09 de agosto de 2013, 01:01Por Yudith Díaz Gazán *
Pyongyang (PL) Las celebraciones en la República Popular Democrática de Corea (RPDC) por el aniversario 60 del fin de la guerra (1950-1953), convirtieron a Pyongyang en una fiesta en la cual primó la alegría popular y el deseo de mostrar los avances de una nación bloqueada.
Durante más de una semana, las calles de la capital norcoreana permanecieron decoradas con banderas nacionales, carteles y eslóganes que proclamaron los progresos -sobre todo en temas militares y espaciales- del país; en tanto pancartas multicolor con la palabra Victoria colgaron de los edificios.
El país enseñó al mundo en un gran despliegue militar -justo el 27 de julio, día de la Victoria- y posterior marcha de dos millones de personas, la herencia revolucionaria de las generaciones protagonistas de la liberación nacional.
Miles de personas bailaron en la plaza Kim Il Sung, el mismo escenario del centro de Pyongyang por donde desfilaron decenas de soldados al paso de ganso, tanques, helicópteros y lanzaderas de misiles.
Los jóvenes con trajes y las muchachas ataviadas con el tradicional Hanbok regalaron un espectáculo que, a criterio del centenar de periodistas extranjeros acreditados para la magna cita norcoreana, será difícil de olvidar.
Las autoridades locales intentaron no interrumpir el suministro eléctrico durante los días de celebración, hecho regular derivado de la situación económica vivida en la nación que restringe la distribución del fluido a pocas horas al día.
La RPDC recordó el fin de la cruenta guerra el 27 de julio de 1953, cuando aconteció el alto el fuego y la determinación de la llamada Zona Desmilitarizada, franja de terreno de cuatro kilómetros de ancho encargada de dividir la península de este a oeste cerca del paralelo 38, línea fronteriza entre las partes antes del inicio del conflicto.
En aquella batalla participaron Corea del Norte, apoyada por China y la entonces Unión Soviética; y Corea del Sur, respaldada por las tropas de Naciones Unidas al mando de Estados Unidos.
Desde 1910 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, la península coreana estaba ocupada por Japón.
Los frecuentes intentos de rebelión fueron reprimidos y en 1930 los japoneses crearon escuadrones especiales para experimentar armas biológicas contra los coreanos.
También se estima que el Escuadrón 731 obligó a cerca de 200 mil féminas coreanas a convertirse en las "mujeres de placer sexual" para el ejército imperial japonés.
En 1945 la parte del norte de Corea fue liberada del yugo japonés por la otrora Unión Soviética y la del sur por Estados Unidos.
Estados Unidos intentó prevenir los esfuerzos del líder revolucionario norcoreano Kim Il Sung de reunificar el país en 1948 (cuando se proyectó como posible ganador de las elecciones presidenciales en la península) con la cancelación de las justas generales.
Bajo el pretexto de unas maniobras militares conjuntas norteamericanas-surcoreanas, en 1950 se desató una guerra en la península que duró tres años.
El general norteamericano Curtis Lemay, quien participó en la invasión y ocupación, testificó que un 20 por ciento de la población de Corea fue aniquilada, cinco millones de personas quedaron sin hogar y dos millones se convirtieron en refugiados.
En sus escritos, los historiadores recordaron cómo el general MacArthur ordenó a los pilotos estadounidenses no regresar de sus misiones con bombas de exterminio a bordo.
Todas las construcciones en Corea del Norte fueron reducidas a ruinas y se calcula que los estadounidenses lanzaron más bombas sobre la RPDC que sobre Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
Frente a la resistencia de los norcoreanos, e impotentes por el avance de las tropas apoyadas por los soviéticos, el alto mando del ejército norteamericano decidió en 1953 firmar un armisticio entre ambas Coreas.
Al disolverse el campo socialista en el siglo pasado, Norteamérica y la Unión Europea determinaron recrudecer el bloqueo económico, financiero y comercial contra la RPDC.
Pese a ello, el pueblo de Corea del Norte intenta salir adelante con sus escasos recursos y su gobierno ha mostrado al mundo la implementación de su programa espacial con fines pacíficos, lo cual ha disparado la alarma del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Washington calificó el programa espacial de la RPDC de peligroso y en contra de la seguridad nacional norteamericana y del mundo, pretexto usado por la Casa Blanca para endurecer todo tipo de sanciones.
Estados Unidos apoya de manera incondicional a Corea del Sur y rechaza el derecho de Corea del Norte a lanzar un satélite de observación para evaluar la extensión de sus bosques y pronosticar la cosecha agrícola nacional.
*Enviada especial de Prensa Latina.
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