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General: EL DESTINO MANIFIESTO ... de usa .-
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 21/01/2012 13:39
EL “DESTINO MANIFIESTO”

1824: Consecuente con los criterios del Secretario de Estado John Quincy Adams, unidades de la marina de guerra estadounidense (desconociendo a las autoridades españolas, desembarcaron varias veces en Cuba y Puerto Rico con el pretexto de destruir las “bases de piratas” enclavadas en esos territorios, así como de “reparar [los] insultos [que estos habían] inferido a Oficiales y a la bandera estadounidenses”.

1825: Siguiendo instrucciones del entonces presidente John Quincy Adams (1825-1829) y con el apoyo de las logias masónicas de Nueva York, el ahora representante de Estados Unidos en México, Joel Poinsett, organizó el llamado “partido americano” (también conocidos como “los yorquinos”) dirigido a agrupar a todos los mexicanos partidarios del Sistema Americano propugnado por el entonces Secretario de Estado Henry Clay.

Igualmente, mediante una operación conjunta, unidades navales estadounidenses y británicas desembarcaron en Sagua la Grande, Cuba, con el propósito de capturar navíos piratas.

Paralelamente, navíos militares estadounidenses interfirieron en la guerra que se desarrollaba entre el imperio de Brasil y el gobierno de Buenos Aires por el control de la llamada Banda Oriental del Río de la Plata (Uruguay). El objetivo de esa acción fue liberar a los buques mercantes estadounidenses que habían violado el bloqueo impuesto por Brasil a las costas del actual territorio de Argentina.

1826: Barcos estadounidenses introdujeron armas de contrabando dirigidas a los realistas españoles que aún conspiraban contra la independencia de la Gran Colombia, integrada, a instancias del Libertador Simón Bolívar, por los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.

Paralelamente, contra la voluntad de Bolívar y de manera tardía, el gobierno norteamericano decidió enviar una delegación al Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por el Libertador con el propósito de edificar una Confederación de Estados Latinoamericanos. El Secretario de Estado, Henry Clay, instruyó a los integrantes de esa delegación a que se opusieran a cualquier resolución que propugnara esa Confederación y, sobre todo, que respaldara los planes de los gobiernos de la Gran Colombia y de México de organizar –con el apoyo de los independentistas de esas islas— una expedición militar para liberar a Cuba y Puerto Rico del dominio colonial español. Igualmente, a cualquier acción dirigida a incorporar a Haití a la mencionada Confederación de Estados Latinoamericanos; asunto que, previamente, había sido rechazado por Bolívar. Sin embargo, uno sólo de los delegados estadounidenses llegó a Panamá (el otro murió en el camino) cuando el Congreso Anfictiónico ya había concluido.

Por otra parte, el aventurero estadounidense Hieden Edwards se apoderó ilegalmente de un pedazo del territorio de Tejas y proclamó la “República de Fredonia”. Esta fue derrotada por las autoridades mexicanas.

1827: Joel Poinsett, con el respaldo de “los yorquinos”, aceleró sus acciones para controlar el gobierno mexicano. Ante la vacilante actitud del presidente Guadalupe Victoria (1822-1828), estalló una insurrección nacionalista encabezada por Manuel Montaño y Nicolás Bravo. Esta fue violentamente derrotada.

Paralelamente, los representantes estadounidenses en Lima estimularon de manera sibilina una conspiración dirigida a asesinar al Libertador Simón Bolívar.

1828: La Casa Blanca respaldó las aspiraciones presidenciales del general “yorquista” Vicente Guerrero. No obstante, resultó electo su oponente, Manuel Gómez Pedraza. En respuesta –estimulado por Joel Poinsett— el general Antonio López de Santa Anna se sublevó en Veracruz. Ante su inminente derrota acudieron en su apoyo los generales Zavala, Lobato y Guerrero. Estos lograron la derrota del gobierno de Guadalupe Victoria, así como el asilo de Gómez Pedraza.

