La muerte sorprendió ayer a la expiloto de automovilismo María de Villota, de 33 años, en una habitación del hotel Sevilla Congresos de la capital andaluza. La deportista madrileña fue hallada sin vida en la cama por los servicios sanitarios, a los que había avisado un empleado del hotel, a las siete y media de la mañana. Los intentos de reanimación fueron infructuosos. La autopsia desveló que su fallecimiento se debió a “causas naturales”, consecuencia del grave accidente que sufrió en julio de 2012 en un entrenamiento con Marussia, equipo de F-1.
De Villota tenía previsto dar una conferencia que comenzaba a las 9.45, dentro de un congreso de la Fundación Lo que de verdad importa, basado en historias de superación dirigidas a universitarios. Pero a las 7.23 los servicios de urgencia del 112 recibieron una llamada del hotel donde se hospedaba. Su representante, Arancha Yagüe, con la que compartía una habitación doble, puso en alerta a los empleados del hotel y a los servicios sanitarios.
El revuelo fue enorme en el Hotel Sevilla Congresos, enfrente del Palacio de Exposiciones. El congreso fue cancelado, y algunos de los participantes pasaron por el hotel, tomado por miembros de la policía científica, por los responsables sanitarios y por los medios de comunicación. Poco después de las 10.00 fue retirado el cadáver y la autopsia confirmó la causa “natural” del fallecimiento.
En julio de 2012, María de Villota sufrió un accidente mientras se entrenaba con el equipo Marussia, que la había contratado como probadora, en el aeródromo británico de Duxford. Se estrelló con el bólido MR-01 contra un camión, su casco quedó destrozado y sufrió una tremenda conmoción cerebral. Sufrió fracturas craneales, faciales y orbitales, y perdió el ojo derecho. Pasó cinco días en coma después, en los que los médicos temieron por su vida.
Recibirá a título póstumo la medalla de oro de la Real Orden de Mérito Deportivo
Desde entonces lucía como símbolo de su recuperación un parche en el ojo. Se había convertido en la única mujer de la fórmula 1, probadora de Marussia, y una deportista ejemplar por su capacidad de superación. Con motivo de su brutal accidente sufría fuertes dolores de cabeza y no soportaba el exceso de luz y ruido. El mismo dolor que sintió la noche del jueves antes de descansar por última vez. A él se sobreponía para dar conferencias en las que relataba su experiencia, la perseverancia por salir adelante y las ganas de vivir que la acompañaban. El lunes iba a presentar su libro, La vida es un regalo.
La exploración de la policía fue rápida. Los agentes realizaron su labor en menos de una hora y descartaron cualquier posibilidad de muerte violenta o de accidente. Sus padres, su marido y una hermana viajaban ya para Andalucía en AVE. Antes, habían hecho pública una nota en la que daban gracias por el año y medio de vida tras su terrible accidente. “Queridos amigos: María se nos ha ido. Tenía que ir al cielo como todos los ángeles. Doy gracias a Dios por el año y medio de más que la dejó entre nosotros”, indicaba el breve comunicado.
Los familiares llegaron al Instituto Anatómico Forense de Sevilla sin hacer declaraciones, escoltado su coche por la Policía Local de Sevilla. Su padre, Emilio de Villota, fue piloto de fórmula uno en los años 70 y principios de los 80. Su hermano Pablo también es piloto. Su marido, Rodrigo García, se queda viudo a los tres meses del enlace. Tras la autopsia, la familia recibió la autorización del forense para hacerse cargo del cadáver. Hoy será incinerado en Sevilla y el martes se celebrará un oficio en el panteón familiar en Madrid. “En la más estricta intimidad”, pidió su hermana Isabel. La expiloto recibirá a título póstumo la medalla de oro de la Real Orden de Mérito Deportivo, según anunció el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Antonio Wert.
María de Villota recordaba tras su accidente que ella seguía sintiéndose “piloto”. “Al volante es como me siento bien, como soy yo misma”, decía. También rememoraba los primeros instantes tras recuperarse de su accidente. “Recuerdo la primera vez que me vi en el espejo. Mi madre me acercó en silla de ruedas y esa vez no tenía tapado el ojo. Me quedé aterrada, pero me impactó más verla a ella. Dije: ‘Quita bicho’, como una broma, pero pensé: ‘¿Quién me va a querer así?”, relató la piloto; “ahora, sin embargo, cuando me miro al espejo mi aspecto actual me dice más de lo que es María de Villota”, decía tras la operación.