06 de mayo de 2013, 13:39Lima, (PL) El reconocimiento unánime a los valores de lucha y consecuencia del fallecido dirigente socialista peruano Javier Diez Canseco, se fundamenta en una trayectoria ejemplar de más de 40 años de intensa vida política.
Nacido en una aristocrática y adinerada familia limeña, forjó su carácter tenaz desde la niñez, cuando lo aquejó una enfermedad cuya secuela afectó su motricidad, pero que enfrentó con sacrificio y tenacidad.
Siendo dirigente estudiantil abandonó la comodidad de una vida familiar holgada para emprender la lucha política y social del lado de los humildes, compartiendo las necesidades de los excluidos.
En ese afán se fue a vivir a una localidad minera, a promover el sindicalismo de los trabajadores del socavón, y quienes lo acompañaron en esas y otras tarea cuentan que rechazaba cualquier preferencia o ayuda por sus limitaciones físicas.
Inició una larga trayectoria como parlamentario en 1978, cuando, estando exiliado, fue elegido miembro de la Asamblea Constituyente, y se distinguió siempre por sus posiciones a favor del cambio social, la justicia y los derechos de los trabajadores.
Su lucha contra las violaciones de los derechos humanos y la corrupción fue también constante y fue motivo de un atentado con explosivos contra su casa y de un intento de secuestrar a sus hijos, durante el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), hechos atribuidos al paramilitar Grupo Colina.
En esa época defendió a puño limpio su dignidad frente a los insultos de un oscuro legislador de extrema derecha, por lo que fue suspendido por 120 días, incidente que solo recordaba como una anécdota, sin ufanarse de ello.
Aquel hecho graficó su carácter y su firmeza, que las fuerzas conservadoras y la prensa afín intentaron distorsionar para presentarlo como conflictivo y amargado, algo muy lejos de la verdad, pues practicaba la alegría de vivir, el humor agudo, el disfrute de la música y la afición al cine y a la pintura.
La solidaridad latinoamericana y en particular su defensa indeclinable de Cuba frente a los ataques de sus enemigos, caracterizaron también la acción política de Diez Canseco, quien hasta su muerte fue secretario ejecutivo de la rama andino- amazónica del Foro de Sao Paulo de fuerzas progresistas de América Latina.
Elementos conservadores y parte del oficialismo del Congreso aprobaron en noviembre de 2012 una injustificada sanción a Diez Canseco, una suspensión de 90 días, por supuestamente haber promovido un proyecto de ley que favorecía a cientos de miles de accionistas de empresas, para favorecer a personas de su entorno.
Los tribunales, a los que apeló, dictaminaron semanas antes de su muerte, la nulidad de la sanción, por ser ilegal, y ha cubierto de oprobio a quienes la aprobaron, según personalidades de diversas tendencias políticas.
Diez Canseco dejó un mensaje de consecuencia entre la palabra y la acción y de unidad para el cambio social, que convirtió en testamento político en un mensaje de agradecimiento por el homenaje masivo que recibió, como aliento a su lucha contra la enfermedad, el pasado 6 de marzo.
"Hay que unir en una sola plataforma política y social a las fuerzas democráticas, agrupaciones progresistas, defensores de derechos humanos, descentralistas, ambientalistas, movimientos sociales y populares", escribió.
Incluyó en la unidad ansiada a "organizaciones locales y regionales, colectivos, pueblos indígenas de la Amazonía y de los Andes, peruanos residentes en el exterior y ciudadanos y ciudadanas comprometidos con el desarrollo del país".
"Los millones de peruanos y peruanas que no gozan de los beneficios del crecimiento económico y cuyas expectativas se han visto frustradas reiteradamente necesitan una organización política que represente efectivamente sus intereses", señaló.
Planteó que esa organización deberá transformar a Perú "en una nación en la que imperen la justicia y la libertad, donde la corrupción no sea una forma consentida de gobernar y donde todas y todos tengamos igualdad de oportunidades políticas, económicas, sociales y culturales".
"No podemos perder la oportunidad ni rehuir a la obligación de responder a las necesidades de cambio que requieren miles de mujeres y hombres del pueblo que han llenado plazas agitando las banderas del cambio", señaló en ese texto.
Para Diez Canseco, "no hay tiempo ni materia prima para construir escenarios en los que la victoria de grupos aislados sea posible. O bien avanzamos hacia la unidad o volvemos a perder la oportunidad histórica de hacer transformaciones significativas en nuestra sociedad".
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