros estábamos en la guerrilla, él cumplía ese otro rol, pero perfectamente consciente y coordinado con nosotros. El gringo consideraba que ambas tareas no eran de ningún modo incompatibles. Para corroborarlo basta leer objetivamente los discursos de Tosco en el Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS) y todas sus declaraciones. El gringo era una persona extremadamente importante para el proceso argentino porque tenía una gran capacidad de unir a los revolucionarios. Por ejemplo, en Córdoba, se había logrado una gran unidad entre las fuerzas progresistas, fundamentalmente a partir de la lucidez y la claridad de Tosco.

N.K.: Luego de la muerte de Tosco en 1975, viene la dictadura militar (1976), el genocidio de nuestro pueblo, el exilio, tu participación en la revolución en Nicaragua (1979) y el ajusticiamiento de Anastasio Somoza. A partir de allí lo conociste a Julio Cortázar. ¿Cómo se produjo ese encuentro con Cortázar?

G.M.: Julio estaba muy impactado por la revolución en Nicaragua, entonces comenzó a viajar, a visitar aquel país, frecuentemente. Entonces un día lo conocí en Nicaragua en la casa de Tomás Borge [dirigente del Frente Sandinista de Liberación Nacional-FSLN. N.K.]. Allí conversamos con él. Si no sabías quien era o nunca habías visto una fotografía de Julio Cortázar podías estar conversando con él cinco horas y no te dabas cuenta. En ningún momento hacía ostentación. Si estuviera en este lugar, estaría aquí sentado conversando como lo estamos haciendo nosotros sin ningún tipo de ademán, ostentación o pose. Yo esperaba encontrarme con una persona que haría gala de su importancia y de su fama, pero me encontré con un hombre sumamente sencillo. Me llamó poderosamente la atención esa sencillez. También su inteligencia, pero eso yo lo descartaba, porque sabía que él era muy inteligente. Sí me sorprendió su sencillez. Julio estaba impactado por lo de Somoza.

N.K.: ¿Por el ajusticiamiento?

G.M.: Sí. Entonces él nos manifestó que le hubiera gustado escribir un libro sobre ese hecho. Nosotros le contamos cómo había sido. Cortázar sabía lo que había significado Somoza para Nicaragua. Nosotros le agregamos un elemento que quizás no era muy conocido. Somoza no fue ajusticiado por las cosas terribles que había hecho en el pasado dictatorial. No fue un hecho de venganza. Fue el ajusticiamiento del jefe de la contrarrevolución que ya estaba actuando contra Nicaragua y contra la nueva revolución que había triunfado en julio de 1979. Ya para esa altura había instructores en represión que la dictadura militar argentina había enviado a Honduras para reprimir internamente y organizar la contrarrevolución contra la revolución sandinista, de la mano de la CIA. Eso era lo que Somoza había acordado con la dictadura argentina desde Paraguay.

N.K.: Incluso esos militares argentinos participaron activamente en la tortura en Honduras...

G.M.: Sí, el jefe de ellos e instructor de los contras nicaragüenses, el coronel José Osvaldo Barreiro, apodado “Balita”, está acusado de 174 desapariciones en Honduras. El gobierno de Honduras lo pide a la Argentina, no lo extraditan aunque se sabe que durante los años ’90 este torturador estaba trabajando de asesor del ministro de defensa argentino Domínguez, ministro de Carlos Saúl Menem. Este torturador y todos sus asesores estaban operando en Honduras contra Nicaragua [véase Clarín: “La exportación del terror”, suplemento especial del 24/3/2006. N.K.] cuando se produce el ajusticiamiento de Somoza en Paraguay. Entonces nosotros siempre decimos que lo que hicimos no fue una venganza por lo que había hecho en el pasado sino una emboscada contra el jefe operante de la contrarrevolución. Lo hicimos en Paraguay porque él estaba en Paraguay, si hubiera estado en Nicaragua, lo hubiéramos hecho en Nicaragua.

N.K.: ¿Cómo sabían que Somoza estaba en Paraguay?

G.M.: Que estaba en Paraguay era público, lo que no sabíamos era donde estaba. Estuvimos seis meses hasta que lo detectamos. Entonces todo eso se lo comentamos a Cortázar. Él nos dijo que le gustaría hacer un libro al respecto, pero que no podía y entonces propuso que fuera otro escritor argentino, Osvaldo Soriano. Nos dijo que él iba a hablar con Soriano en Francia. Pero Soriano tampoco pudo. Finalmente el libro lo hicieron la escritora salvadoreña Claribel Alegría y su esposo Bob Fakol. Hicieron una trama novelada pero completamente ajustada a lo que sucedió en la acción.

Lo que nos sorprendió de Bob, el marido de esta escritora salvadoreña, es algo que nos cuenta mientras estamos preparando las conversaciones sobre el libro. Nunca supe porqué nos cuenta eso. Quizás supuso que nosotros tendríamos información al respecto, pero nosotros no sabíamos nada. Nos contó que veinte años atrás, durante el gobierno del presidente Arturo Frondizi [1958-1962] él había trabajado de joven como agente de la CIA en la embajada norteamericana en Argentina. Obviamente él había abandonado más tarde todo eso, decepcionado y espantado. Nos contó cómo se abrió. La conoció después a Claribel, se casaron, vivieron muchísimos años juntos. Era una excelente persona. Pero ¿sabés qué misión había tenido como agente de la CIA?