Lo anterior, dio inicio a un intenso período de inestabilidad política –la llamada “Era de Santa Anna” (1829-1855)— que facilitó los planes expansionistas de los Estados Unidos contra México.

1829: El representante de los Estados Unidos en Bogotá, general William Henry Harrison, fue declarado persona no grata por el gobierno de la Gran Colombia a causa de sus vinculaciones con un complot dirigido a derrocar a las autoridades de ese país. Como fruto de ese complot, fue asesinado mientras se dirigía a controlar una insurrección separatista en Ecuador, el Lugarteniente de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, y, un año después, tal como deseaban los grupos expansionistas estadounidenses, se produjo la disgregación de la Gran Colombia.

Conocedor de esas tentativas, el Libertador Simón Bolívar expresó en su conocida carta de Guayaquil: “Los Estados Unidos (…) parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias en nombre de la Libertad”.

1831: En respuesta a una resolución del presidente mexicano Anastasio de Bustamante (1830-1832) imponiendo nuevos impuestos a los productos que ingresaran al territorio de Tejas, los colonos estadounidenses –apoyados por tres goletas militares de su país— iniciaron una insurrección contra las autoridades aztecas.

Por otra parte, un buque de guerra estadounidense desalojó a las autoridades de las islas Malvinas como represalia por la captura de tres embarcaciones de su país que habían violado las disposiciones del gobierno de Buenos Aires. Ante las demandas inglesas, el Presidente estadounidense Andrew Jackson (1829-1837) y su Secretario de Estado, Louis McLane (1833-1834), le otorgaron garantías al Imperio británico de que Estados Unidos reconocería los presuntos “derechos soberanos de su S. M. Británica” sobre esas islas pertenecientes al actual territorio argentino.

1832: Al frente de una misión secreta del Presidente norteamericano Andrew Jackson, ingresó en Tejas el ex gobernador de Tennesse, Samuel Houston.

Con ese apoyo, los colonos estadounidenses, encabezados por Stephen Austin, se sumaron a la sublevación del general Antonio López de Santa Anna contra el presidente Anastasio de Bustamante. Tal sublevación fue respaldada por las autoridades de Yucatán, quienes recibieron apoyo militar de los sublevados en Tejas para interceptar las fuerzas leales al gobierno mexicano.

Previamente, había fracasado una conspiración dirigida a anexar Jamaica a los Estados Unidos como respuesta a la decisión del Imperio británico de abolir la esclavitud en todas sus posiciones coloniales en el Mar Caribe.

Igualmente, el gobierno de Nueva Granada (Colombia y Panamá) había derrotado una sublevación que proyectaba la fundación en territorio panameño de una República Anseática, bajo protectorado estadounidense.

1833: Empleando el subterfugio de “proteger los intereses de los Estados Unidos y de otras naciones” durante la guerra civil entre “unionistas” y “federalistas”, efectivos de la Infantería de Marina (marines) norteamericana desembarcaron en Buenos Aires.

Paralelamente, gracias a la ya mencionada ayuda oficial estadounidense, la Armada británica se apoderó ilegalmente de las islas Malvinas y las rebautizó con el nombre de Islas Falkland.

1835: En medio de la guerra civil que, cuatro años más tarde, condujo a la desintegración de la Confederación Peruano-Boliviana y con el pretexto de “proteger los intereses estadounidenses”, la Infantería de Marina ocupó zonas de Lima y del puerto El Callao. De manera intermitente tales actos se prolongaron hasta fines de 1936.

1836: Con el sibilino apoyo de la Casa Blanca, de las tropas estadounidenses encabezadas por el general Gaines, así como de voluntarios reclutados en Nueva York, Pennsylvania y Nueva Orleáns, las espurias autoridades de Tejas proclamaron su independencia de México y solicitaron su anexión a Estados Unidos. Paralelamente, el Imperio británico –desoyendo los enunciados de la Doctrina Monroe— reclamó la formación de una colonia propia en las márgenes del río Belice. Tal territorio luego recibió el nombre de Honduras británica.

