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General: Mundial 78 - Dictadura - Holanda - mentiras y desaparecidos
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Gran Papiyo  (Mensaje original) Enviado: 02/05/2013 19:35
En el tema de Rubén Hoy quiero ser cursi hablando de Máxima de Holanda, se desliza una falacia que considero necesario aclarar : 
 
Jorge Zorreguieta

Jorge Zorreguieta, padre de Máxima, no pudo ir a su boda por su relación con el gobierno militar argentino. Foto: AFP

Pero en Holanda no fue tanto la nacionalidad de la nueva prometida del heredero real lo que causó sorpresa.

Fue más bien la revelación de que la llegada de Zorreguieta permitió a muchos holandeses conocer uno de los capítulos más oscuros de la historia argentina.

No es cierto que "la llegada de Zorreguieta permitió a muchos holandeses conocer uno de los capítulos más oscuros de la historia argentina".

En el Tema Máxima Zorreguieta: de la Dictadura a la Monarquía conté como, tanto la prensa holandesa como los futbolistas de la selección de Holanda, se habían comportado (tan dignamente)  frente a la Dictadura Militar que asolaba al paísa, durante el Mundial de Fútbol.

Ellos estaban bien al tanto de lo que sucedía acá y por ello, los periodistas, el día de la Fiesta inaugural, prefirieron estar en la Plaza de Mayo con las pocas madres que reclamaban por sus hijos desaparecidos, antes que estar en el Estadio. 

De igual manera se comportaron los jugadores de "la naranja mecánica", que en un momento dado amenazaron con retirarse de la competencia.

En síntesis : los holandeses, mucho antes de la llegada de Máxima a la familia Real, sabían lo que había ocurrido en la Argentina en los años de plomo.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS 

(Gran Papiyo)



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 02/05/2013 19:43

La carta de la vergüenza

Uno de los bochornos más grandes del periodismo argentino durante el Mundial 78 lo protagonizó el mendocino Enrique Romero, quien publicó en El Gráfico una carta falsa adjudicada al capitán holandés Ruud Krol, en la que le contaba a su hija sobre “la Copa de la Paz”.

Por: Gonzalo Ruiz deportes@elsoldiario.com.ar

En tiempos del Mundial 78 nos meaban y el periodismo decía que llovía. El fútbol se había convertido en el verdadero opio de un pueblo que no veía -o no quería ver- lo que pasaba en estas tierras.

El Gordo Muñoz arengaba por la radio una y otra vez que los argentinos éramos derechos y humanos. Y los periodistas extranjeros eran mal vistos, porque querían hablar con esas "locas" de la Plaza de Mayo.

El fútbol, lamentablemente, lo cubrió todo. Y se taparon las voces de unos pocos. La prensa, en su mayoría enceguecida por el Mundial, trató de mostrar al mundo una realidad que era una fábula. 

En ese contexto, el periodista mendocino Enrique Romero fue el autor de uno de los hechos más vergonzosos de la vergonzosa prensa argentina.

¡Invente, Romero! 

El Cabezón Romero, como era conocido en el ambiente periodístico, era jefe de Deportes del diario Mendoza y corresponsal en Mendoza de la revista El Gráfico. 

En la edición Nº3.062, el día 13 de junio del 78, El Gráfico publicó una carta, con la firma del capitán de Holanda, Rudolf Krol, en la que el jugador le contaba a su hija las maravillas de Argentina. 

Esa carta nunca fue escrita por Krol, fue inventada por Romero. 

En la epístola se leían párrafos como los siguientes: "Mamá me contó que los otros días lloraste mucho porque algunos amiguitos te dijeron cosas muy feas que pasaban en Argentina. Pero no es así. Es una mentirita infantil de ellos. Papá está muy bien. Aquí todo es tranquilidad y belleza. Esta no es la Copa del Mundo, sino la Copa de la Paz.

No te asustes si ves algunas fotos de la concentración con soldaditos de verde al lado nuestro. Estos son nuestros amigos, nos cuidan y nos protegen. Nos quieren como toda la gente de este país, que desde el mismo momento de la llegada nos demostró su afecto. Como en el aeropuerto cuando nos esperaron con banderas de nuestra patria y nos tiraban besos y todas las manos nos querían abrazarnos (...). 

Cada vez hace más frío. Por las ventanas del hotel vemos todos los días caer la nieve. El paisaje es hermoso pero faltas tú. Sonríe, pronto estaremos juntos. No tengas miedo, papá está bien, tiene tu muñeca y un batallón de soldaditos que lo cuida, que lo protege y que de sus fusiles disparan flores.

Dile a tus amiguitos la verdad. Argentina es tierra de amor. Algún día cuando seas grande podrás comprender toda la verdad.

Te adoro, cuida a mamá, espérame con una sonrisa y andá pensando en un nombre para la muñequita. Mi beso.

