María Emma Mejía realiza el lunes el traspaso de la Secretaría de Unasur al exministro venezolano.
Sin duda, Alí Rodríguez Araque pertenece al exclusivo club de los hombres de confianza del presidente Hugo Chávez. Ha sido su as bajo la manga para puestos clave, en complejas coyunturas. Para las filas del "proceso bolivariano" venezolano, los antecedentes guerrilleros y académicos (es abogado, economista y experto en temas energéticos) de este venezolano de 75 años le tiñen con ese barniz de revolucionario incuestionable.
Nacido en el estado andino de Mérida, de hablar pausado, Rodríguez Araque asumió radicalmente su filiación con el marxismo en la década de los 60 formando parte de grupos irregulares de izquierda. Estos actuaban desde la clandestinidad debido a la persecución anticomunista y el joven merideño se desempeñaba como explosivista bajo el seudónimo de "comandante Fausto". En ese trajinar también ingresó a las filas del Partido de la Revolución Venezolana, que sería su primera experiencia partidista y el comienzo de una larga carrera política que, no obstante, tendría brillo propio a partir de 1999.
Entonces, con la llegada a la Presidencia del teniente coronel Hugo Chávez, Rodríguez Araque entra a las grandes ligas del poder. Nombrado como el primer ministro de Energía y Minas en 1999 y hasta el 2000, cuando es nombrado secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), fue uno de los artífices del acuerdo sobre la reducción en la producción petrolera que impulsó el alza del precio del barril de crudo a nivel mundial. Esta era un objetivo esencial para el incipiente gobierno chavista que buscaba multiplicar sus ganancias.
Su éxito como escudero petrolero del gobierno del presidente Chávez ante la comunidad internacional no se tradujo igual dentro de la estatal Petróleos de Venezuela, donde no pudo parar el descontento de miles de trabajadores que paralizaron sus actividades en el año 2003 exigiendo un cambio de gobierno.
Sin embargo, tras esa crisis y la del golpe de Estado, Rodríguez fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores. Durante dos años fue el promotor de las intensas giras del mandatario venezolano a decenas de países en busca de nuevas alianzas y mercados, hasta que un paro cardíaco ameritó su salida del gabinete.
Pero para el presidente Chávez, Araque no es uno de sus soldados de descanso, sino parte activa y necesaria para la arquitectura de su gobierno y por eso le mandó de embajador venezolano a Cuba, su aliado clave. Algunos creyeron que esas funciones serían el colofón de su carrera, la transición a un retiro merecido, pero la crisis eléctrica que marcó a Venezuela en el 2010 requirió de nuevo sus dotes gerenciales.
Bajo su conducción, el recién creado Ministerio de Energía Eléctrica sorteó los rigores de un desastre eléctrico que amenazaba con un apagón total del país y los cambió por una relativa mejoría en el servicio, aunque bajo la sombra de constantes problemas de distribución y suministro que aún no terminan de resolverse.
Rodríguez Araque regresa a la arena internacional para asumir la Secretaría general de la Unasur, y su nombramiento demuestra que es una de las organizaciones más apreciadas por el gobierno venezolano.
Valentina Lares Martiz
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas