Jueves 28 de diciembre, IAR Noticias /
Según el diario estadounidense The Boston Globe, el Pentágono piensa incrementar el reclutamiento  mercenarios entre los inmigrantes para incorporarlos como soldados regulares de su ejército de ocupación en Irak y Afganistán.
De esta forma las fuerzas armadas estadounidenses compensarían la creciente falta de interés de los jóvenes estadounidenses para incorporarse a las fuerzas de ocupación de su país desplegadas por el planeta.
Fuentes oficiales citadas por el  Boston Globe reconocen que la medida podría exponer el Pentágono a más críticas, al tener que recurrir a mercenarios para poder cubrir las necesidades del Departamento de Defensa.
Por otra parte, analistas conservadores vienen mostrando  preocupación por el ingreso masivo  de inmigrantes  a las fuerzas armadas estadounidenses que pudiera poner en riesgo la "seguridad nacional", o que los estadounidenses se averguencen de compartir el uniforme con ellos.
The Boston Globe afirma que la idea de reclutar mercenarios entre los inmigrantes, a cambio de concederles la ciudadanía, gana fuerza, sobre todo entre el millón de inmigrantes que cada año entra legalmente a Estados Unidos.
Las autoridades de inmigración y el Pentágono extendieron un programa que acelera los trámites de nacionalización para los residentes legales que estén dispuestos a ingresar al Ejército.
En 2001, 750 extranjeros que ingresaron a las fuerzas armadas recibieron como premio la ciudadanía norteamericana.
Según estadísticas del Pentágono, en 2005 la cifra de reclutamiento se elevó a 4.600 efectivos.
Tanto el presidente George W. Bush como el nuevo secretario de Defensa, Robert Gates, se pronunciaron a favor de incrementar los efectivos de las fuerzas del Ejército y la Infantería de Marina, para reforzar a las fuerzas destacadas en Irak y Afganistán.
La realidad del mercenario latinoamericano reclutado por el Pentágono para incorporarlo como soldado de "segunda" a sus fuerzas invasoras pone sobre el tapete el fenómeno disgregador de la inmigración.
El inmigrante lúmpen que quiere ingresar al Imperio, tanto desde México como de cualquier otro punto de América Latina, no lo hace en función de ninguna lucha social sino en función de su salvación individual y autorrealización personal.
El inmigrante nivel promedio estadístico, carece de conciencia social y de arraigo a su propio país, cultura y tradiciones, y su emigración no responde a causas sociales transformadoras sino a sus deseos individuales de integrarse al Imperio y a su sociedad de consumo.
No combate al Imperio que coloniza a su país, sino quiere, por el contrario, quiere integrarse al Imperio, ser aceptado como un norteamericano más olvidado de su patria y de sus orígenes. Situación que convierte al inmigrante ilegal en un lúmpen desclasado y sin patria.
El lúmpen ilegal -o legal- que invade el Imperio no es ni antiimperialista ni anticapitalista, no lucha por ninguna causa de justicia social, simplemente es un desarraigado que quiere acceder al circuito del consumo del Imperio para autoafirmarse individualmente.
Psicológicamente, mentalmente, es un alienado de la sociedad de consumo capitalista que no quiere otra cosa que acceder a los bienes y productos que su marginación social y económica se lo impide en su país.
No tiene ninguna bandera, no tiene causa, es un mercenario, que le da lo mismo hacer cualquier tarea, por deshonrosa que sea, incluido enrolarse en el ejército invasor norteamericano sin ningún cuestionamiento moral.
El creciente reclutamiento de mercenarios que realiza en Pentágono prueba el carácter "lumpen" del inmigrante latinoamericano  mitificado como víctima por la izquierda y la prensa del sistema.