Papito.

PD: Yo ya elegí el nombre para tu muñeca. Sería ‘Argentina'. Si puedes elegir uno mejor, dímelo". 

Krol salió a desmentir la carta. "No me entra en la cabeza que una persona haya hecho algo así. Fue indigno, artero y cobarde. Jamás escribí eso", dijo el capitán del seleccionado holandés, quien se hospedó junto al plantel de la Naranja en el Gran Hotel de Potrerillos durante su estadía en Mendoza. 

Romero trató de defenderse: "La carta la escribí yo, pero se la leí a Krol y él estuvo de acuerdo".

"Las organizaciones que luchaban en el extranjero contra la dictadura se volvieron contra Krol. El holandés, ante la avalancha de críticas, no tuvo otra opción que dar un paso al costado y negar con el codo lo que había firmado con la mano", son declaraciones del periodista mendocino, en una nota de la revista Mística, en el año 98.

El Cabezón Romero es recordado por el maltrato que le dispensaba a los periodistas que tenía a cargo y por fabular e inventar notas y entrevistas, una práctica común en algunos medios en tiempos sin internet. ¿Quién iba a salir a desmentir, por ejemplo, una supuesta entrevista a Passarella? 

Repercusiones.

En el libro La vergüenza de todos, de Pablo Llonto, Héctor Vega Onesime, director de El Gráfico en aquel momento, recuerda: "Con el escándalo encima, incluyendo una protesta del embajador holandés en Argentina y la amenaza del equipo de retirarse del Mundial, la cuestión se solucionó con una conferencia de prensa en la que Krol desmintió la carta".

El periodista Carlos Ares, quien también trabajaba en El Gráfico, reflexiona sobre el hecho en el libro de Llonto. "Nunca pude explicarme cómo la carta de Krol no terminó en un escándalo internacional. Lo llamativo del tema no sólo era que El Gráfico no hubiese publicado una desmentida, sino que los medios extranjeros casi ni se ocupaban del tema. Si esto se hubiese publicado hoy, sería una vergüenza gigantesca", dijo Ares. 

En el libro Hechos pelota, del periodista Fernando Ferreira, se reproduce un fragmento de una entrevista que el diario Página/12 le hizo a Krol en el año 93.

"No sé por qué razón ese periodista inventó esa carta (...) ¿Por qué a mí? ¿Por qué utilizarme de ese modo? Me gustaría saberlo. Jamás escribí eso, más aún, jamás escribí una carta en inglés en toda mi vida. Además, a mi hija Mabelle era absurdo escribirle una carta en inglés, sencillamente porque es holandesa", se defendía Krol. 

La falsa carta de Krol fue una polémica mínima, insignificante, en comparación con las atrocidades que ocurrían a diario en Argentina. Pero es una clara muestra de la farsa que vendieron los medios en esos años y que tan feliz compró casi todo un pueblo.

SALUDOS REVOLUCIONARIOS  
(Gran Papiyo)           

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 02/05/2013 22:52
 
Gracias Papiyo por leer lo que traigo   ......  todo es copia .....  y realmente no soy conocedor de la participación del padre de Máxima en la dictadura del 76  .- Tal vez este escrito deje un poco más claro lo que traje al respecto :
 
 
 
 
27 abril 2013

 

La reina argentina


PERFILMáxima Zorreguieta, nacida en Buenos Aires, se convierte el martes en la nueva reina de Holanda. Este es su cuento de hadas que, como todos, tiene su lado oscuro.

La reina argentina.
En 1978 una niña regordeta de 7 años con una bandera argentina gritaba en medio del bullicio general: “¡El que no salte es un holandés!”. Ese 25 de junio, Argentina derrotó a la naranja mecánica en el Mundial de Fútbol. Paradójicamente, 35 años después, esa pequeña se convirtió en Máxima de Holanda,
 
la primera latinoamericana en llegar al más alto escalón de la realeza europea.
 
Esta anécdota aparece en una biografía no oficial de la princesa de la Casa de Orange-Nassau. El 30 de abril “la holandesa nacida en Argentina”, como ella misma se define, obtendrá el título de reina consorte, pues su esposo, Guillermo Alejandro, recibirá el trono de su madre Beatriz, quien abdicó hace pocos meses. 
 
Máxima Zorreguieta no tuvo una infancia de princesa ni una llena de hollín como la Cenicienta. Viene de una familia de clase media con aspiraciones. Sus padres enviaron a sus hijos a los colegios más caros, aunque no pudieran pagar el comedor escolar y, de hecho, todavía viven en un apartamento de 120 metros cuadrados en Barrio Norte, Buenos Aires. 
 
