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General: GUERRILLERO DEL TIEMPO
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Gran Papiyo  (Mensaje original) Enviado: 08/04/2012 01:28
Fidel presenta dos tomos de Guerrillero del tiempo
"El deber nuestro es luchar hasta el último minuto"

Fotos: Estudios Revolución , Cubadebate

"Buenas", saludó alegremente Fidel al auditorio, y con esa palabra mágica se abrió en una de las salitas del Palacio de las Convenciones la presentación del libro de memorias del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz: Guerrillero del tiempo, dos volúmenes de las conversaciones sostenidas con la escritora y periodista Katiuska Blanco. En el mismo tono risueño, Fidel alertó: "Van a hablarles de dos libros de los que ustedes ni han tenido noticia". Son, en efecto, dos tomos que abren con los primeros recuerdos de la infancia del líder y cierran en diciembre de 1958, previo al Triunfo de la Revolución.

Comenta que lee cientos de despachos de agencias todos los días. Literalmente devora toda la información que le llega. Sigue con particular detalle la situación en Venezuela, que este 4 de febrero conmemorará el aniversario 20 de la Rebelión militar comandada por Hugo Chávez: "Nunca nadie hizo más por el pueblo venezolano, que el Movimiento Bolivariano", comenta. 

 

Mientras Katiuska presenta brevemente las ediciones e intervienen los presentadores, por momentos Fidel se muestra tan emocionado como nosotros, como si de pronto, tras aquel viaje apretado por las páginas de los dos libros, viera en su conjunto, "como en una película en tercera dimensión" —diría Barnet—, su propia vida. "Es que resalta todo el valor de lo que se hizo, pero lo que más me interesa es ser útil."

 

De muchas cosas habló Fidel con entusiasta disposición al diálogo a partir de los comentarios y preguntas del auditorio: de las admirables luchas que hoy libran los estudiantes latinoamericanos y del mundo por sus derechos; de su profunda oposición a la enseñanza pagada; de su firme creencia en que los conocimientos adquiridos y desarrollados en nuestro país pueden multiplicar las producciones, los bienes y el nivel de vida de la sociedad.

 

Es para él imprescindible seguir al tanto de los acontecimientos, y reconocer que "ya no hay espacio solo para los intereses nacionales, sino están enmarcados en los intereses mundiales... El deber nuestro es luchar hasta el último minuto, por nuestro país, por nuestro planeta y por la humanidad".

 

La expresión de su rostro refleja las emociones que le inspiran las palabras y anécdotas que van reconstruyendo los presentadores de cada tomo de esta edición, Abel Prieto, Ministro de Cultura, y Miguel Barnet, Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. A veces levanta las cejas y le brillan los ojos, como cuando Abel recuerda pasajes de la infancia en Birán, o se ríe sin más preámbulo, por ejemplo, al evocar Barnet las palabras del Che Guevara sobre el desembarco del Granma: "Fue un naufragio". 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS 
(Gran Papiyo)         


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 04/07/2012 02:39

Una biografía sobre Fidel

Buenos Aires - "Fidel Castro Ruz. Guerrillero del tiempo"es un libro que se presentó el lunes 18 de junio, basado en conversaciones que el líder revolucionario cubano mantuvo con la escritora Katiuska Blanco Castiñeira. Se trata de dos tomos, en los cuales Fidel Castro repasa su infancia, su formación y sus primeras luchas revolucionarias. El acto se realizó en la Casa Patria Grande “Presidente Néstor Kirchner”, organizado por el Partido Comunista y La Cámpora. La presentación del libro estuvo a cargo del embajador cubano, Jorge Lamadrid; del secretario general del PCA, Patricio Echegaray; y del diputado Andrés Larroque, secretario general de La Cámpora.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS  

(Gran Papiyo)           


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 04/07/2012 03:21

SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 04/07/2012 13:10
Me gustó casi todo este escrito y por ello lo traigo ....Para mí no hay duda de que Fidel es el hombre más valioso nacido en América toda .-
 

Fidel Castro, la revolución
cubana y América Latina
por el profesor Luiz Alberto Moniz Bandeira*

Luiz Alberto Moniz Bandeira, autor del libro “De Martí a Fidel. La Revolución Cubana y América Latina” (Ed. Norma) de reciente aparición, indica en este artículo para La ONDA digital que “La revolución cubana fue el hecho político más poderoso y el que mayor impacto causó en América Latina, a lo largo del siglo XX,(...) porque ella agudizó dramáticamente las contradicciones no resueltas entre los Estados Unidos y los demás países de la región.

