Una palabra explica el motivo por el cual EE.UU., la OTAN y la Unión Europea se han forzado a cruzarse de brazos, mientras Rusia defiende sus ciudades, y sus intereses nacionales en el Cáucaso, y libera a los georgianos de la demencia de su impopular presidente, Mikheil Saakashvili. Esa palabra es Kosovo.
Rusia envió tropas a la región separatista georgiana de Osetia del Sur para enfrentar a soldados georgianos que habían avanzado dentro de ese territorio. Cuatro días de duros combates han causado miles de víctimas y la retirada de las fuerzas georgianas. Se informó que las tropas rusas seguían combatiendo el lunes en partes de Georgia, incluso alrededor de la capital Tbilisi.
Ochocientos años de historia caucásica explican por qué Saakashvili ha impuesto semejante destrucción e ignominia sobre sus compatriotas durante los últimos días. La reina Tamar, la más importante soberana georgiana (1184-1213), es responsable por el hábito mostrado por los gobernantes georgianos durante el último milenio de tratar a sus vecinos Armenia, Azerbaiján, Osetia y la costa de Turquía en el Mar Negro como si fueran protectorados. Pero como Tamar también enseñó a sus compatriotas, a la ambición georgiana siempre se le acaba la fuerza cuando los vecinos resultan ser igual de ambiciosos, ricos o duros.
El número 300 explica lo que significa ser más duro – es la suma de la cantidad de piezas de artillería rusa que fueron desplegadas solo a Osetia del Sur, una vez que Saakashvili despachó sus soldados entrenados por EE.UU. e Israel para que entraran en acción en Tsjinvali, capital de Osetia del Sur. Ese ataque, según el pensamiento militar ruso, no tenía la intención de retener a Tsjinvali en Georgia, sino de destruirla, y retirarse rápidamente a Georgia – terminando con la secesión surosetia a través de la liquidación de su pueblo.
Queda por ver cuán duros son ahora los objetivos de guerra rusos – a diferencia de sus métodos. Según fuentes georgianas, no hay refugio para los atacantes en la propia Georgia, mientras la artillería rusa golpea duramente a las unidades militares georgianas dentro de su alcance; la fuerza aérea rusa bombardea toda unidad y depósito militar en territorio georgiano; y la flota rusa del Mar Negro responde al fuego de barcos georgianos frente a Ochamchire, el puerto regional abjazio.
Para todos los rusos, no sólo para los que tienen parientes en Osetia, la destrucción casi total por cañones georgianos de Tsjinvali es un crimen de guerra. Las muertes de unos 2.000 civiles en el ataque georgiano, y la fuga forzada de unos 35.000 sobrevivientes de la ciudad – el último censo de la población de Tsjinvali fue de 30.000 – han sido descritas por los dirigentes rusos, y son entendidas por la opinión pública rusa, como una forma de genocidio. Noventa por ciento de la población de la ciudad, son ciudadanos rusos.
Para los rusos, el ataque georgiano del 8 de agosto parece ser el mismo tipo de “limpieza étnica” que EE.UU. y las potencias europeas han tratado como un crimen contra la humanidad, cuando fue cometido en el antiguo territorio de Yugoslavia federal.
Pero los rusos ven la guerra internacional que despedazó Yugoslavia como un ensayo para despedazar el Cáucaso ruso, primero al armar al secesionista chechenio Dzhokar Dudayev; luego, al financiar terrorismo anti-ruso en las provincias rusas de Chechenia e Ingushetia; y ahora por la arremetida militar georgiana contra Osetia del Sur.
Ya que EE.UU. y la Unión Europea han obligado hace tan poco tiempo a Serbia a aceptar la toma albana de la provincia Kosovo de Serbia, el punto de vista abrumador en Rusia es que no se permitirá que esto vuelva a ocurrir. “Osetia no es Kosovo” es hoy un refrán generalizado en Moscú.
“Si [el antiguo presidente yugoslavo] Slobodan Milosevic tuvo que ser juzgado – la opinión en este país es que lo mismo debería pasar con Saakashvili," dice un destacado analista moscovita.
