| |
Estrella. El también llamado Comandante Zero firmó autógrafos. Foto: Marco Rosales | |
El subcomandante Marcos dejó la política, el caballo y colgó las cartucheras, las cananas, la ametralladora y su pistola para estrenarse como autor del libro: Noches de Fuego y Desvelo, una historia de amor y erotismo en la Selva Lacandona.
A la presentación de la obra, en la Casa Lamm, Marcos llegó con 40 minutos de retrazo e hizo esperar a más de cien personas que lo aguardaban ansiosos y emocionados por ver a su “héroe revolucionario”.
Mientras, en la comodidad de una sala contigua al salón donde iba a realizarse la presentación del libro —que tuvo un costo de 900 pesos—, el Sub pidió una pechuga de pollo sin grasa, Flan y agua de mango.
En tanto, afuera sus admiradores estaban a la expectativa paseándose de un lado a otro con sus cámaras digitales y sus celulares listos para capturar la imagen del autonombrado Comandante Zero.
Pero su comandante al salir estuvo muy lejos de los “suyos”, pues una barrera humana de ocho jóvenes ataviados con camisas rojas y pantalones de mezclilla no permitieron que nadie se acercara a Marcos, celosamente cuidaban a su “amigo” sin importar que durante el tumulto hubiera niños.
¿Por qué es Marcos tan famoso papá?, le preguntó un pequeño de ocho años a su padre.
—Pues porque él luchó contra el gobierno, se opuso al TLC y trató de liberar al pueblo de la opresión”, respondió seguro de sí a su hijo, a quien le insistió que estuviera atento con la cámara fotográfica, “por aquí va a salir, hay que estar atentos”.
En Noches de Fuego y Desvelo el subcomandante es coautor, pues él sólo se encargó de los escritos; el pintor Antonio Ramírez plasmó los dibujos eróticos y Efraín Herrera se encargó del diseño.
“Para los amigos cuesta 1300 pesos”, aclaró Marcos ante el público que atiborró el salón de la Casa Lamm, donde presentó el libro, cuyas ganancias —aseguró— serán destinadas a atender a los indígenas chiapanecos en materia de Salud.
Al terminar Marcos firmó autógrafos en los más de 40 libros que se vendieron esa noche; pero además plasmó su firma en servilletas de papel, en cartones y hasta en la palma de la mano.