Con sus padres viajó a España en 1856. Regresó a Cuba en junio de 1859. Su padre desempeñó varios cargos en el ejército siendo juez pedáneo de Hanábana, al sur de la actual provincia de Matanzas, lo llevó con él y lo tuvo a su lado todo ese tiempo.
El 19 de enero de 1869, ya comenzada la llamada Guerra de los Diez Años (1868-1878) en los campos cubanos, publicó junto a su entrañable amigo Fermín Valdés Domínguez sus primeros artículos políticos en El Diablo Cojuelo, periódico que pertenecía a este último.
Poeta de pensamiento acerado editó un único número del periódico La Patria Libre, en el que público su drama en verso, Abdala.
(...) El amor, madre, a la patria,
No es el amor ridículo a la tierra
Ni a la hierba que pisan nuestras plantas
Sino el odio invencible a quien la oprime
Es el rencor eterno a quien la ataca (...)
El 21 de octubre de 1869, a la edad de 16 años, Martí ingresó en prisión y desde allí le envió una foto a su madre con los siguientes versos escritos por él:
Mírame, madre,
y por tu amor, no llores:
si esclavo de mi edad y mis doctrinas
tu mártir corazón llené de espinas,
piensa que nacen entre espinas flores.
El 4 de abril de 1870 fue llevado a las canteras de San Lázaro, junto a otros presos, a realizar trabajos forzados. Allí conoció las injusticias de la prisión y como las autoridades españolas trataban a los condenados.
Aquejado de varias enfermedades su salud se debilita, su padre hace varias gestiones hasta que logra conmutarle la pena por el destierro a España. Así el 15 de enero de 1871 parte rumbo a Cádiz, poco después se establece en Madrid y en ese mismo año publica El presidio político en Cuba, su primera obra en prosa, y en la que denuncia las atrocidades del gobierno colonial español en la isla, y en particular muestra las crueldades con otro de los prisioneros: Lino Figueredo, un niño que era sometido a trabajos forzados estando enfermo.
Su genio político rebasó las fronteras de su tierra y su época, las facetas de su pensamiento se encuentran interrelacionadas con la tarea que se impuso y a la cual dedicó toda su vida: la unidad de todos los cubanos, la expulsión del dominio colonial español de la Isla, evitar el peligro de una expansión estadounidense y fundar una república libre e independiente, "Con todos y para el bien de todos".
José Martí fue un revolucionario incansable en el arte y en la política; su obra es inmensa y abarca poesía, novela, periodismo y ensayo. Fue un gran pensador, orador, diplomático y político.
No hubo obra humana a la que no consagrara tiempo y talento. Fue maestro en su literatura infantil, instruyendo, educando...
El ideario de nuestro Apóstol constituye la cumbre del pensamiento ético premarxista en Cuba, y ejemplo en pensamiento y acción.
Su afán libertario y quehacer revolucionario lo lleva a decir: "Todo lo haré, todo lo noble lo haré sobre la tierra para crear en mi país un pueblo de hombres, por salvar a mis compatriotas del peligro de no serlo".
Daba Martí un valor extraordinario a lo que el hombre fuera capaz de hacer por sus semejantes de una manera sencilla y natural. Para él cumplir con el deber es el mayor premio a que pueda aspirarse