N.K.: No. ¿Cuál era su tarea?

G.M.: Estaba encargado de pasar datos sobre todo el sector cultural argentino: escritores, periodistas e intelectuales. Tenía que seguir qué posiciones tenían los intelectuales en relación a Estados Unidos. Entonces lo conversamos mucho con él. Estábamos en 1980 y 1981, ya habían sucedido la mayor parte de las desapariciones de personas en Argentina y en toda América latina, entre las cuales estaban muchos intelectuales de izquierda, marxistas o progresistas. Entonces lo conversamos y él me hizo notar cómo Estados Unidos venía planificando desde bastante tiempo antes y seleccionando entre los intelectuales antiimperialistas las futuras víctimas.

Fuente: La Haine


Respuesta  Mensaje 3 de 9 en el tema 
De: matilda Enviado: 24/09/2006 15:59
La cultura revolucionaria en el guevarismo argentino

x Néstor Kohan - La Haine

Entrevista a Enrique Gorriarán Merlo :: Gorriarán es uno de los más célebres revolucionarios latinoamericanos. Combatió en Argentina [en el Ejército Revolucionario del Pueblo], en Nicaragua y en otros países latinoamericanos. Entre muchas otras acciones, en 1979 participó del ajusticiamiento del sanguinario dictador nicaragüense Anastasio Somoza, por entonces exiliado en Asunción, Paraguay.

Gorriarán fue militante y dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores y del Ejército Revolucionario del Pueblo [PRT-ERP], organización guevarista argentina dirigida por Mario Roberto Santucho [1936-1976]. Más tarde —ya disuelto el PRT-ERP y como dirigente del Movimiento Todos por la Patria [MTP]—, Gorriarán Merlo integró y dirigió el grupo que en 1989 asalta el cuartel militar de La Tablada [Argentina]. Por esta acción pasó varios años en prisión. Gorriarán Merlo constituye un testigo privilegiado de toda una época y un protagonista directo de varios hechos fundamentales de nuestra historia política. Con sus aciertos y con sus errores, este militante argentino, como muchos de sus compañeros y compañeras, le dedicó toda su vida a la revolución latinoamericana.

Néstor Kohan: En los relatos oficiales de la historia argentina se ha intentado deslegitimar la lucha revolucionaria de nuestro pueblo por diversas vías. La más famosa ha sido la teoría de los “dos demonios” (en la cual son homologados los militares asesinos y los revolucionarios). Otra forma más sutil ha consistido en atribuir a los revolucionarios una visión puramente “foquista” donde la batalla hegemónica y cultural y la lucha de ideas no habrían jugado ningún papel. ¿Cómo fue la integración de la lucha cultural e intelectual dentro de la vida política de la organización a la que vos perteneciste, el PRT-ERP?

Gorriarán Merlo: Al contrario de ese relato oficial, el PRT-ERP siempre le dio importancia a la faz popular y a la dimensión cultural de la lucha. Te doy un ejemplo. En 1973, cuando se dieron mayores condiciones de posibilidad, el partido [PRT] impulsó la publicación de un diario masivo. Se llamaba El Mundo y editaba los días domingos 100.000 ejemplares...

N.K.: ¿Durante cuánto tiempo existió esa publicación masiva?

G.M.: Bueno, hasta que lo cerraron... hasta que lo prohibieron en 1974. Además, clandestinamente, se editaban las revistas Estrella Roja y El Combatiente. La primera era el medio de comunicación del ERP, mientras que la segunda del PRT. Estrella Roja llegó a editar 30.000 ejemplares y El Combatiente alcanzó la cifra de 20.000. En 1973, durante los cortos meses del gobierno de Héctor J.Cámpora, se editaron legalmente. Luego, continuaron editándose clandestinamente. Lo que quiero decir es que entre ambas publicaciones se editaron 50.000 ejemplares cada 15 días. Si vos no tenés a quien llegar con estos periódicos, con estos medios de comunicación, si no tenés un público, si no hubiese habido una batalla cultural y de ideas apuntando a las masas, no hubiese tenido sentido publicarlos.

N.K.: ¿Existió algún trabajo o área específica para la batalla cultural dentro del PRT?

G.M.: Sí, por supuesto. Existió el Frente de Trabajadores de la Cultura (FTC), que aglutinaba a los trabajadores de la cultura, a los artistas y a los intelectuales. El FTC se creó y funcionó desde el comienzo. El ERP se fundó en junio de 1970 y ya desde ese momento comenzó a funcionar el Frente de Trabajadores de la Cultura. Varios de estos compañeros, que formaban parte del FTC, integrarán después el Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS) que, mostrando una gran capacidad de movilización, realizó varios congresos masivos, cinco en total. Por ejemplo, en el año 1974, en pleno auge de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA [grupo paramilitar y parapolicial de la extrema derecha argentina dedicado a asesinar dirigentes y militantes de izquierda]), el FAS logró reunir a 30.000 personas en un acto en la ciudad de Rosario. No era fácil reunir tantas personas en un marco político determinado por la derecha más represiva, por la extrema derecha del peronismo.

N.K.: ¿Haroldo Conti era integrante del Frente de Trabajadores de la Cultura y del Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS)?

