"Protestar me daba miedo", señaló Almeida.
Se llama Juan Juan y es uno de los hijos del recientemente fallecido Comandante Juan Almeida, descrito como el tercer hombre en importancia del país. Acaba de escribir una carta abierta reclamando que lo dejen salir de Cuba a recibir atención médica en el extranjero.
Desde 1985 iba a Bruselas a recibir tratamiento contra una enfermedad congénita pero sus viajes se acabaron en 2003, cuando lo hicieron regresar de Cancún y lo acusaron de todo tipo de tráficos ilegales, desde drogas hasta personas.
Sin embargo, poco tiempo después la investigación se detuvo, lo dejaron en libertad y lo enviaron a un psicólogo. El problema resurgió luego de que Juan Juan escribiera un libro en el que detalla la vida de los dirigentes cubanos.
Automáticamente perdió todos los privilegios, incluso el permiso múltiple de salida, que le permitía viajar libremente por todo el mundo y atenderse anualmente en un hospital de Bruselas, Bélgica, con todos los gastos pagados por el Estado cubano.
Tratamiento médico
En entrevista con BBC Mundo Juan Juan dijo que "padezco una enfermedad congénita, espondilitis anquilosante. Me produce dolores en las articulaciones, he estado sin poder caminar, me voy anquilosando y poco a poco seré como un caracol".
Juan Juan Almeida escribió un libro y luego perdió sus privilegios como hijo de un dirigente histórico.
Explicó que en Cuba no hay cura para ese mal por lo que "iba a un hospital de Bruselas una vez al año a hacerme tratamiento hasta que en el 2003 se cortó eso". Nos aseguró que cualquier cubano tiene derecho a esos beneficios.
Recalcó que lo suyo no era un privilegio: "En el Departamento de Relaciones Internacionales del Ministerio de Salud Pública hay una comisión dedicada a enviar al extranjero a pacientes que tienen enfermedades sin tratamiento en Cuba".
En su carta abierta pide la intervención de organismos internacionales y personalidades pero con mucha diplomacia "porque cuando se le presiona el gobierno cubano se tranca y no da un paso. Quiero que pidan, que supliquen, lo más suavemente posible".
Alto Mando
Juan Juan, al igual que otros hijos de dirigentes cubanos -como él aseguró- pudo hacer en su vida casi todo aquello que deseaba. "Ahora escribo pero he probado de todo, traté de ser empresario, productor musical, militar", además de viajar cada semana a Cancún y de vez en cuando a Europa.
En 2003, sin embargo, "me hicieron una investigación policial. Se me acusaba de tráfico ilegal de personas, de drogas y obras de arte", nos comentó y confesó que "ayudé a personas a salir del país pero no les cobraba por tanto no es tráfico".
Según Juan Juan, la investigación se cayó porque no pudieron probar cosas y porque era hijo de Juan Almeida.
Juan Juan nunca llegó a los tribunales; afirmó que por decisión del "Alto Mando" se le dejó de investigar. Cree que las pesquisas se detuvieron porque "no se pudieron probar tantas cosas" y también porque "era el hijo de Juan Almeida".
Acaba de publicar un libro contando las intimidades de la dirigencia cubana. "Cuando se enteraron fue que me negaron la salida". Aseguró que esto lo llevó a intentar hace unos meses una salida ilegal, pero fue capturado por la policía.
El paraíso perdido
Hasta 2003 Juan Juan tuvo una vida en la que, como asegura, nada material le faltaba: "Yo vivía bastante bien, tenía acceso a cosas que no tenían otros, viajaba más, comía y vestía mejor, tenía coche" y podía ser dueño de empresas en el extranjero.
Afirmó que siendo hijo de dirigente "es más fácil tener una casa y conseguir un carro. La comida, la ropa y hasta los juguetes llegaban de 'La 49' (un almacén sólo para dirigentes). Otro privilegio son los permisos múltiples", que le posibilitaban viajar libremente al extranjero.
Dijo no saber de dónde sacan sus capitales otros "hijos" pero aseguró que el "tenía unos cuadros heredados, los vendí, hice algún dinero, compré otros cuadros y seguí vendiendo. Trabajé con un francés ilegalmente, gané dinero y me fui a México".
Explicó que ellos no pueden declarar que trabajan con empresarios capitalistas "porque hay una ley que no permite que los hijos de los dirigentes de primer nivel se contraten en empresas extranjeras para evitar el tráfico de influencias".
Finalmente afirmó que sentía vergüenza por tantas prerrogativas, pero vivía en "una dualidad de criterios. Lo que pasa es que protestar me daba miedo, me decía que si protestaba igual se me acababan los privilegios a mí".
http://www.bbc.co.uk/mundo/america_latina/2009/10/091019_1132_cuba_juan_amab.shtml