 

Cuando el dictador Fulgencio Batista, sin más condiciones de mantenerse en el poder, renunció durante el reveillon de 1959 y, secretamente, huyó de Cuba para la República Dominicana, no fue sólo su gobierno que cayó. Todo el Estado cubano se había desintegrado y 1959 se tornó un año realmente nuevo. Días después, centenas de guerrilleros barbudos, gran parte de guajiros (trabajadores del campo), sucios, con uniformes rasgados, entraron en La Habana, bajo el comando de Fidel Castro, Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos. Era el clímax de una epopeya, iniciada por apenas 16 sobrevivientes, de los 82 que desembarcaron del yate Granma, en el litoral de Cuba, el 2 de diciembre de 1956. Fidel Castro tenía entonces 25 años y, durante dos años, comandó la guerra de guerrillas, junto con su hermano Raúl Castro, Che Guevara y Camilo Cienfuegos, organizando el Ejército Rebelde, que destruyó la dictadura del sargento Fulgencio Batista, respaldada por los Estados Unidos.

 

La revolución cubana fue el hecho político más poderoso y el que mayor impacto causó en América Latina, a lo largo del siglo XX, no por causa de su carácter heroico y romántico o porque el régimen implantado por Fidel Castro evolucionó posteriormente hacia el comunismo, sino porque ella agudizó dramáticamente las contradicciones no resueltas entre los Estados Unidos y los demás países de la región. No fueron los comunistas que promovieron la revolución cubana, en el contexto de la Guerra Fría. Si bien algunos de sus líderes, como Ernesto Che Guevara y el propio Fidel Castro, en pequeña medida, acogiesen ideas marxistas, ellos no pertenecían a ningún partido comunista y no era inevitable que la revolución cubana se desarrollase a tal punto de identificarse con la doctrina comunista e instituyese su forma de gobierno. Con razón, el historiador Thomas Skidmore, de la Brown University, señaló a Cuba como “un estudio clásico del fenómeno nacionalista”, agregando que el pueblo podía ver el carácter autoritario del régimen, pero “el llamamiento real del régimen de Castro era el nacionalismo”. En efecto, la revolución cubana fue autóctona, tuvo un carácter nacional y democrático, y la implantación de un régimen según el modelo de los países del Este Europeo resultó de una contingencia histórica, no de una política emprendida por la Unión Soviética, sino, emprendida, sí, por los Estados Unidos que, sin respetar los principios de la soberanía nacional y autodeterminación de los pueblos, no aceptaron los actos de la revolución, como la reforma agraria, y transformaron las contradicciones de intereses nacionales en un problema del conflicto Este-Oeste.

 

En abril de 1959, cuatro meses después de la toma del poder en La Habana, Fidel Castro estuvo en Buenos Aires, a fin de participar en la conferencia del Comité de los 21, organismo encargado de estructurar la Operación Panamericana, y su discurso, según el entonces presidente Juscelino Kubitschek, reflejó “mejor que los demás la tragedia de América Latina”, dada la crudeza que resaltaba de sus palabras. Causó un “verdadero impacto” al reclamar de los Estados Unidos una ayuda financiera a América Latina, por un valor de U$S 30 millones. Kubitschek, luego de conversar con Fidel Castro en Brasilia y tener “la oportunidad de conocer, en profundidad, su pensamiento”, concluyó que él era “un idealista amargado, que había sufrido en carne propia las consecuencias del apoyo dado por los Estados Unidos a las dictaduras en América Latina”, dado que Cuba había sido marcada por una “larga tradición de tiranía” y su pueblo, habiendo soportado “el garrote del régimen de Batista, no había conseguido separar la trágica realidad de la situación interna del apoyo irrestricto de Washington al opresor del país”.

 

Al regresar de Buenos Aires, Fidel Castro pasó por Río de Janeiro e hizo un discurso en la Plaza Barón de Río Branco, organizado por la Unión Nacional de los Estudiantes (UNE) y en el cual repitió básicamente lo que dijera en Buenos Aires: “Ni pan sin libertad ni libertad sin pan”. Recuerdo bien estas palabras suyas, pues yo estaba a su lado en el estrado. Y, en La Habana, Fidel Castro volvió a reiterar que “la ideología de nuestra revolución es bien clara; no solo ofrecemos a los hombres libertades sino que les ofrecemos pan. No solo le ofrecemos a los hombres pan, sino que les ofrecemos también libertades”. A lo largo del discurso, durante el cual trató de definir la ideología de la revolución, Castro, luego de resaltar que en el mundo se discutían dos concepciones, la que ofrecía a los pueblos democracia y los mataba de hambre y la que ofrecía pan, pero les suprimía las libertades, afirmó:

 

“Nosotros no nos vamos a poner a la derecha, no nos vamos a poner a la izquierda, ni nos vamos poner en el centro, que nuestra Revolución no es centrista. Nosotros nos vamos poner un poco más adelante que la derecha y que la izquierda. Ni a la derecha ni a la izquierda, un paso más allá de la derecha y de la izquierda”.

