Cuando los periodistas de la antigua cadena Capriles vieron cómo Desirée Santos Amaral llegaba a la redacción y se instalaba en su puente de mando, supieron que la realidad sería aún peor que cualquiera de sus presagios.
Una semana después de la incorporación de la diputada chavista a la toma de decisiones editoriales era cesado Omar Lugo, director de 'El Mundo, Economía y Negocios', uno de los medios que integran la cadena (que nada tiene que ver con Henrique Capriles, líder de la oposición) comprada hace semanas por empresarios cercanos al Gobierno.
Una cadena que exhibe una de las joyas de la corona periodística de Venezuela: 'Últimas Noticias', el diario popular más leído del país, al que el chavismo presta especial atención porque considera que su público simpatiza con la Revolución.
"El país vive momentos difíciles, hay que defender los espacios", destacó Lugo a los que fueran sus compañeros, quienes en una nota pública rechazaron el «despido injustificado» del periodista, por considerarlo "un atentado econtra la libertad de información y de expresión".
Todos ellos sabían desde hace días que a Nicolás Maduro no le había gustado la portada del viernes pasado ("¡Rebajas llegan a las reservas del Banco Central!"). El mandatario, superando la voracidad antimedios de Hugo Chávez, ha dedicado una parte de su "ofensiva cívico-militar contra la guerra económica" a dictar cátedra acerca de la información y el periodismo. Ni un solo día, aprovechando las cadenas obligatorias de televisión y radio, ha dejado de amenazar a periódicos y medios.
Última víctima del chavismo
Y no sólo contra 'El Mundo', sino también contra el 'Diario 2001' (atemorizado por la Fiscalía, golpeado uno sus fotógrafos y detenidas dos periodistas) o contra 'El Tiempo' (acusado por atreverse a publicar las palabras de uno los empresarios acusados de especulación). La última víctima ha sido 'El Universal', que mantiene la misma línea editorial independiente. No importa lo que publique, el matutino caraqueño recibe andanadas de un chavismo más voraz que nunca. Hasta en tres ocasiones censuró Maduro sus portadas por incluir datos del Banco Central de Venezuela.
El último pecado del periódico es la portada del miércoles, que apostó por la imagen de un suceso y no por la de Maduro recibiendo sus plenos poderes. Pecado capital, pese a que la información en torno a la Ley Habilitante si estaba en la portada.
La fotografía elegida informa del secuestro y muerte de un joven ingeniero, una de las 17 muertes que a diario ocurren en Caracas. Una imagen llena de fuerza, que describe de forma sutil la violencia salvaje que desangra el país todos los días.
Los ojos de Miguel Rodríguez-Torres, ministro de Seguridad, no vieron lo mismo: «La foto que ponen es sangre y el brazo de un ciudadano. Merece indudablemente una acción legal y vamos a hacer toda la fuerza necesaria para que esto ocurra».
El año en curso es uno de los peores para la libertad de información. El chavismo compró Globovisión, la única televisión crítica con el poder, para hacer invisible a Capriles. Y profundizó las amenazas a medios, las agresiones a periodistas y el cerco a los profesionales independientes como Omar Lugo, quien en su despedida decidió parafrasear a George Orwell, tantas veces superado en la Venezuela de hoy: "Periodismo es publicar algo que alguien no quiere que sea publicado. El resto es publicidad".