G.M.: Efectivamente. Haroldo era uno de sus integrantes. El 5 de mayo se cumple un nuevo aniversario de su desaparición. Haroldo, reconocido escritor de ficción, trabajaba la faz cultural. Eso no lo hacía a pesar de su militancia sino por su misma militancia. La militancia no iba en contra de su actividad cultural sino a favor de ella. No había otra posibilidad. Lo menos conocido de su personalidad, lo que ha permanecido más oculto, es que también era un militante pleno de la causa revolucionaria, integrante del PRT.

N.K.: ¿Vos lo conociste personalmente a Haroldo?

G.M.: No lo conocí personalmente. Sí lo conocí a través del los informes diarios. Yo estaba en ese entonces en Córdoba y en Tucumán [dos provincias argentinas] y Haroldo estaba en Buenos Aires [capital de Argentina]. Lo he visto en un acto del FAS, pero no tuvimos actividad conjunta. Haroldo Conti trabajaba en el área cultural y también en la esfera de informaciones del PRT y el ERP. Él tenía muchas relaciones y mucha información. Por ejemplo, cuando Haroldo desaparece él estaba encabezando un proyecto que consistía en la salida pública de una radio clandestina que iba a interferir la frecuencia de onda de Radio Colonia [popular radio de Uruguay que se escucha habitualmente desde Buenos Aires] con el objetivo de difundir nuestro pensamiento en forma masiva. Posteriormente, se intentó ocultar su militancia revolucionaria. Se lo caracterizó única y exclusivamente como escritor. Pero Haroldo fue secuestrado y desapareció porque era un revolucionario.

N.K.: ¿Cómo se expresaba ese pensamiento en su obra?

G.M.: Bueno, si vos leés su obra literaria, encontrás que todos sus cuentos, o la mayoría, son sobre la vida cotidiana. Además de que son bellos, expresan la vida de los verdaderos hacedores de la sociedad: las personas comunes. En su obra la gente común está mucho más presente que los “grandes personajes”. Por ejemplo Haroldo Conti escribe muchos relatos sobre la vida en Chacabuco [un pueblo de la provincia de Buenos Aires]: “La balada del álamo Carolina”; “Los novios”, etc. Una de las principales obras de carácter más político es Mascaró, el cazador americano, novela que escribe luego de ser jurado del premio cubano Casa de las Américas.

Haroldo Conti, entonces, además de ser un escritor reconocido desaparece por esa militancia. Él tenía una vida pública muy prestigiosa. A mí me sorprendió, por ejemplo, que una vez el escritor José Saramago declarara en una entrevista que él tenía una profunda admiración por la obra de Haroldo Conti. A raíz de esas declaraciones nos comunicamos con Saramago. Le agradecimos lo que dijo y además le explicamos que Haroldo Conti también era compañero nuestro y militante del PRT. Incluso Saramago se solidarizó con nosotros [Gorriarán se refiere aquí a los presos políticos de La Tablada. N.K.] cuando estábamos prisioneros haciendo una huelga de hambre. Lo conocimos a Saramago por Haroldo, quien hacía más de veinte años que estaba desaparecido.

N.K.: Otro de los compañeros que formaron parte de ese espacio cultural fue el cineasta Raymundo Gleyzer...

G.M.: Sí, por supuesto. También ahora —el 27 de mayo— se cumple otro aniversario de la desaparición de Raymundo.

N.K.: ¿Raymundo también participó del Frente de Trabajadores de la Cultura?

G.M.: Sí, allí militaba. Pero además Raymundo había creado una corriente de cine que se llamaba Cine de la base. Él la dirigía. Gleyzer, por ejemplo, había dirigido el film México: la revolución congelada. Es de 1970, si no recuerdo mal. Allí hace toda una crítica a la política mexicana del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI). El contenido de esa crítica de Gleyzer al PRI, donde le critica toda la burocratización de la revolución de Villa y Zapata, hoy es reconocida mundialmente. A mí me parece que Raymundo hubiera sido uno de los principales y más importantes cineastas de la Argentina si no hubiera desaparecido. Él era muy joven. Tenía menos de cuarenta años.

N.K.: ¿En la película dirigida por Raymundo Los traidores intervino el PRT?

G.M.: ¡Esa es una gran película! Los traidores expresa, como yo no vi nunca en ningún otro film, lo que es y lo que significa la burocracia sindical. Allí él retrata la complicidad de la burocracia sindical con los gobiernos dictatoriales y con todas las patronales, especialmente con las peores patronales. Cuando Raymundo nos pasa la película Los traidores tuve la oportunidad de conocerlo personalmente. Luego de verla fuimos a preguntarle si acaso se podía modificar el final. No cambiar nada del contenido de la película, pero sí el final.

N.K.: ¿Por qué justo el final? ¿Por qué allí lo matan al burócrata?

G.M.: Exactamente. En el final de Los traidores un comando mata al personaje del burócrata sindical. Este personaje era una especie de ficción pero tenía fuertes connotaciones que lo asimilaban al burócrata sindical peronista Augusto Timoteo Vandor de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Pero cuando le pedimos que modificara ese final ya era tarde, no había nada que hacer, pues la el film estaba en edición. Tanto Raymundo Gleyzer como sus compañeros de Cine de la base —Nerio Barbieri, Jorge Denti, etc.— eran militantes del partido [PRT]. Por eso nos mostraron la película.