La niña no terminó la primaria con las mejores notas. Durante la secundaria le gustaba fumar y se peleaba con su mamá como la mayoría de las adolescentes. En sus estudios de Economía en la Universidad Católica pocas veces sacó un diez, y terminó la carrera de noche pues ya había empezado a trabajar. Pero más adelante, su brillante desempeño profesional la condujo a un destino inesperado. 
 
A sus 7 años, Máxima no sabía que a pocos metros del estadio donde se jugó la final del Mundial, en plena dictadura militar, se escuchaban los gritos de los torturados en el sótano de la Escuela Mecánica de la Armada (Esma). Tampoco entendía por qué sus padres la dejaron de mandar al colegio en el bus escolar para enviarla en el Ford Falcon verde oficial con chofer. 
 
Su papá, Jorge Zorreguieta, trabajaba como funcionario del gobierno de facto y temía que su pequeña corriera la misma suerte de la hija del almirante Armando Lambruschini, quien murió en un atentado cerca de su casa. Los Falcon verdes causaban terror porque eran utilizados por los cuerpos de seguridad del régimen para secuestrar personas. 
 
Jorge conoció a María del Carmen Cerruti, la madre de su alteza real, en Pergamino, un pueblo cercano a Buenos Aires. Aunque él ya estaba casado y tenía tres hijas, se fueron a vivir juntos. Máxima nació en 1971 y cuatro años después, su padre fue nombrado secretario de la Sociedad Rural, la cual organizó varios paros agrarios contra el gobierno de María Estela Martínez de Perón antes del golpe de Estado de 1976. Zorreguieta logró ascender hasta que en 1979 se convirtió en ministro de Agricultura. 
 
Cuando el romance entre Máxima y Guillermo salió a la luz, Jorge llamó a su hija y le pidió perdón: “No estaba informado sobre las violaciones a los derechos humanos”, le dijo. El historiador Michel Baud, quien recibió del gobierno holandés el encargo de redactar un informe sobre el padre de la novia antes de aprobar el matrimonio, concluyó que quedaba “descartado que Zorreguieta hubiera participado personalmente en la represión”. Sin embargo, añadió que era “impensable que no supiera nada sobre esas prácticas”. 
 
En 1996, con el título de economista en el bolsillo, Máxima se fue a probar suerte en Nueva York, y las cosas le salieron mejor de lo que nunca hubiera imaginado. Empezó a trabajar en el banco HSBC, de donde pasó a un conocido fondo de inversión y después al Deutsche Bank. Fue una carrera fulgurante pero corta, pues en 1999 una amiga le presentó a Guillermo. Máxima, que vivía con su novio de entonces, sucumbió al encanto del príncipe.
 
Guillermo no se preocupó demasiado por los antecedentes de su futuro suegro. Cuando los periodistas le preguntaron si habían hablado sobre su papel en la dictadura, contestó: “Él me dijo que se había enterado de tres desaparecidos que después regresaron. ¿Cómo iba a saber él que otra gente jamás volvería”. 
 
El Parlamento aprobó la boda a condición de que Jorge Zorreguieta no participara. El 2 de febrero de 2002, Máxima lloró en la ceremonia al escuchar Adiós Nonino, el tango de Astor Piazzolla, que sonó en honor a su papá ausente. 
 
Después vinieron sus tres hijas –Catalina Amelia, Alejandra y Ariadna– y sus tareas como princesa, por las que cobró en 2008 un salario anual de 890.000 euros, ya que Máxima tuvo que firmar un acuerdo prenupcial de separación de bienes. 
 
Ahora como representante de la casa de Orange, se ha empeñado en borrar las manchas negras de su familia y en darle una imagen más jovial a la monarquía, lo que le ganó el corazón de los holandeses. 
 
La princesa recibió a Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, que buscan a sus hijos desaparecidos durante la dictadura; dirige una comisión para la participación de las mujeres de minorías étnicas; es asesora del secretario general de las Naciones Unidas en los temas de Finanzas Inclusivas para el Desarrollo; y encabeza una asociación de lucha contra la pobreza y otra para ayudar a los jóvenes con problemas de aprendizaje.
 
No todo ha sido un idilio con el pueblo. Hace pocos años provocó muchas críticas cuando dijo que “el ser holandés no existe”, al referirse a la multiplicidad de nacionalidades que viven en el país. En plena crisis mundial, la pareja real también tuvo que suspender la compra de una casa de verano en Mozambique mediante una cuenta en un paraíso fiscal, pero luego adquirió una mansión en una isla griega por 4,5 millones de euros, y una estancia en la Patagonia por 1 millón. 
 
Jorge Zorreguieta, de 85 años, fue fotografiado hace poco tomando el colectivo, pero a pesar de sus intenciones de parecer más popular, este martes, cuando su hija se convierta en reina, seguirá proyectando la sombra de su pasado sobre ese cuento de hadas del siglo XXI. 


 
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