 

En abril de 1960, cuando estuve en La Habana, acompañando a Jnio Quadros, entonces candidato a la presidencia de Brasil, vi a Fidel Castro mostrarle un crucifijo que traía colgado en el cuello, indicando que no era comunista y que respetaba a la Iglesia. Pero, un año después, el 16 de abril de 1961, luego del bombardeo de los aeropuertos de San Antonio de los Baños, Santiago y La Habana por los aviones de la CIA, Fidel Castro, después de compararlo, con justo motivo, al ataque pérfido y traicionero de Japón a Pearl Harbor, en 1941, declaró que los Estados Unidos no perdonaban a Cuba porque “esta es la revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes”.

 

Al hacer esta declaración, Fidel Castro buscó comprometer a la Unión Soviética en la defensa de Cuba. Él jugó con el conflicto político e ideológico que entonces había hecho eclosión entre Moscú y Pekín y había dividido el Bloque Socialista, pues temía que Nikita Kruchev, en la línea de la coexistencia pacífica y en el entendimiento con John Kennedy, cambiase a Cuba por Berlín Occidental, en pro de mejores relaciones con los Estados Unidos. La proclamación del carácter socialista de la revolución cubana, sin embargo, representó igualmente un duro golpe en los dogmas cristalizados por Joseph Stalin y otros líderes comunistas, bajo el rótulo de marxismo-leninismo, dado que ella había sido realizada no por un partido supuestamente obrero, constituido bajo las normas del llamado centralismo-democrático y rotulado de comunista, sino por el Movimiento 26 de Julio, una organización compuesta, sobre todo, por elementos de las clases medias, que, en el curso de la guerra de guerrillas, pasaron a incorporar campesinos y trabajadores rurales, los guajiros, al Ejército Rebelde, en beneficio de los cuales realizaron la reforma agraria.

 

De conformidad con la ortodoxia stalinista, Cuba no tenía condiciones materiales sino para realizar una revolución agraria y democrática, mediante la instalación de un “gobierno patriótico”, de unión con la burguesía progresista, que se propusiese impulsar el proceso de industrialización y, liberando al país del dominio imperialista, promover el desarrollo económico y la emancipación nacional. Los dirigentes comunistas, que visitaban La Habana, consideraban a la revolución en Cuba extraña al modelo, por ellos reconocido, dado que allá no existía un proletariado industrial, y juzgaban a Fidel Castro y sus compañeros un “grupo inexperiente, con formaciones ideológicas diversas y poco definidas”, orientados por lo que calificaron como “marxismo amador, o mejor aún, como cubanismo”. Oí cuando Luiz Carlos Prestes, entonces secretario-general del PCB, calificó a Fidel Castro como “aventurero”, en una entrevista a la prensa de Río de Janeiro, en 1959.

 

Pero el nacionalismo representó, a lo largo de la historia de Cuba, un importante factor de cohesión y permitió que el gobierno revolucionario pudiese mantener un suficiente apoyo popular, en medio de todas las vicisitudes. Y, aunque la presencia de Fidel Castro, como símbolo de la revolución, continuase proyectando una dominante influencia, antes incluso de delegar, provisoriamente, el poder a su hermano Raúl, el 31 de julio de 2006 a fin de someterse a una intervención quirúrgica en el colon intestinal, él ya no era imprescindible al funcionamiento del gobierno y del régimen. La sucesión ya se había dado y poca gente lo había percibido. El poder había pasado hacia una nueva generación de dirigentes, con Raúl Castro en el comando de las Fuerzas Armadas; Ricardo Alarcón, hábil negociador y perito en relaciones con los Estados Unidos, en la Asamblea Nacional; Carlos Lage, como primer-ministro, controlando la economía del país; y Felipe Pérez Roque, en la conducción de la política y de las relaciones exteriores, manteniendo un extraordinario apoyo internacional a Cuba.

 

Era solamente el héroe nacional, al lado de José Martí. Y no sólo el héroe nacional. Su renuncia a la presidencia de Cuba, luego de un largo período de convalecencia, no causa sorpresa. Era esperada.

 

Pero el hecho de que permaneció casi medio siglo en el poder, enfrentando y resistiendo al embargo y a todas las agresiones del Imperio - invasión, sabotajes e, inclusive, decenas de tentativas de asesinato por la CIA - constituyó la mayor derrota política que los Estados Unidos sufrieron, no obstante su inmenso poderío económico y militar, el mayor de todos los tiempos.

 

Fidel Castro, el más importante líder de América Latina, en el siglo XX, se tornó el símbolo de una era.

 

Traducido para LA ONDA DIGITAL por Cristina Iriarte

 

* Luiz Alberto Moniz Bandeira es cientista político, profesor emérito de la Universidad de Brasilia y autor de más de 20 obras, entre las cuales se encuentran: De Marti a Fidel: la Revolução Cubana y América Latina y Formación del Imperio Americano.

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