LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -El jueves 13 de octubre de 1983, Jacqueline Creft llegó a una casa en la zona de Monte Weldhale, cerca de Saint George, capital de la pequeña isla- estado de Granada. En ese lugar estaba retenido desde el día anterior, en prisión domiciliaria, su amante y líder depuesto del Partido Nueva Joya, Maurice Bishop. El Vice-Primer Ministro, Bernard Coard, lo derrocó con el apoyo de oficiales al mando
de Hudson Austin.
El miércoles 19 de octubre, Bishop y Jackie Creft fueron ultimados, junto a otros prisioneros, en una instalación militar de la isla. De esta manera quedó aniquilada la cúpula del Partido Nueva Joya, que se había formado una década antes, y había logrado acceder al poder, mediante un golpe de estado incruento y con amplio apoyo popular, en 1979.
El martes 25 de octubre, a las 5 am (hora local), el 75 Regimiento de Rangers del Ejército de Estados Unidos comenzó la denominada Operación Furia Urgente. Paracaidistas ocuparon la zona de Punta Salinas y avanzaron hacia el área del aeropuerto internacional en construcción. En ese momento, se encontraba trabajando en su edificación un contingente de trabajadores cubanos, en su mayor parte civiles, bajo el mando de oficiales e ingenieros militares.
Los cubanos, obedeciendo las órdenes de los oficiales, opusieron resistencia al avance de los soldados estadounidenses. Esto le costó la vida a 25 de ellos y heridas a medio centenar. Después de la bravuconada inicial y frente a la superioridad en fuerzas y medios, los oficiales cubanos acabaron entregándose como prisioneros. El coronel Pedro Tortoló, principal al mando, corrió a refugiarse en la Embajada de la entonces Unión Soviética.
Mientras, el embajador de Cuba en Granada envió a La Habana un falso, patético y tele novelero comunicado. Fue leído por un conmovido locutor en la TV nacional. Según la nota, los cubanos habían muerto abrazados a la bandera… Después, el recibimiento a los supervivientes incluyó un show de bienvenida a Tortoló. Pero, con el paso de los días y los testimonios de los trabajadores civiles cubanos heridos en combate, la magnitud del fiasco salió a la luz.
En esa situación de crisis, el gobierno cubano había ordenado al personal militar y civil presente en Granada que resistieran hasta las últimas consecuencias. Lanzó a una muerte segura, en nombre de su paranoica doctrina militar, a poco más de 700 cubanos. La situación creada en Granada, después del golpe de estado y la muerte de Bishop, era un problema interno de aquel país, en el cual no les correspondía jugar ningún papel. La lógica indicaba que las autoridades cubanas debían evacuarlos. Pero en la mente de los hermanos Castro no era concebible esa solución.
Apenas un mes después de lo ocurrido, Raúl Castro se reunió con un grupo
importante de clases y oficiales de las FAR. En su discurso -circuló como
documento interno y casi secreto-, dijo: “A ellos (los oficiales en Granada) les
correspondía la alta responsabilidad de actuar en el primer enfrentamiento
armado directo entre las FAR y efectivos del ejército de Estados Unidos”. Y más
adelante, expresaba: “Oficial o soldado que, bajo esas circunstancias, intente
deponer las armas o llame a la rendición, tiene que ser pasado por las armas de
inmediato. Entiéndase bien esto, ¡de inmediato! El juicio sumario se hará cuando
la situación lo permita”.
Mientras Raúl Castro pronunciaba esta diatriba, en
las calles cubanas circulaba un choteo en clave de jingle: “Si quiere
correr veloz, compre tenis marca Tortoló”. El “coronelito”, al que
despectivamente se refirió Raúl en su discurso, fue degradado a soldado raso.
Luego, él “pidió” ser enviado al sur de Angola. De allí, regresó con los grados
de teniente.