Pero ¿es ahora un objetivo de guerra ruso expulsar del poder de Saakashvili? Dicen que el Ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, dijo a la Secretaria de Estado de EE.UU., Condoleezza Rice, durante el fin de semana que Saakashvili "debe irse". Bernard Kouchner, Ministro de Exteriores francés, en una misión de mediación entre las capitales georgiana y rusa, oirá el mismo punto de vista en Moscú el lunes.
El argumento ruso es que, desde su llegada al poder en 2003, Saakashvili ha militarizado su país con armas, entrenamiento militar y dinero de EE.UU., la OTAN e Israel, sin otro propósito que amenazar a Rusia, y a las nacionalidades minoritarias de la región, que buscan la protección de Moscú – los abjazios y los osetios.
Saakashvili, dice el argumento ruso, ha iniciado una escalada militar durante el último año porque su base política se ha resquebrajado y su apoyo interior disminuye. La oposición política georgiana en el interior, y en el exilio, está de acuerdo. Acusa al presidente y a su familia, incluyendo al poderoso Timur Alasaniya, tío de Saakashvili, de enriquecerse de un modo corrupto con el tráfico de armas y de apoderarse de los recursos del país, de concesiones portuarias y comerciales para ellos y sus partidarios. Alasaniya, hermano de la madre de Saakashvili, tiene la posición oficial de representante georgiano ante una Comisión de Desarme de Naciones Unidas en Nueva York (nada que ver con Irakly Alasaniya, embajador de Georgia ante Naciones Unidas).
Los dirigentes de la oposición georgiana casi lograron derribar a Saakashvili durante el otoño pasado. El presidente se vio obligado a imponer el estado militar en Tbilisi, mientras su ex ministro de defensa, Irakly Okruashvili, lo acusaba públicamente de asesinato y corrupción. Okruashvili se encuentra actualmente en París, donde el gobierno francés le otorgó asilo político. En junio, un tribunal francés rechazó la orden de detención de Saakashvili para el arresto y extradición de su antiguo amigo y actual crítico más encarnizado. Okruashvili no está comprometido por antiguos vínculos profesionales con Moscú, como una serie de dirigentes de partidos políticos en Tbilisi. Okruashvili es un probable candidato para reemplazar a Saakashvili, siempre y cuando la opinión pública se vuelva contra el presidente.
Pero esto no puede suceder mientras continúen las operaciones militares rusas contra objetivos georgianos. Destacadas personalidades de la oposición dentro del país, como Shalva Natelashvili, jefe del Partido del Trabajo Georgiano, creen que deben mantenerse en silencio por el momento. Según Irakly Kakabadze, organizador independiente de la oposición basado en Nueva York: “Una vez que terminen los bombardeos, creo que Saakashvili no sobrevivirá.” En la primavera, Kakabadze fue arrestado y encarcelado en Tbilisi por hombres de la seguridad de Saakashvili que trataban de desorganizar una protesta callejera contra el régimen del presidente.
La opinión pública en Georgia ya culpa a Saakashvili por la locura y la pérdida de la aventura osetia. Incluso antes de que comenzara la semana pasada, dirigentes de la oposición llamaron a terminar con la militarización del país. Sin embargo, como dijo un dirigente opositor el lunes, los bombardeos deben detenerse: “De otra manera, los rusos estarán convirtiendo a Saakashvili en la víctima.”
El problema para los rusos es que la detención de la campaña militar no pone fin a las amenazas de Saakashvili. Tampoco existe confianza alguna en Moscú, a ambos lados del muro del Kremlin, en que se pueda confiar en que Rice y en Kouchner controlen a Saakashvili, incluso si prometieran hacerlo.
Si esta semana se acuerda un cese al fuego, georgianos y rusos podrían ponerse de acuerdo en que Saakashvili tiene una responsabilidad por la guerra que comenzó el 8 de agosto. Sin embargo, ni los críticos internos de Saakashvili, ni el gobierno ruso, esperan que los estadounidenses abandonen ahora a su hombre – menos todavía, que lo escolten al tribunal de crímenes de guerra de La Haya.
Ya que los franceses tienen a la alternativa presidencial georgiana, Okruashvili, bajo su tutela en Paris, lo que hagan a continuación podría colmar la brecha que abrió la artillería de Saakashvili el viernes pasado.
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John Helmer ha sido corresponsal basado en Moscú desde 1989, especializado en la cobertura del mundo de los negocios ruso.
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