1837: A pesar de la acérrima oposición del gobierno mexicano, el Senado de Estados Unidos reconoció la independencia de Tejas y votó los fondos necesarios para acreditar una “representación diplomática” ante ese “país”; acto que fue inmediatamente ejecutado por el presidente Martin Van Buren (1837-1841).

1839: Con el silencio cómplice del gobierno de Estados Unidos y a pesar de las antes referidas afirmaciones de la Doctrina Monroe, el Imperio británico ocupó las islas Roatán, ubicadas frente a las costas hondureñas, entonces pertenecientes a las Provincias Unidas de Centroamérica (integrada, entre 1823 y 1840, por los actuales territorios de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica), presididas por el Prócer de la Unidad Centroamericana, Francisco Morazán.

1841: Nuevamente con el silencio cómplice de Estados Unidos, el Imperio británico ocupó el Puerto de San Juan ubicado en la desembocadura del río del propio nombre, bajo la soberanía de la recién fundada República de Nicaragua.

1842: Un escuadrón de la Marina de guerra estadounidense al mando del comodoro T.A.C. Jones ocupó temporalmente la ciudad mexicana de Monterrey, California. También otro destacamento militar ocupó la ciudad de San Diego. Ambos se retiraron al conocer que su país aún no le había declarado “la guerra a México”.

1844: Mientras aún se discutía en el Senado estadounidense la anexión de Tejas, el presidente John Tyler (1841-1845) envió tropas norteamericanas a ese territorio con vistas a “protegerlo” de las autoridades mexicanas.

1845: Sobre la base de los enunciados del “Destino Manifiesto” –sistematizados por primera vez por el publicista estadounidense John L. Sullivan y según el cual la expansión estadounidense hacia el Sur de sus fronteras, no sólo era algo inevitable, sino que respondía a “un mandato divino”— el presidente James Polk (1845-1849), con el respaldo del Congreso, se anexó el territorio de Tejas.

A su vez, siguiendo sus viejas prácticas, la Casa Blanca estimuló a los colonos estadounidenses de California para que organizaran una sublevación contra las autoridades mexicanas.

1846: Tropas estadounidenses al mando del general Taylor, provocaron de manera premeditada un combate con las fuerzas armadas mexicanas dislocadas en el Río Bravo; acción que fue utilizada como pretexto por el presidente Polk, con el respaldo del Congreso, para iniciar una cruenta y desigual “guerra de rapiña” contra su vecino del Sur.

Paralelamente, Estados Unidos firmó con el gobierno de Nueva Granada un tratado mediante el cual este país, se comprometía a garantizar la libre circulación de ciudadanos y mercancías norteamericanas a través del istmo de Panamá. A cambio, el gobierno de Estados Unidos le prometió a su contraparte respetar la soberanía colombiana sobre ese estratégico territorio latinoamericano.

1848: La cruenta victoria militar estadounidense contra México, obligó al gobierno de ese país –entonces presidido por José Joaquín Herrera (1848)—, a firmar el ominoso tratado Guadalupe-Hidalgo, en virtud del cual esa nación fue despojada de 2 263 866 Km², más de la mitad de su territorio original.

Paralelamente, la Casa Blanca estimuló las acciones de los sectores que querían separar al estado de Yucatán (estremecido por una potente sublevación indígena) de México y anexarlo a Estados Unidos. Ante la imposibilidad de lograr ese propósito y frente a las demandas de protección que habían presentado las temerosas autoridades yucatecas a Inglaterra y Francia, el presidente Polk proclamó un nuevo “corolario de la Doctrina Monroe”: Los Estados Unidos no admitirían (aunque así lo deseasen las autoridades de Yucatán) la transferencia de ese estratégico territorio a ninguna potencia europea.

