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General: James Petras dice que lo de Amuay fué acto terrorista desestabilizador .
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 02/09/2012 16:24 |
Internacional | Sistemas | agosto 29, 2012 at 10:52
YVKE.- Para el intelectual estadounidense James Petras, la explosión en la refinería de Amuay, que dejó un lamentable saldo de 48 personas fallecidas, es parte de una campaña terrorista con fines desestabilizadores, la cual requiere de medidas contundentes de parte del gobierno venezolano. En entrevista hecha por Chury Iribarne para la CX36 Radio Centenario de Montevideo Uruguay, Petras calificó el hecho como un “grave sabotaje”, y afirmó que no es un simple incendio aparatoso, sino todo un acto de terrorismo de los enemigos del presidente Hugo Chávez, con el fin de sabotear el proceso electoral y sacarlo del poder. “Lógicamente esto no es un juego y está orquestado desde EEUU con los reaccionarios venezolanos,” afirmó. Según el estadounidense, el presidente Chávez debe tomar medidas enérgicas rápidas como la implantación del Estado de Emergencia o de excepción o algo de la misma naturaleza si no quiere que se aborte la Revolución Bolivariana bajo el pretexto y el libertinaje que a los enemigos concede el proceso electoral; la disyuntiva es: o la Revolución o el Proceso Electoral.
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Ideas
Tecnología y comunicación
30/03/12
El cazador invisible
La ciencia genera técnicas antes impensadas que sólo producen guerras cada vez más sucias y mortíferas.
POR Christian Ferrer
Un tren puede transportar mercancías al puerto o soldados al frente. Un avión puede fumigar campos de siembra o esparcir gas venenoso sobre una ciudad. Un telégrafo o un teléfono pueden transmitir salutaciones u órdenes de combate. Un aparato gps puede orientar un taxi o un proyectil “autoguiado”. Así ha sucedido en el siglo XX, cuyas guerras se cobraron la vida de unas 150 millones de personas. Sin embargo, la semejanza entre fábricas que ensamblan bombas y las que lo hacen con electrodomésticos no suele ser asumida, aunque sepamos que ya nadie hace mucha distinción entre combatientes y no combatientes, que la producción de armamento es una industria muy próspera o que Internet tanto favorece la acumulación de amistades como la infección deliberada o el ataque anónimo coordinado.
Están mucho más difundidas la viscosa creencia de que la tecnología es, en esencia, benéfica, y la suposición de que la guerra es una errata en la historia de la humanidad. Son salvaguardias que bloquean la toma de conciencia de una misma intimidad de origen y de suplementación. Quien se deja encandilar por lemas humanistas olvida que, en la Grecia antigua, los tan filosóficos ciudadanos de Atenas eran considerados los imperialistas de su época. Lo cierto es que no hubo un sólo año en el siglo XX sin conflagraciones importantes y ninguna innovación técnica “superadora” que no admitiera también usos mortíferos, comenzando por la conquista del aire y siguiendo por la del átomo. La sofisticación tecnológica no es antagónica de la voluntad de aniquilar y es por eso que la civilización es la barbarie que es la civilización.
La actualización de la tecnología bélica responde al progreso del conocimiento. Así como en la Antigüedad un jefe guerrero era inútil si no contaba con un experto en metalurgia a su lado que le forjara espadas, no hay hoy ejército que pueda prescindir de científicos o de diseñadores de programas de computación. Hace tiempo que la ciencia, la empresa, los políticos y los ministerios correspondientes aúnan esfuerzos en pos del máximo desarrollo posible en el arte de destruir a un enemigo. El presupuesto es que la innovación técnica define la victoria. En 1898, en la batalla de Omdurman, murieron 11.000 musulmanes y apenas 48 británicos. En 2003, en la Guerra de Irak, los norteamericanos aplastaron todas las defensas iraquíes en pocos días perdiendo sólo dos aviones. En un caso, la ráfaga de ametralladora decidió la situación; en el otro, una apabullante superioridad aérea. El país atacado queda reducido a librar una guerra “asimétrica”.
Piénsese en la historia de la aviación. Apenas ocho años después del primer vuelo y cuando ni siquiera existía la posibilidad de transportar pasajeros, ya se usaban aviones para arrojar bombas incendiarias y gas mostaza, particularmente en guerras coloniales. Ocurrió en 1911 con los italianos en Libia, en 1920 con los ingleses en Afganistán, en 1921 con los españoles en Marruecos y en 1923 nuevamente con los italianos en Eritrea. ¿Qué podían hacer el beduino, el negro, el asiático en general, contra el terror que llega desde el cielo? La superioridad tecnológica siempre instala una disimetría de poder, aunque no en el largo plazo. Una vez en el terreno, como se ha visto en Vietnam y en Afganistán, todo se vuelve menos claro. Incluso la tecnología bélica más poderosa y sofisticada es impotente para doblegar un país si no es acompañada por la clarividencia política. Y no se gana una guerra exclusivamente desde el aire, a menos que se lance una sola bomba, de las atómicas.
