La infancia de un líder
Es en Birán, su hogar de niño, en donde Fidel desarrolla su oficio de rebelde. “Yo me convertí en revolucionario. He meditado a veces sobre los factores que influyen en eso. Partiendo de la situación de la zona donde yo nací en pleno campo, en un latifundio”.
A sus diez años de edad, el joven Fidel le leía a Antonio García, “un mal cocinero” analfabeta, las noticias sobre el desarrollo de la guerra civil española. Admite que ese conflicto despertó en él su interés por lo internacional y, por supuesto, por los combates entre simpatizantes y adversarios de la República.
En esos años Castro escribió una carta -para su clase de inglés- al presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt -“que es, a mi juicio, uno de los mejores estadistas que ha tenido ese país” [...] “le digo [a Roosevelt] que me gustaría tener un billete de diez dólares, creo que le hablé hasta de los minerales de los pinares de Mayarí”. Obtuvo respuesta a su misiva y se publicó, pero no tiene copia y comenta que le han dicho que si Roosevelt le hubiese enviado los diez dólares “yo no habría dado tantos dolores de cabeza a Estados Unidos”.