N.K.: ¿Conversaste con él sobre ese final?

G.M.: Sí, nos encontramos en un departamento de la avenida Rivadavia, no recuerdo bien, pero creo que era en el barrio de Flores [barrio de capital federal de Argentina]. Lo fuimos a ver donde él vivía. Yo lo conocí en realidad casi “de casualidad”, porque no era mi tarea específica.

N.K.: ¿Cómo era Raymundo en términos personales?

G.M.: Era una persona totalmente sencilla y humilde. Sin ningún tipo de ostentación en lo personal. Su compañera, Juanita Sapire, y su hijo, viven ahora en Estados Unidos. Cuando Juanita vino a la Argentina nos fue a visitar a la cárcel [Gorriarán se refiere aquí a la década del ’90, luego del ataque al cuartel militar de la Tablada. N.K.]. En esa visita a la cárcel me regaló copias de todas las películas de Raymundo Gleyzer. Hay además una biografía de dos cineastas argentinos que es muy buena, refleja muy bien cómo era Raymundo.

N.K.: ¿Te referís a la película Raymundo, de Ernesto Ardito y Virna Molina?

G.M.: Sí, es una excelente película construida en base a testimonios y relatos, personales y políticos de Raymundo Gleyzer. Raymundo también filmó una película sobre el asalto al Banco de Desarrollo que realizó el ERP y otra sobre el secuestro de Stanley Mainwaring Sylvester, que era gerente de la empresa Swift —un frigorífico— en la ciudad de Rosario [Argentina]. Raymundo filmó en el film Los comunicados toda la distribución de alimentos que esa empresa realizó en la población a raíz del reclamo. Lo mismo puede decirse de esa película sobre la explotación cuyo título es Me matan si no trabajo y si trabajo me matan. Es una denuncia de la enfermedad laboral llamada saturnismo —plomo en la sangre de los trabajadores— en la fábrica de la provincia de Buenos Aires Insud.

N.K.: ¿Raymundo Gleyzer también trabajó en canal 13?

G.M.: Sí, ya en esa época existía canal 13. Él trabajó allí. Pero lo importante que habría que destacar es que Raymundo decidió volcar su vida a la denuncia de toda la injusticia de la sociedad capitalista argentina y no sólo de la Argentina.

N.K.: Además filmó en las islas Malvinas...

G.M.: Sí, ¡también en Malvinas!. Raymundo fue realmente una gran personalidad.

N.K.: ¿El PRT financiaba las películas que realizaba el Cine de la Base?

G.M.: Bueno, había parte de financiación que se lograba a través de la misma producción de ellos o de los trabajos paralelos que ellos realizaban y también con aportes.

N.K.: ¿Qué otros compañeros del campo de la cultura estaban vinculados al PRT?

G.M.: Existía otro compañero, Luis Cerruti Costa. Mirá qué curioso. Cerruti Costa había sido ministro de trabajo de la dictadura de Lonardi [Gorriarán se refiere aquí a la dictadura militar de 1955 que derrocó a Juan Domingo Perón. N.K.]. En aquella época, como otra gente antiperonista, este hombre creía que el golpe de 1955 había sido realmente una “revolución libertadora” [nombre con el que se autobautizaron los golpistas de 1955. N.K.]. Renunció y todavía sin conocernos a nosotros [el PRT nace diez años después, en 1965. N.K.] fue adquiriendo posiciones más progresistas, cada vez más radicalizadas. Muchos años más tarde, en los ’70, nos conoció a nosotros y terminó siendo director del diario El Mundo. Como director de El Mundo realizó una gira internacional. Entre otros lugares estuvo en Vietnam, en plena guerra con Estados Unidos. Desde allá, desde Vietnam, enviaba diariamente sus testimonios para El Mundo. Luis Cerruti Costa fue también un gran compañero. “Don Luis”, le decíamos nosotros, porque él era más grande, más viejo, que todos nosotros.

N.K.: ¿A Silvio Frondizi lo conociste?

G.M.: A Silvio no lo conocí personalmente. Como yo estaba en la dirección de nuestra organización conocía a todos por los informes, pero no lo conocía personalmente. Cada uno tenía sus responsabilidades específicas. Cuando conocía a algunos compañeros era quizás porque los conocía de antes. A Silvio lo vi una vez en un acto del Frente Antiimperialista por el Socialismo. Silvio Frondizi trabajaba y hacía todo con el PRT pero en carácter de independiente. Tenía un grado de afinidad y coincidencias muy cercano.

N.K.: ¿Ustedes reeditaron su libro La realidad argentina?

G.M.: Sí, editamos esos textos. Silvio era una gran personalidad. Como todos sabemos, era hermano del ex presidente Arturo Frondizi y del filósofo Risieri Frondizi, rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Silvio tenía una personalidad política fuerte y era muy consecuente. No tenía buena relación con su hermano ex presidente que en otros tiempos había aparecido como “progresista”, sobre todo por su libro famoso Petróleo y política. Silvio se fue distanciando de él cada vez más. Y terminó su vida como en nuestro país terminaron muchas veces su vida las personas honestas y luchadoras. Un día llegaron los de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) a su casa, lo sacaron de allí y lo asesinaron brutalmente.

N.K.: Cuando sus asesinos de la Triple A sacan un comunicado, luego de matarlo, lo acusan a Silvio de ser “comunista y bolchevique, fundador del ERP e infiltrador de ideas comunistas en nuestra juventud”...