1849: En el contexto de los acuerdos de 1848 con Inglaterra y España (por medio de los cuales Estados Unidos le “compró” a esta última potencia el territorio de Oregón y estableció sus actuales fronteras con Canadá), y en medio de la necesidad de lograr un equilibrio político entre los sectores antiesclavistas del Norte y esclavistas del Sur de Estados Unidos, el presidente Zachary Taylor (1849-1850) publicó una proclama en la que calificó como “criminales en alto grado” a todos los que apoyaran las luchas por la independencia de Cuba frente al colonialismo español, incluidos aquellos que querían anexar esa isla a Estados Unidos.

1850: Sin consultar a los gobiernos centroamericanos, las autoridades del Imperio británico y de Estados Unidos firmaron el Tratado Clayton-Bulwer por medio del cual el gobierno de este último país reconoció “las posesiones británicas” en Centroamérica. Además, ambas potencias se abrogaron el derecho a construir de común acuerdo y bajo protección militar conjunta, un canal que uniera las aguas del Océano Atlántico y Pacífico a través de algún punto del istmo centroamericano o del Istmo de Tehauntepec, ubicado en el Sur de México.

1851: El nuevo presidente de los Estados Unidos Millard Fillmore (1850-1853), reiteró la proclama de su antecesor contra los que pretendían liberar a Cuba del dominio español. Sin embargo, no pudo impedir que una expedición militar capitaneada por el general anexionista de origen venezolano, Narcizo López, y por el coronel estadounidense William Crittenden, desembarcara en el occidente de esa isla. Por consiguiente, la Casa Blanca admitió sin chistar que las autoridades españolas “ajusticiaran” a los 51 sobrevivientes de esa expedición, mayoritariamente integrada por ciudadanos norteamericanos.

1852: La Infantería de Marina de Estados Unidos desembarcó dos veces en Buenos Aires para respaldar las promesas que, desconociendo a las autoridades de ese puerto, les había realizado el general “federalista” insurrecto Justo José de Urquiza, de abrir el sistema fluvial del Río de la Plata (integrado por los ríos Paraná y Uruguay) a la libre navegación de los buques ingleses, franceses y estadounidenses. Esas acciones intervencionistas de Estados Unidos se prolongaron hasta abril de 1853.

1853: Siguiendo los enunciados del “Destino Manifiesto”, el filibustero estadounidense William Walker trató de apoderarse de nuevos territorios de México, pero fue derrotado. No obstante, la Casa Blanca le impuso al débil gobierno azteca de Juan Bautista Cevallos (1853), la venta de otras zonas del país. Mediante esa operación (denominada la “compra de Gadsen”) se establecieron “oficialmente” las actuales fronteras entre México y su poderoso vecino del Norte.

En correspondencia con esos actos, el presidente estadounidense Franklin Pierce (1853-1857) proclamó que las conquistas y la expansión eran compatibles con las instituciones de Estados Unidos e indicó que la adquisición de ciertas posesiones en el Hemisferio Occidental que “aún no estaban bajo la bandera norteamericana, era sumamente importante para la seguridad nacional y quizá esencial (...) para la preservación del comercio y la paz del mundo”.

A la par, fuerzas militares estadounidenses desembarcaron en Nicaragua con la argucia de “proteger la vida y los intereses de ciudadanos estadounidenses durante los disturbios políticos” que afectaban ese país.

1854: Buques de la Marina de guerra estadounidense cañonearon el puerto de San Juan del Norte, Nicaragua, como represalia por las supuestas ofensas infringidas al Ministro [embajador] estadounidense. Al mismo tiempo, la compañía The Accesory Transit Company, perteneciente al acaudalado empresario estadounidense Cornelius Vanderbilt, apoyó “una revolución” contra el presidente nicaragüense Fruto Chamorro (1853-1855) e instaló un gobierno títere, encabezado por Francisco Castellón; pero éste no pudo consolidarse. Para tratar de lograrlo, Vanderbilt, con el silencio cómplice de la Casa Blanca, comenzó a contratar mercenarios (filibusteros) en territorio estadounidense.

