Al igual que la peste en el siglo XIV, el azote de la deuda ha ido migrando paulatinamente del Sur al Norte. La Yersinia pestis del siglo XXI no se propaga a través de las ratas infestadas de pulgas, sino del letal fundamentalismo neoliberal. Antes, sus adalides tenían nombres como Thatcher o Reagan; ahora suenan más bien a Merkel o Barroso. Pero el mensaje, la mentalidad y la medicina prescrita son básicamente los mismos