Una vez finalizada la “Guerra Fría” la gran esperanza “blanca” de mantener la delantera se condensó en dos formas “high-tech”: el asperjado de misiles y las operaciones “quirúrgicas” de precisión. En un caso se perfeccionan los escarmientos a escala bíblica de la Segunda Guerra Mundial y en el otro se perpetran asesinatos selectivos sobre objetivos detectados por radares, cámaras de video o redes de información. Son acciones apenas encubiertas ensayadas antes por grupos terroristas y servicios secretos estatales. En la Guerra del Golfo, en 1991, todavía se usó el bombardeo por saturación, pero en 1999, durante el ataque a Yugoslavia, se desbarataron líneas de comunicación y de energía, una por una, en una suerte de tortura por rompimiento de huesos: puentes por fémures, emisoras de televisión por omoplatos, fábricas por costillas.
Pero no existen “guerras limpias”, por más que a los arsenales se los tilde ahora de “inteligentes”, es decir más humanitarios, tal como supuestamente la guillotina lo fue con respecto a la horca. La bala, la bomba, el explosivo de fragmentación, el virus informático, la bacteria envasada en laboratorio, el avión transformado en ariete terrorista, todas son armas arrojadizas, caen sobre cualquiera, que pasan a engrosar el rubro “daño colateral”. Se puede adosar la cruz a la espada, la cimitarra al islam, la cañonera a los “valores universales”, la bomba atómica al “mundo libre” y el ajusticiamiento por control remoto a la “defensa de Occidente”, pero son subterfugios. La existencia de máquinas de matar responde a la voluntad de imponer nuestros intereses a los demás, de modo que les adosamos justificaciones gratificantes, en especial las que nos atribuyen una moral superior. La tecnología se adecua a esa voluntad, como si fuera el seudópodo siempre perfeccionable de una pulsión esencialmente injusta.
Ya existen aviones no tripulados que descalabran talibanes mediante un clic de computadora y que pronto podrán ocuparse de detectar infractores del tránsito urbano. También cazabombarderos “sigilosos”, indetectables, como fantasmas que desparraman el pánico y el espanto. Pronto la robótica lanzará humanoides tecnológicos al campo de batalla, algunos del tamaño de insectos, y de picadura letal. Apenas más allá la neurociencia y la experimentación bacteriológica se aprestan a dar un paso más por sobre las pirámides de huesos dejadas por conflictos de los que ya no recordamos el nombre. Pero si la guerra es un factor fundamental del progreso tecnológico, no es la tecnología la que explica la existencia de la guerra. Eso responde a otras predilecciones, pues hay mucho dinero en juego y ni siquiera puede descartarse la sublimación de la frustración sexual cada vez que se eyacula un misil. En lo que respecta a las armas, las carga el diablo.
El autor es sociólogo, ensayista y profesor titular del Seminario de Informática y Sociedad (Ciencias de la Comunicación, UBA). Su último libro se titula: “La mala suerte de los animales”.
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sábado, 24 de agosto de 2013
Tragedia en Amuay fue un acto terrorista: Confirmada mi hipótesis
Nicolás Maduro Moros, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, informó este sábado, que el incendio ocurrido el 25 de agosto de 2012 en la Refinería de Amuay, ubicada en la Península de Paraguaná, estado Falcón, fue producto de un sabotaje.
“Quizás estoy dando un tubazo, pero ya está comprobado que esta tragedia fue un saboteo de sectores que pensaron que incendiando la refinería podrían ganarle las elecciones a Chávez”, expresó el presidente Maduro.
Informó que se han realizado las investigaciones pertinentes con ayuda de expertos internacionales y ya se tienen los resultados sobre esta tragedia que enlutó a todo el país, al dejar como resultado 55 muertos y 156 heridos.
“La investigación de carácter internacional determinó lo que estoy diciendo. En los próximos días se dará a conocer los resultados de las mismas. Esta derecha no tienen escrúpulos para hacerle daño a la Patria”, enfatizó el jefe de Estado.
Fuente: AVN
@DifundeLaVerdad
Confirmada mi hipótesis: les remito a mi artículo del 25 de agosto de 2012, titulado "Refinería de Amuay: ¿Accidente o sabotaje?", con el link: http://percy-francisco.blogspot.com/2012/08/refineria-de-amuay-accidente-o-sabotaje.html
- See more at: http://percy-francisco.blogspot.com/2013/08/tragedia-en-amuay-fue-un-acto.html#sthash.4gZzBwYe.dpuf |
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Refinería de Amuay
Gobierno de Venezuela insiste en que tragedia en refinería se debió a un sabotaje
La explosión en la principal refinería de Venezuela hace un año, dejó 40 muertos.
Por: AFP
La explosión en la principal refinería de Venezuela hace un año, que dejó 40 muertos, ocurrió por una "fuga descomunal" de gas tras una "intervención" debida a "un sabotaje", reiteró este domingo el gobierno.
"El comité de investigación ha llegado a la conclusión de que el origen de la falla tiene que ver con un sabotaje deliberado contra uno de los sistemas más críticos (...) que dio lugar a una fuga tremenda, descomunal, de olefina (un hidrocarburo)", afirmó el ministro de Petróleo y Minería, Rafael Ramírez, en una entrevista divulgada este domingo por el canal privado Televen.