1855: Un buque de la Marina de guerra estadounidense atacó a Paraguay para obligar al gobierno nacionalista y popular de Carlos Antonio López (1844-1862) a abrir los ríos Paraná y Paraguay a la “libre navegación” de embarcaciones y mercancías norteamericanas; pero tuvo que retirarse ante la enérgica respuesta de las autoridades de ese país suramericano.

Paralelamente, la Infantería de Marina de Estados Unidos desembarcó en Montevideo, Uruguay, para “proteger los intereses estadounidenses durante” los conflictos civiles que enfrentaban a los partidos Blanco y Colorado.

Mientras, el filibustero William Walker, contratado por Vanderbilt, invadía Nicaragua al frente de la llamada “Falange de los Inmortales” y los coroneles del Ejército de los Estados Unidos Kinney y Fabens, –con el apoyo de unidades de la Marina de guerra—, ocupaban el puerto San Juan del Norte en ese mismopaís.

1856: Con la anuencia de la Casa Blanca, el filibustero William Walker se proclamó “Presidente de Nicaragua” y restableció la esclavitud en ese país.

En ese contexto y mediante el Tratado Dallas-Claredon, realizado a espaldas de los gobiernos de la región, el Presidente Franklin Pierce protocolizó la aceptación de Estados Unidos de que el Imperio británico se apoderara del territorio de la posteriormente llamada Honduras Británica (Belice), entonces bajo soberanía de la República de Guatemala.

Paralelamente, se produjo una trifulca en una de las estaciones de ferrocarril de Panamá en las que resultaron heridas y muertas varias personas, entre ellos algunas estadounidenses que transitaban por esa vía interoceánica. En respuesta, y desconociendo los términos del tratado de 1846, dos buques de guerra norteamericanos ocuparon el istmo de Panamá y le impusieron al gobierno de la República de Nueva Granada –entonces presidido por Manuel María Mallarino (1855-1857)— una jugosa indemnización. Esta incluyó la cesión a Estados Unidos del ferrocarril Panamá-Colón y de las islas de la Bahía de Panamá.

1857: Pese a la derrota de los filibusteros comandados por William Walker y de su retirada a bordo de una goleta de guerra estadounidense -por parte de fuerzas militares centroamericanas comandadas por el entonces presidente costarricense Juan Rafael Mora-, el gobierno de James Buchanan (1857-1861) le impuso al entonces presidente nicaragüense Tomás Martínez (1857-1867) el tratado Cass-Irrisarri por medio del cual Estados Unidos aseguró su “derecho de tránsito, sin costo alguno, por cualquier parte del territorio nicaragüense”. Semanas después, ya sin el apoyo de Valderbilt, William Walker desembarcó nuevamente en ese país. En esta ocasión, unidades de la Infantería de Marina desembarcaron en Nicaragua y buques de guerra ingleses y estadounidenses –estos últimos sin autorización de la Casa Blanca— lo obligaron a regresar a Estados Unidos.

Paralelamente, unidades de la Marina de Guerra estadounidense realizaron una demostración de fuerzas frente a las costas haitianas con vistas a favorecer los “negocios” de ciudadanos norteamericanos.

1858: Nuevamente, dos buques de guerra estadounidenses desembarcaron sus fuerzas en Montevideo “para proteger las propiedades estadounidenses” durante los conflictos entre los partidos Blanco y Colorado que continuaban afectando la vida política uruguaya.

1859: El presidente estadounidense, James Buchanan, con el apoyo del Congreso, despachó veinte unidades navales y 2 500 hombres para forzar al gobierno nacionalista paraguayo a aceptar un Tratado de libre navegación por los ríos Paraná y Paraguay. Ante esa presión y atendiendo a “la mediación” del primer mandatario de la Confederación Argentina (1853-1862), Justo José de Urquiza (1854-1860), el Presidente paraguayo Carlos Antonio López se vio obligado a firmar un Tratado de amistad, comercio y navegación con Estados Unidos.