G.M.: Sí, exactamente, así dijeron, pero Silvio no fue fundador del ERP. Sí fue muy cercano a nosotros y trabajaba junto a nosotros con una cercanía creciente, pero no fundó el ERP. Silvio no era militante del ERP, era un militante muy pero muy activo del FAS, el Frente Antiimperialista por el Socialismo. Ahí estábamos juntos.

N.K.: ¿Silvio Frondizi era abogado de presos políticos?

G.M.: Sí, fue un gran abogado de presos políticos. Él fue uno de los abogados que logró detectar y descubrir, a través de testimonios, la desaparición de dos compañeros que habían asaltado el cuartel militar de Azul en 1974. Silvio formaba parte de un grupo de siete abogados. Los mataron o desaparecieron a todos. Eso marca una característica de esa época en Argentina. ¡Todos los abogados que intervinieron en esa causa terminaron asesinados o desaparecidos! Otro de los abogados era Manuela Santucho, hermana de Robi [Robi era el sobrenombre de Mario Roberto Santucho. N.K.]. Cuando lo secuestran y asesinan a Silvio Frondizi también lo matan al esposo de su hija, una persona muy buena y con una buena relación familiar pero que no tenía relación en la política.

N.K.: Silvio fue uno de loa directores de la revista Nuevo Hombre. ¿Cómo fue que se decidió publicar esa revista?

G.M.: Nuevo Hombre expresaba una postura frentista vinculada al FAS. Silvio llegó a dirigirlo. Luego estuvieron como directores Rodolfo Mattarolo y Enrique Raab. Éste último también está desaparecido. En esa política frentista, junto al PRT participaba también un sector del peronismo revolucionario.

N.K.: Esa parte de la historia no es tan conocida. Habitualmente, en los relatos de nuestra época, sólo se menciona a Montoneros como parte de ese espacio político...

G.M.: Lo que sucede es que la historia se ha contado de manera muy parcializada. Los motivos son diversos. No vamos a discutirlos en esta entrevista, habría que hacerlo en otra ocasión, pero la historia real de la Argentina es distinta. Había otros sectores del peronismo revolucionario que trabajaban junto a la izquierda marxista, junto al PRT-ERP. Aunque quizás hoy se los olvide intencionadamente o se los desconozca, en la historia real existieron. Muchas veces en Nuevo Hombre se expresaban esas posiciones de unidad con la izquierda marxista.

N.K.: ¿Cuáles eran los referentes más importantes de ese otro sector que no tenía problemas en trabajar junto a la izquierda marxista?

G.M.: Mirá, por ejemplo, entre muchos otros, uno de los más importantes fue Rodolfo Ortega Peña. No sólo él. También estaba Alicia Eguren, quien además había sido compañera de John William Cooke. Las organizaciones armadas peronistas basaban su estrategia en aquella teoría de Cooke de que la única forma de lograr una transformación revolucionaria en Argentina pasaba por la transformación del peronismo en un movimiento revolucionario. Pero en los años ’70, ya fallecido Cooke, Alicia Eguren había llegado a la conclusión de que el peronismo iba a terminar siendo manejado por los sectores tradicionales del aparato partidario. La historia demostró que efectivamente eso ocurrió.

N.K.: ¿A Ortega Peña y a Alicia Eguren los conociste personalmente?

G.M.: Sí, a los dos. Rodolfo fue abogado mío a inicios de los años ’70, más precisamente en 1972, cuando hicimos la fuga de Trelew [Gorriarán hace aquí referencia a una célebre fuga del penal de Rawson —provincia de Chubut—, donde la máxima dirección de la insurgencia argentina logra escaparse hacia el Chile de Salvador Allende y de allí a Cuba. A aquellos combatientes presos —hombres y mujeres— que no alcanzaron a escapar la dictadura militar los fusiló a sangre fría en un hecho que se conoce popularmente como “la masacre de Trelew”. N.K.].

Rodolfo fue asesinado en 1974, siendo abogado. El mismo día que fue asesinado, Rodolfo Ortega Peña había presentado su solicitud de ingreso al PRT. Él había asumido en 1973 como diputado del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI). Luego, viendo que no podía actuar dentro de ese espacio político, Rodolfo había formado en la cámara de diputados un bloque unipersonal. Yo creo que Rodolfo, como diputado, es uno de los mejores ejemplos, al menos de la segunda mitad del siglo XX, ya que utilizaba su banca de diputado para apoyar los conflictos sociales y defender a la gente que estaba más desprotegida frente al avasallamiento del estado y las patronales. Eso le costó que lo asesinaran en pleno centro de la capital federal, en las calles Arenales y 9 de julio. Lo asesinan de noche; el encuentro con nosotros, con el PRT, había sido a la tarde.

Después, en 1976, despareció Alicia Eguren. Esta relación del PRT con ese espacio expresa claramente que teníamos como política prioritaria una posición de masas y la conciencia de que era imposible avanzar en la dirección de un proceso revolucionario si ese proyecto no estaba avalado por millones de personas. Además, teníamos la conciencia de que ese proyecto revolucionario no era viable si no se contaba con el ámbito de la cultura y con la intelectualidad. Los ejemplos concretos que te estoy mencionando muestran que sí teníamos una posición política en ese sentido.