"Fueron 3.570 barriles (de olefina) que se escaparon al ambiente en 68 minutos", explicó el también presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), al revelar parte de los resultados de una investigación sobre la gran explosión del 25 de agosto de 2012 ocurrida en la refinería de Amuay, al noroeste del país.
El gobierno venezolano sostiene que el accidente, que redujo a cenizas parte de las instalaciones, viviendas y comercios de los alrededores de la refinería, fue un "sabotaje" de la oposición.
Ramírez, que el lunes divulgará el informe completo, enfatizó que la fuga de gas se originó "en un elemento mecánico (...) que es el más robusto del sistema". "Es decir, se actuó sobre elementos menos sujetos a fallas en el sistema de olefina, lo cual es un evento que en 52 años de la refinería jamás se había producido", agregó.
"Fue una cosa masiva (...) que demuestra que el origen de la falla fue alguna intervención de algo que provocó una fuga tan grande", indicó el ministro, quien aseguró que "en 10 segundos se creó una nube de siete metros de altura" sobre el complejo refinador.
La investigación fue realizada durante un año por el Ministerio Público, el servicio de inteligencia, la policía científica y PDVSA.
"No nos queda duda alguna de que nuestra mayor refinería fue saboteada, fue algo muy bien trabajado, muy bien estudiado (...) por gente con mucho conocimiento de la refinería", insistió el ministro.
La fuga de gas en la refinería de Amuay, que procesa 645.000 barriles de crudo diarios, provocó un incendio en nueve tanques de combustible, algunos de los cuales permanecieron en llamas cuatro días.
La oposición venezolana sostiene que el accidente ocurrió por la "negligencia gerencial producto de ausencia de inversiones y mantenimiento", sin embargo, Ramírez indicó que PDVSA invirtió 6.000 millones de dólares en 2012 en mantenimiento preventivo.
Venezuela, el cuarto productor de petróleo en el mundo y el país con las mayores reservas de crudo, tiene en el llamado oro negro su principal fuente de ingresos.
Por: AFP
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Denuncian en Venezuela carácter deliberado de explosión de Amuay |
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10 de septiembre de 2013, 08:47Caracas, 10 sep (PL) La explosión de la refinería de Amuay el 25 de agosto de 2012 en el estado venezolano Falcón fue sin duda un acto provocado, ratificó hoy el director ejecutivo de Nuevos Desarrollos de la Faja Petrolífera del Orinoco, Rubén Figuera.
Al intervenir en la revista matutina de Venezolana de Televisión, Figuera -integrante del grupo de investigación destinado para determinar la causa del suceso que dejó 47 muertos- afirmó que tras realizarse más de 179 pruebas y ensayos no queda duda del carácter deliberado de esta acción.
Según el ingeniero, "una o varias personas" intervinieron una de las áreas más rígidas del sistema de bombeo de la refinería, la bomba 2601, vinculada a una esfera de olefinas, (hidrocarburo que se vaporiza al contacto con la atmósfera).
Al referirse al hecho, comentó que el sabotaje consistió en la intervención de la brida, base que integra el conjunto de bomba motor con el cabezal de succión.
Esa brida fue aflojada intencionalmente: insisto en esto, porque el levantamiento de la información nos indica que el perno número cinco fue retirado y los adyacentes aflojados, lo que quiere decir que toda una cara de la brida fue aflojada, para inducir una falla más acelerada, denunció.
De acuerdo con Figuera, quienes intervinieron el área lo hicieron sin los permisos necesarios que otorga Petróleos de Venezuela, debido a que ese sistema no estaba sometido a mantenimiento.
Se hizo de manera inadvertida, porque desde el punto de vista mecánico no es posible hacerlo. Se requiere un permiso de trabajo y nunca se otorgó, no abordamos ese equipo para mantenimiento, por lo que concluimos que fue una acción deliberada, agregó.
Aseguró que los autores del hecho "tenían conocimiento sobre el área, no manipularon cualquier equipo sino un sistema que maneja un producto sumamente volátil, inflamable, con mayor potencia de riesgo en toda la refinería, y sabían también el lugar específico para intervenirlo y generar una fuga de gas de magnitud que causara pérdidas mayores", dijo.
La víspera, el ministro de Petróleo y Minería, Rafael Ramírez, presentó el informe con las conclusiones de la investigación, donde se explica que el sabotaje consistió en aflojar siete de ocho espárragos de la bomba 2601, ubicada al sur del bloque 23 de almacenamiento de la refinería.
Los pernos, desajustados parcial o casi totalmente (incluso uno de ellos fue retirado) de manera intencional se quebraron producto de un proceso de fatiga mecánica, lo que ocasionó una abertura de al menos 2,9 pulgadas.
Con ello se provocó una fuga masiva, que en 10 segundos creó una densa nube de olefinas de siete metros, y a los 10 minutos, ya había posibilidad de explosión, la cual se desencadenó al producirse una chispa cuando se intentó arrancar un vehículo durante el proceso de evacuación del cercano destacamento 44 de la Guardia Nacional Bolivariana.
rc/jha |
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