Mientras, soldados estadounidenses incursionaban en el territorio mexicano con el propósito de “perseguir a los bandidos” que operaban en la frontera entre ambos países.

1860: El filibustero William Walker desembarcó en Honduras, donde fue derrotado y capturado por un buque de guerra británico que lo entregó a las autoridades hondureñas. Estas lo horcaron como represalia por sus constantes acciones contra las naciones Centroamericanas.

Paralelamente, fuerzas navales estadounidenses desembarcaron en Panamá con la argucia de “proteger los intereses” de su país durante la guerra civil que se provocó en la República de Nueva Granada luego de la insurrección del general y ex presidente Tomás Cipriano Mosquera, contra el presidente constitucional Mariano Ospina Rodríguez (1857-1861).   

1861: Ocupó la Casa Blanca el candidato del entonces renaciente Partido Republicano (fundado en 1954), Abraham Lincoln, representante de los intereses antiesclavistas del Norte de Estados Unidos. En consecuencia, los Estados esclavistas del Sur (agrupados en la Confederación) iniciaron la Guerra de Secesión.

En ese contexto y con la anuencia del secretario de Estado William H. Seward (1861-1869), una poderosa escuadra española, inglesa y francesa bloqueó el Puerto de Veracruz, México, para exigirle al gobierno de Benito Juárez (1858-1872) el pago de sus deudas. Acto seguido, con la “neutralidad estadounidense”, el nuevo Emperador francés Napoleón III (1852-1870) inició la ocupación militar del territorio mexicano.

1864: Al igual que había ocurrido durante la lucha por la independencia de Haití y de América Latina, y demostrando el carácter farisaico de su “neutralidad”, el gobierno de los Estados Unidos se negó a vender armamentos a las fuerzas patrióticas mexicanas que –encabezadas por Benito Juárez— luchaban contra la monarquía del títere de Napoleón III, Maximiliano I de Habsburgo. Al par el Ejército y la flota francesa fueron autorizados a abastecerse en territorio estadounidense y la escuadra de ese país protegió el paso por Panamá de las tropas francesas dirigidas a controlar los puertos mexicanos ubicados en el Océano Pacífico.

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 22/01/2012 15:14

1826: Barcos estadounidenses introdujeron armas de contrabando dirigidas a los realistas españoles que aún conspiraban contra la independencia de la Gran Colombia, integrada, a instancias del Libertador Simón Bolívar, por los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.

Paralelamente, contra la voluntad de Bolívar y de manera tardía, el gobierno norteamericano decidió enviar una delegación al Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por el Libertador con el propósito de edificar una Confederación de Estados Latinoamericanos. El Secretario de Estado, Henry Clay, instruyó a los integrantes de esa delegación a que se opusieran a cualquier resolución que propugnara esa Confederación y, sobre todo, que respaldara los planes de los gobiernos de la Gran Colombia y de México de organizar –con el apoyo de los independentistas de esas islas— una expedición militar para liberar a Cuba y Puerto Rico del dominio colonial español. Igualmente, a cualquier acción dirigida a incorporar a Haití a la mencionada Confederación de Estados Latinoamericanos; asunto que, previamente, había sido rechazado por Bolívar. Sin embargo, uno sólo de los delegados estadounidenses llegó a Panamá (el otro murió en el camino) cuando el Congreso Anfictiónico ya había concluido.

Por otra parte, el aventurero estadounidense Hieden Edwards se apoderó ilegalmente de un pedazo del territorio de Tejas y proclamó la “República de Fredonia”. Esta fue derrotada por las autoridades mexicanas.

1827: Joel Poinsett, con el respaldo de “los yorquinos”, aceleró sus acciones para controlar el gobierno mexicano. Ante la vacilante actitud del presidente Guadalupe Victoria (1822-1828), estalló una insurrección nacionalista encabezada por Manuel Montaño y Nicolás Bravo. Esta fue violentamente derrotada.



 
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