N.K.: Pero en los relatos posteriores, incluso en los que supuestamente defienden las causas populares, se parcializa la historia para deslegitimar las luchas revolucionarias...

G.M.: Se parcializa la historia y se la presenta de manera deformada o unilateral. Por ejemplo, con la acusación de “foquismo” que se le atribuye al PRT. Nosotros éramos críticos del foquismo. Estábamos tan compenetrados de anti-foquismo que, incluso, a veces cometimos errores inversos. Para no caer en el foquismo aplicábamos tácticas que eran incorrectas.

N.K.: ¿De dónde proviene el foquismo?

G.M.: El foquismo proviene de una teoría de Regis Debray, intelectual francés a quien conocí bastante.

N.K.: ¿Lo conociste en La Habana?

G.M.: No, lo conocí en Chile. Cuando a Debray lo liberan en Bolivia de la cárcel de Camiri va a parar a Chile. Yo voy a Chile luego de la asunción de Salvador Allende y allí tenemos con él una reunión de todo un día. Más tarde, lo volví a ver en Nicaragua en 1979... en fin. Lo que quería decir es que Debray es quien elaboró la teoría del foquismo. ¡La teoría del foquismo no es del Che Guevara! La teoría del foquismo de Debray constituye una simplificación de la teoría del Che Guevara. Precisamente la revolución cubana triunfa, no por un supuesto foquismo sino por el gran aval de masas que tiene. En Cuba el denominado foco guerrillero era una táctica militar dentro de un contexto mucho más abarcativo.

N.K.: ¿Vos pudiste hablar con Debray sobre este tema?

G.M.: Sí, por supuesto. Pero cuando nosotros hablamos con él, Debray ya estaba crítico de su propia teoría foquista. Por entonces él estaba escribiendo el libro Crítica de las armas. Estuvimos todo el día, de la mañana a la noche, discutiendo esto en la casa donde él paraba en Chile; una casa prestada por el gobierno de Allende. Luego lo vi en Nicaragua, pocos días después del triunfo sandinista de 1979. Ya por aquel tiempo Debray tenía un cargo con Mitterand referido a las relaciones de Francia con América latina. Nunca hubo una posición favorable del PRT al foquismo. Primero fue una preocupación y luego una posición definida.

Hay que ubicarse en la época, bajo la vigencia de la doctrina de seguridad nacional, las dictaduras militares, el imperio del terrorismo de estado, la intervención brutal del imperialismo. Entonces lo que se discutía en aquella época no era si había que hacer la lucha armada o no, sino cómo había que hacerla. Los foquistas creían que sólo había que estar en el monte. Los otros sostenían que en Argentina no había que estar en el monte sino en las grandes ciudades. Y nosotros, que pensábamos que había que utilizar los dos frentes de lucha, pero con un desarrollo fundamental en los sectores fabriles e industriales. Por ejemplo, toda la supervivencia de nuestra columna guerrillera en la provincia de Tucumán estaba basada en un trabajo político previo en el sindicato azucarero, donde teníamos una presencia muy importante entre los trabajadores. No era algo “caído del cielo”.

N.K.: ¿Cómo difundía el PRT sus materiales para encarar esas discusiones políticas?

G.M.: A través de las revistas y de libros.

N.K.: ¿Ustedes publicaban a través de la editorial La Rosa Blindada?

G.M.: Sí, La Rosa Blindada jugó un gran papel. El otro día, hace poco tiempo, me encontré con su antiguo director José Luis Mangieri, cuando presentaban una película sobre el poeta Raúl González Tuñón. Mangieri era el director y habíamos hecho un acuerdo. Por ejemplo, todos los libros que analizaban la experiencia de Vietnam los publicábamos por La Rosa Blindada. Fue la primera vez que su publicó en Argentina sobre la guerra de Vietnam. También teníamos imprentas. Y además de las revistas que te mencioné también teníamos revistas regionales. Por ejemplo, la revista Posición, que publicábamos en la provincia de Córdoba. Ninguna de estas revistas aparecía como perteneciente al PRT, sino con un carácter más amplio, frentista.

N.K.: A través de esa política frentista se vincularon con “el gringo” Agustín Tosco?

G.M.: El gringo abrió todos los actos del FAS y todos los actos del Movimiento Sindical de Base, que era el movimiento sindical impulsado por nuestra corriente.


Respuesta  Mensaje 4 de 9 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 24/09/2006 15:59

La vida a sangre y fuego

Se hizo masivamente conocido en 1989 con el ataque a La Tablada, que le costó ocho años de cárcel, pero el ex jefe guerrillero ya había dejado huellas con su participación en la fundación del ERP, su protagonismo en las fuerzas sandinistas y la ejecución de Somoza. Sus antiguos compañeros se dividen al analizar su trayectoria.

