Hoy se celebra la ignominia y la fuerza bruta. Hoy se declara el día de la Hispanidad, cuando se ha de declarar el día de la Rebeldía Indígena.
Cada celebración por el 12 de octubre es una afrenta a la historia de la Gran Patria Americana. De una América que se crece de sus heridas y sus muertos. De ese gran Sur que desafía la prepotencia monárquica anclada por una dictadura franquista que sigue celebrando -sin reparos-, el genocidio de millones de hombres y mujeres cultos crecidos en una civilización de paz.
No es decoroso seguir celebrando la farsa de una cultura impuesta, por la voluntad divina de las lanzas venidas de otras tierras. Venidos de otros mares para civilizarnos, evangelizarnos y vestirnos con ropas extrañas. Han desaparecido de nuestras tierras, leyendas, lenguas, culturas y tradiciones. Han pretendido enterrar durante más de 500 años toda una historia que aflora, a pesar del silencio y la mentira cimentada.
El saqueo, el robo, la muerte fueron los actos de esos tiempos. En nombre del “evangelio empresarial”, se sigue pretendiendo saquear, robar y matar para anclar la Colonia del empresariado ibérico.
A pesar de esas verdades, América se refunda en su pecho en tiempos donde se nos ha de hablar en igualdad de condiciones. Martí, Bolívar y los próceres de nuestra América nos acompañan en esta hora crucial de dignidad y lucha. Son los tiempos de la rebeldía y del decoro.
Es inaceptable apostar por el silencio y la desmemoria. La historia no se ha de ocultar por muy cruda e infame que esta sea. Nuestros muertos merecen el respeto en tiempos donde se sigue encubriendo el genocidio en América.
La “España pomposa” no se ha dado cuenta de que ese Gran Sur reverdece sublime y rebelde. Son millones de hombres y mujeres cultos que hablan de paz. La rebeldía nacerá si las lanzas volvieran a amedrentar nuestras tierras.
La dignidad es la palabra de orden en toda nuestra América. Venga usted en nombre de la paz y el respeto. Recibirá un abrazo hermano sin desmemoria.