Por Susana Viau
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El parte oficial consignó que la muerte de Enrique Haroldo Gorriarán Merlo se produjo hacia las 16.30 a causa de la rotura de un aneurisma en la aorta abdominal. Ingresó a la guardia del hospital Argerich en parada cardiorrespiratoria. La noche anterior había estado con antiguos compañeros en una reunión política. Gorriarán era considerado por la opinión pública un hombre polémico. No se le perdonó el desastre de fuego y sangre desatado en el copamiento del regimiento de La Tablada, el 23 de enero de 1989. Sin embargo, luego de largos años de cárcel y de una durísima huelga de hambre, obtuvo la libertad en mayo de 2003, por un indulto. Desde ese momento se preparó para regresar. Estaba tratando de concretarlo a través del Partido del Trabajo y el Desarrollo, un grupo de objetivos moderados y proyectos electorales asentado en Santa Fe. Es probable que su muerte despierte sentimientos encontrados. Eso sí, nadie podrá decir que no ha sido prematura: tenía 64 años y era uno de los últimos mohicanos de la dirección del PRT-ERP, la guerrilla marxista más importante de los años ’70.

La Tablada lo expulsó de la vida legal y de la lucha democrática en la que, a diferencia de otros de sus camaradas, pretendió incursionar. A mediados de los ’80 había realizado una autocrítica devastadora, marcando como un error las acciones armadas llevadas a cabo bajo el gobierno de Isabel Perón. Antes de La Tablada había cometido otro error: describir, sin una pizca de pasión, los instantes finales de Anastasio Somoza, un personaje siniestro y despreciable cuya muerte en atentado llevó la firma de un sector del PRT-ERP que él lideraba. Ocurrió en Asunción del Paraguay, donde Somoza estaba exiliado, el 17 de septiembre de 1980. Es curioso, la vida fue construyéndole una imagen brutal que, quienes lo rodeaban, niegan de plano. “Tenía un enorme sentido de la amistad –sostiene su amigo y conmilitón, el médico Roberto “el Turco” Habichayn– y para mí lo fue. Un gran amigo, familiero, sin dobleces. Se emocionaba con mi hijo, que tenía la edad de sus mellizas y estaban lejos. Sentía una especial debilidad por su madre. Ella murió estando preso y no le permitieron verla”.

Daniel De Santis, ex miembro del Comité Central del PRT e integrante de la corriente que siguió a Gorriarán al producirse en los ‘80 la última y definitiva división de la organización, coincide con esa impresión. “Mi relación con él era bastante buena. Lo que tenía para criticarle no me lo callaba. El se revolvía en la silla, pero se lo aguantaba. Era un tipo que se emocionaba con facilidad. Se le humedecían los ojos en cuanto hablaba de algo que lo conmovía. Fue muy solidario conmigo.”

Gorriarán había ingresado a mediados de los ’60 a Palabra Obrera, la corriente trotskista que, fusionada con el Frente Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP, un movimiento indigenista impulsado por Mario Roberto Santucho) dio origen al PRT. Había nacido en San Nicolás, de una familia radical, pero Rosario y la universidad eran el polo de atracción para los jóvenes de la ribera del Paraná. Con Luis Pujals, Emilia Susana Gaggero y Benito Urteaga formaron parte de la “regional Rosario”, de enorme gravitación en el desarrollo del PRT. En 1970 fue elegido delegado al Congreso que decidió la fundación de un brazo militar: el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Ese mismo congreso designó Secretario General a Santucho y a Gorriarán uno de sus jefes militares. Santucho ya era “Carlos” y Gorriarán, “Ricardo”.

Las rupturas posteriores dejaron heridas y según pertenezcan a uno u otro bando, las opiniones respecto de la capacidad política y militar de Gorriarán, difieren: para De Santis, uno de sus antiguos hombres, no es cierto que, tal como piensan muchos, “Ricardo” careciera de conocimientos teóricos: “Al volver de Cuba, después de la fuga de Rawson, ocupó con Santucho una casita en Gonnet. La había alquilado un pariente mío, que también militaba en el partido. Cuando abrí la puerta me encontré con un pelado que estaba leyendo El Capital. No era un hombre sin formación o que no hubiera estudiado el marxismo. Ahora tenía tendencias socialdemócratas, eso es verdad, pero creo que se trataba de una cuestión táctica. Estaba totalmente identificado con la Revolución Cubana y la Revolución Bolivariana. En lo militar, tuvo que ver con la construcción del ERP, estaba en el comando que dirigió la fuga de Rawson, fue jefe del comando que ejecutó a Somoza y, más importante que eso, como estaba en la inteligencia nicaragüense participó del ajusticiamiento del comandante Bravo, en Honduras. Bravo era el jefe de las tropas especiales del somocismo que, apoyado por la CIA, se había reorganizado alrededor de él”

Luis Mattini, nombrado secretario general del PRT tras la muerte de Santucho, y adversario ideológico de Gorriarán, tiene una visión más crítica :”Lo conocí en el 70, en el V Congreso. Y tenía prestigio en el aspecto militar. Estuvo al frente del asalto a un tren pagador, en Rosario, y con ese dinero se financió el congreso. Su primera acción militar importante había sido, precisamente, durante “el rosariazo”. Ese congreso lo convirtió en miembro del Comité Central y miembro del Estado Mayor del ERP. Santucho, era el comandante en Jefe. En 1972 pasa a revistar en el Buró Político. Urteaga (“Mariano” era su nombre de guerra) y Santucho tenían mucha afinidad y yo me entendía bien con Domingo “el gringo” Mena y con Eduardo Merbilháa (“Alberto”). El Pelado era el Pelado. No tenía un par en el Buró. Era muy solitario. Muy reservado”.

Mattini señala que la toma del cuartel de Azul marcó un punto de inflexión en el prestigio militar de Gorriarán dentro de la organización: “lo despromovieron del Estado Mayor y quedó en su reemplazo Juan Ledesma, el “comandante Pedro”. Gorriarán nunca alcanzó el grado de “comandante”. Era “capitán”.” A regañadientes, Mattini acepta explicar que la despromoción se debió a “errores de mando”: en buen romance, una orden de retirada prematura y sin asegurar que todas sus fuerzas estuvieran en condiciones de abandonar el lugar. “Por eso lo enviaron a Córdoba, a realizar trabajo en el frente de masas. Allí, una decisión suya, altamente arbitraria, desencadenó su exclusión del Buró Político. Sin embargo, siempre permaneció como integrante del Comité Central”. Mattini tiene ideas claras respecto de su viejo compañero: “no es ni un héroe ni un demonio. Es como lo que produjo latinoamérica, gente que dio mucho y erró mucho. Si se quiere tenía, en lo operativo, un estilo desprolijo que le era muy característico, claro que en medio de una desprolijidad general. Tenía la lógica del sentido común ¿Qué entiendo por eso? El pensar linealmente que si algo se planifica bien, tiene que salir bien. Su gran acción, la más meritoria, es la ejecución de Somoza. Lo que hizo en Nicaragua no fue poca cosa, no”

Algo muy parecido es lo que sostiene Humberto Pedregosa, “Gerardo”, un ex importante cuadro militar del ERP. “El Pelado fue fundamental en los inicios de la acción armada, en las primeras etapas de la organización militar. Después, el surgimiento de nuevos cuadros militares y el salto cualitativo del PRT-ERP lo relegaron a un segundo plano, su papel se diluía. Pero lo que merece destacarse es que fue un hombre que nació en cuna de oro, pertenecía a las clases medias altas y renunció a todos los privilegios para abrazar una causa que implicaba muchos sacrificios. No era de los que estaban obligados a luchar porque no les quedaba otra salida. Y desde el punto de vista de su lealtad, era irreprochable”. Mattini no cree que la muerte de “Ricardo” marque el fin de una época. “El fin de una época morirá cuando desaparezcamos todos. Somos los últimos guevaristas. La revolución sigue, pero por otras vías. Gorriarán fue reflejo de una época, con lo bueno y lo malo. Para evaluar una época hay que agarrar las bolsas llenas y las vacías” .

                                                   SALUDOS REVOLUCIONARIOS

                                                                      (Gran Papiyo)


Respuesta  Mensaje 5 de 9 en el tema 
De: Diterx1 Enviado: 25/09/2006 19:01
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Respuesta  Mensaje 6 de 9 en el tema 
De: lectora11 Enviado: 14/10/2006 00:42
Dite:   hablas de este señor como yo lo hago del sr. PINOCHET Y OTROS GOBERNABTES argentinos de derechas tú no eres mejor que yo ni yo mejor que tú.
La HISTORIA PONE A CADA CUAL EN SU SITIO, no lo hacemos ni tú ni yo. ¿entiendes?
REPASA LA HISTORIA ATRAVÉS DEL TIEMPO Y ANALIZA CON DETALLE LA RELIGIÓN,DICTADORES,GOBIERNOS ,SOCIEDADES,PUEBLOS ECT... Y TE DARAS CUENTA SI TIENES UN CEREBRO CON UN COEFICIENTE DE 80, LA  MALDAD, PODER, DESTRUCCIÓN, MASACRES,GUERRAS INQUISICIÓN,Y OTRAS ATROCIDADES.  QUENES SON, LOS VERDADEROS REYES EN TODA LA HISTORIA DEL MUNDO HASTA LA ACTUALIDAD.
un saludo muy revolucionario...

Respuesta  Mensaje 7 de 9 en el tema 
De: Diterx1 Enviado: 15/10/2006 11:59
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Respuesta  Mensaje 8 de 9 en el tema 
De: maribea05 Enviado: 15/10/2006 11:59
Me imagino que Lectora11 tiene razón cuando dice que LA HISTORIA PONE A CADA CUAL EN SU SITIO.

Yo estoy sentadita esperando para disfrutarlo, el momento en que sea bien público, claro y alto, que la historia acomodó de lo mejor en el triste para la humanidad y a todas luces dudoso de honrar sitial DE DICTADORES al señor Fidel Castro Ruz, el hijoeputa mayor que ha dado mi tierra.

(... y eso que no entré anoche aquí, luego de ver la película "Cuban Blood", la cual, igual que "The Lost City", no es un panfleto de la "mafia miamense" sino pura y simplemente una muestra sentimental, familiar y real, de las desgracias que ha vivido la familia cubana, la base de cualquier sociedad, socavada por el dolor, la pérdida, la ausencia, la distancia, por culpa de este DICTADOR. Hubiera sido un error "técnico" participar en el foro anoche mismo; quizás no hubiese podido conservar el necesario autocontrol emocional y cívico para compartir con los voceros y defensores del castrofacismo aquí).

Respuesta  Mensaje 9 de 9 en el tema 
De: YoelA Enviado: 17/10/2006 10:27
Oye este Diterx1 es igual que Maiko pero esta vez de la estrema derecha.   Comanselo con papa jajjaja
 
Maribea no sabia de esa pelicula, aqui en NJ uno no se entera de nada.
Hay algun lugar en el internet donde se pueda ver o todavia no ha salido?
Saludos,
Yoel.


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